Un nuevo concepto de disciplina familiar
¿Fundar todo un subgénero basándose únicamente en determinadas escenas de violencia y tortura indiscriminada practicadas sobre víctimas indefensas? Eso es lo que ha conseguido, a grandes rasgos, el torture-porn.
Cómo nuevo género de terror siempre me pareció que estaría muerto apenas iniciara su andadura. Con el díptico "Hostel" (me divertí muchísimo con la primera entrega, y me aburrí terriblemente con la segunda) de Eli Roth y la retahíla de absurdas secuelas de "Saw", el cupo empezaba a estar cubierto. Los productos con la etiqueta colgada de torture-porn que nos llegaban desde el ámbito de la serie B o independiente tampoco ayudaban a ser optimistas (Live Feed, See Jane Run). Y todo esto sin mencionar que el género de torturas no es un fenómeno que se haya inventado o que haya aparecido de la nada durante la última década. La tortura siempre ha existido –y existirá- como una manifestación más de lo que, genéricamente, conocemos como cine gore.
Por lo tanto, presentar "Mum & Dad" simplemente como una nueva muestra del torture-porn me parecería absurdo e injusto con todo lo que tiene por ofrecernos esta impresionante y sorprendente muestra de cine de terror independiente, escrita y dirigida por el debutante Steven Sheil.
Lo mejor: que abra nuevos caminos inhóspitos al llamado torture porn.
Lo peor: los que esperen una orgÃa de vÃsceras y sangre (ultragore) quedarán decepcionados.