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Lynch Mob

Empacho de escalopines en mal estado

Lynch Mob

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Lynch Mob

Lynch Mob no es una buena película. Resulta difícil comenzar la reseña con una frase tan lapidaria, pero sería injusto para con otras cintas razonar los errores de ésta con “buenas intenciones”, “contaban con un presupuesto ridículo”, etc. La verdad que la premisa de la opera prima de Byron Edwin, un joven cineasta norteamericano como imagino que habrá miles, no deja de resultar interesante; otra cosa muy distinta es que se haya sabido resolver con gracia y desparpajo, esquivando la clara vocación de cine sub-b (aquel que está a caballo entre la serie b clásica y el cine amateur) y las limitaciones económicas. En este sentido es imposible darle la enhorabuena al señor Edwin: capaz de aburrir en numerosas ocasiones, luciendo escenas de acción muy ramplonas, actuaciones anodinas, efectos de sonido y cámara sonrojantes. Aún sin esperar mucho de ella, Lynch Mob no se sostiene durante su metraje, que ya puestos es excesivo para una cinta cuyas pretensiones tendrían que ser mínimas. Curiosamente, a este respecto cabría destacar el auto bombo que se ha dado a este proyecto; puesto que los “comentarios” y “recomendaciones” del trailer, como el vergonzoso “una de las mejores películas de horror en los últimos veinticinco años”, parecen más fruto de una broma personal de los productores que un intento serio de publicitar una cinta, que se toma insufriblemente en serio a si misma. ¡Ojo! Cuando comento estos pormenores evito encarecidamente hacer leña del árbol caído, hecho que se refleja en la, hasta cierto punto, neutra puntuación. Me resulta imposible ser igual de duro con una película “low-cost” mala que con una superproducción mala; al fin y al cabo entiendo que el personal técnico y artístico de una serie sub-b participa por amor al arte antes que por dinero, algo que a mi entender es loable, siempre y cuando este cariño hacia el cine sea patente en pantalla. Ahora, ¡no me pongáis en un compromiso preguntando si esta cinta luce enamorada de las luces de candilejas!

La “familia”, una banda de criminales italianos cuyo “look” sería la envidia de Tony Montana, ha prescindido de los servicios de su extractor de información particular: el sombrío, torturador, violador, sicótico y pedófilo Dr. Weasel, un tipo execrable cuyo único destino debería ser la más vil de las muertes. Este personaje continúa sus degeneradas correrías por la ciudad hasta que es apresado por la policía.
Para evitar ser ajusticiado como se merece, entrega las cabezas de los cabecillas de la “familia” sin ni siquiera pensárselo dos veces. El gobierno, a cambio de sus confesiones, lo aísla en un pueblo semiabandonado de Georgia como testigo protegido. Pero no hay mal que cien años dure, ni condena a la mafia que no termine con el criminal de turno buscando venganza. Y así, la “familia” comienza a buscar a su buen amigo Weasel para hacerle algo más que cosquillas en el hígado.
Nuestro antihéroe vive muy tranquilo en Lynchburg, el pueblo donde se esconde, hasta que descubre el secreto de sus habitantes: bajo la maldición de una hechicera vudú están condenados a no morir nunca, a no salir de los límites del pueblo y… ¡a comer carne humana! Sin embargo, mama Weasel criaría a un hijo psicópata pero no a un hijo tonto, así que al execrable doctor se le enciende la bombilla y pregunta a sus nuevos vecinos que opinan de la cocina italiana… y parece ser que les encanta!!

Lo mejor: Mezclar caníbales, pueblos malditos, mafiosos y truculencia, es una buena idea a priori. Michael H. Cole realiza un papel muy creíble como despreciable torturador

Lo peor: El ritmo, ciertas actuaciones, los efectos sonoros y las vergonzosas escenas de acción rompen cualquier intento de ambientación: un lastre inexcusable