Los Abbott están de vuelta. Después de los eventos ocurridos, Evelyn junto con su hija Regan y su hijo Marcus además de su bebé, se enfrentarán a los terrores del mundo exterior. Una vez que han descubierto cómo acabar con los monstruos que atacan cuando perciben sonido, la familia se adentrará en los bosques, decididos a traspasar los límites y adentrarse en lo desconocido. Eso sí, pronto se darán cuenta de que las criaturas que cazan por el sonido no son las únicas amenazas que acechan más allá del camino de arena.

Hace dos años, Un lugar tranquilo se convirtió en un tremendo éxito sorpresa, recaudando 340 millones de dólares alrededor del mundo, con un presupuesto de sólo 17. No creo que en las intenciones de su director, co-guionista y protagonista, John Krasinski, fueran las de hacer secuela, pero ante tamaño éxito no tardaron en dar luz verde a la misma. Así, la familia Abott vuelve, aunque obviamente, con una baja importante. Pese a que Krasinski ya no es parte del reparto, sí repite en la silla del director. Y en el reparto, a los ya conocidos Emily Blunt, Noah Jupe y Millicent Simmonds se une Cillian Murphy, en un rol que, seguro, a más de uno recordara al que le diera la fama en 28 días después (2002).

Johannes Roberts y el guionista y productor mallorquín Ernest Riera conforman un tándem solvente. Su colaboración nos ha dejado títulos que van desde la brillante “F” a otros más irregulares como “Storage 24” o “Detrás de la puerta”, pero sin duda el trabajo con el que más beneficios y aplausos han cosechado ha sido “a 47 metros” cuya secuela vamos a analizar en los próximos párrafos.

Dos hermanas y dos de sus amigas, organizan una excursión secreta a un recóndito cenote maduro bajo cuyas aguas se esconde la entrada a una ciudad sumergida Maya. La aventura se tornará una pesadilla cuando se queden atrapadas en la profundidad de las ruinas, a meced de unos voraces tiburones ciegos que las habitan.

Sin duda alguna Stephen King es el rey de la novela de terror actual. Su obra es conocida y reconocida en todo el planeta y seguramente sea el único autor de género, popular entre los no iniciados, en esto de poner la piel de gallina. Pero si preguntamos por quién ostentaría el segundo puesto en la novela fantástica contemporánea, la cosa estaría reñida… entre los muchos propuestos (Campbell, Gaiman, Barker o Straud) yo sin duda apostaría por Dan Simmons. Para aquellos que le conozcan poco o nada, es un excelente autor capaz de adoptar el tono sintético y ligero de King a la hora de abordar una obra (como en “Los vampiros de la mente”, para mi gusto una de las novelas más entretenidas que he tenido en mis manos) y en la siguiente obra adoptar un estilo narrativo denso, descriptivo y profundamente lírico con tintes de Poe (como en la que nos ocupa o en “La soledad de Charles Dickens”). Además, como King, no se limita al terror y sus novelas van desde el policiaco “El bisturí de Darwing”, la fantasía mística de “Fases de la gravedad”, pasando por su celebrada ciencia ficción con tintes de “Los Cuentos de Canterbury” en su excelente saga “Los cantos de Hyperion”. Un autor inquieto y complejo de adaptar pues sus obras contienen tramas extensas donde las situaciones y personajes crean narraciones complicadas de elaborar en el reducido tiempo de un largometraje. Tengo que decir que es autor de una de las novelas cortas más terroríficas que he leído nunca “La canción de Kali”.

Una mujer lucha por salvar a su padre cuando se produce en Florida un huracán de categoría 5. Sin embargo, mientras ambos tratan de huir, la tormenta les deja encerrados dentro de una casa que se inunda y en la que tendrán que hacer frente a una legión de salvajes depredadores.

El cineasta Alexandre Aja es conocido por todos, y querido por muchos, gracias principalmente a sus primeras películas: Alta tensión (2003) y Las colinas tienen ojos (2006). Después, aunque no ha parado de trabajar, no ha conseguido el mismo éxito con Reflejos (2008), Piranha 3D (2010), Horns (2013) y La resurrección de Louis Drax (2016). Lo que no cabe duda, es que si la tomas como debes tomarla, la citada Piranha 3D es la más divertida de su filmografía: un juguete autoparodico, con silicona, actrices porno, música electrónica y una parte central a tope de gore. Eso, y rostros tan conocidos en el género como Christopher Lloyd, Richard Dreyfuss, Elisabeth Shue, Ving Rhames y Eli Roth, todos pasándoselo pipa. Han pasado 9 años para que Aja vuelva al subgénero de terrores acuáticos y lo hace con este Crawl, aka Infierno bajo el agua, que a priori, parece tomarse más en serio y que cambia las pequeñas pero mortíferas pirañas por enormes y no menos mortíferos cocodrilos. Así, estamos ante una mezcla de terror survival y catástrofes con alma de serie B que, espero, nos lo haga pasar bien durante hora y media. No tengo claro que esto sea el regreso de Aja a su mejor cine, pero ojo, nunca se sabe. Al menos, el aquí firmante, no se pierde una de cocodrilos chungos.

Lauren y Russel Curran deciden alejarse del bullicio de la ciudad y adentrarse en el oasis de paz de “The Pinnacle”, un codiciado condominio de lujo que cuenta con un diseño ultramoderno, características de vanguardia y sistemas de seguridad avanzada. Lauren comienza a sospechar que el edificio tiene un lado oscuro y busca la ayuda de Vernon, un periodista de investigación con interés en las conspiraciones cibernéticas. Juntos, llegan a creer que The Pinnacle puede estar lavando el cerebro a sus confiados residentes.

Es ver el tráiler de “Distorted” y sentir vilmente la punzada del paso de los años en el costado. Me refiero al aspecto que lucen Christina Ricci y John Cusack en este thriller “psicótico cybertecnológico conspiranoico”, por adjetivarlo de una manera poco rebuscada. Perdido buena parte del brillo que ambas estrellas demostrasen hace décadas, ahí está un currículo que ha ido bajando el nivel poco a poco, la película de Rob W. King sobre un guión de Arne Olsen puede que consiga rescatarlos del olvido aunque sea sólo por unos pocos minutos.
Aunque no lo hará tanto por el prestigio de su director, que ya ha trabaja

Una joven y exitosa novelista de terror cuyo nuevo libro está tomando el género por sorpresa. Su padre, el jefe de policía de su pequeña ciudad natal, investiga los homicidios que están poniendo patas arriba la bucólica vida de la comunidad. Mientras ella y sus amigas se acomodan para pasar un relajante fin de semana en la casa de su infancia, el secreto oscuro donde radica el quid de su éxito se agita entre sueños y se filtra en el tejido de la realidad.

Que a los escritores de terror se les va la olla es una evidencia visto el material que sale de sus corruptoras mentes, pero tampoco creo que el chiste llegue a más de lo que, por ejemplo, energúmenos revestidos con la bandera del deporte o la cristiandad puedan realizar con sus manazas de cerdos. Ahí está la realidad para burlarse abiertamente de la imaginación macabra de gente como Stephen King o Cliver Barker, por nombrar dos de los desgastados pilares del género.