El hijo de la bestia
Sexo y terror, la pareja perfecta
Historias de terror y sexo extravagante, escalofríos entre las piernas. El inicio de cada cuento puede parecer el típico escenario: la campiña desierta, la reliquia olvidada, la casa victoriana… pero el sexo ejerce de catalizador y la situación común del género de horror se transforma en una pesadilla húmeda, nos despertamos entre sábanas pegajosas. Añada una gota de humor negro, y un chorrito de absenta, para obtener unos magníficos relatos que no temen ser duros, explícitos, inquietantes, extraños, exacerbados y terroríficos.
El Doctor Sexo
Graham Masterton, autor británico de la antología que nos ocupa, es reconocido en el mundillo por su éxito de ventas – obviamente no hablo del planeta España – y un buen número de galardones a sus espaldas, pero sobre todo por su afición a introducir dentro de sus narraciones el sexo como motor principal. Es más, ha escrito un buen puñado de manuales sexuales para parejas; así que el asunto no debe ser banal para el bueno de Masterton. Afortunadamente, nuestro hombre siempre se ha sentido más a gusto dentro del campo del horror, como buen amante declarado, incluso adaptador, de Lovecraft… ni más ni menos que más de treinta novelas y antología han salido de sus manos.
Su primera novela, Manitou (1976), es quizás también la más famosa de sus obras, pero yo destacaría por encima de todas su faceta de cuentista. Dicha novela, adaptada con bastante éxito al cine y el inicio de una longeva saga, ya despuntaba por los elementos que han hecho famoso a su autor: un grado de violencia explícita mezclado al alimón con tórridas escenas de cama. Sin embargo, no es hasta cuando se pone frente a su máquina para escribir historias cortas en que la magia de lo aberrante y lo macabro se mezcla con líquidos preseminales y lubricación vaginal – por citar dos de los elementos más prosaicos de su obra –. Aquí en España hemos podido disfrutar de relatos diseminados a lo largo de las distintas antologías que pulularon por el mercado durante la década de los ochenta, principalmente las editadas por Martínez Roca; y no es un dato baladí que éstas fuesen muchas veces recopilaciones de lo mejor del terror anglosajón de su época.