violencia

Noche de Paz

Noche de palos

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Stake Land

El Apocalipsis tiene colmillos

Stake Land

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Stake Land

1.-VAMPIRES FROM HELL:

I’m not afraid of werewolves or vampires or haunted hotels, I’m afraid of what real human beings to do other real human beings.
Walter Jon Williams

Lo mejor: Las múltiples lecturas, la opresiva ambientación, los actores, el guión....

Lo peor: Solo se me ocurre la empalagosa BSO.


Hobo with a shotgun

Hobo en la ciudad del pecado

Hobo with a shotgun

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Hobo with a shotgun

Con motivo del estreno del díptico Grindhouse de Quentin Tarantino (Death Proof) y Robert Rodríguez (Planet Terror), se organizó un concurso de fake trailers del que se alzó como triunfador el canadiense Jason Eisener con el trailer de una, por aquel entonces, inexistente película titulada Hobo with a shotgun.

Cuatro años más tarde y después de que el propio Robert Rodríguez llevase a cabo en 2010 la adaptación de Machete, otro de los falsos trailers que acompañaron a Grindhouse en su estreno, ha llegado la hora de que Hobo with a shotgun se vuelva purulenta, grotesca y jodidamente real.

Lo mejor: Humor, gore, fotografía, música, interpretaciones, diálogos... y por supuesto "La Plaga"

Lo peor: Lo de siempre... ¿se distribuirá de algún modo en nuestro país?


Straw Dogs

El gran Sam Peckinpah tampoco se libra del remake de turno

Straw Dogs

Perros de Paja (Straw Dogs), película de 1971, está considerada una de las obras más polémicas y controvertidas de su director, el genial Sam Peckinpah (La Huída, Grupo Salvaje), autor que ha pasado a la historia por una serie de geniales títulos que retrataban la violencia con una belleza plástica y un sentido del ritmo cinematográfico que ha estado al alcance de muy pocos (¿se nota que soy un fanático del cine de este señor?… Pat Garret y Billy the Kid es, sin duda alguna, una de mis películas de cabecera).

A priori Perros de Paja (Straw Dogs) podría llegar a inscribirse dentro del subgénero del rape&revenge, con lo cual se vendría a cerrar el círculo vicioso de remakes de dicho género tras las recientes nuevas versiones de La última casa a la izquierda y I Spit on your grave. Sin embargo Perros de Paja (Straw Dogs) siempre ha disfrutado de un estatus sensiblemente superior al de simple muestra de cine exploit adscrita a un determinado subgénero. A ello seguramente contribuyó la excelente labor de un Sam Peckinpah cuyas prestaciones como cineasta están a años luz del Craven de Last House on the Left o el Stven R. Monroe de I Spit on your grave.
El Perros de Paja (Straw Dogs) original hace gala de una atmósfera viciada, malsana, tensa, que no únicamente atañe a la pandilla de paletos locales que acosan al personaje de Dustin Hoffman y a su mujer, sino que encuentra su orígen, precisamente, en la desintegración del núcleo familiar, la pérdida del respeto mútuo, y la violencia como única forma de responder a determinadas situaciones límite. El equívoco y muy controvertido rol que desempeña el personaje de la mujer del protagonista en la trama de la película le valío a Peckinpah una auténtico huracán de críticas que llegaron a tachar al director norteamericano de “profundamente misógino”.

In Their Sleep

La buena samaritana

In Their Sleep

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In Their Sleep

El porqué se confía de primeras en una persona es un asunto delicado. Quien más y quien menos, tiene un par de personas a su alrededor de las que se ha hecho amigo sin saber muy bien porqué en un primer momento. Sólo después, cuando pasa el tiempo, se es capaz de encarar con relativa sinceridad el motivo por el que uno se abrió al otro. El motivo real, me refiero: qué tipo de impresión o interés fue la que provocó el acercamiento.

Desde luego, no es un tema sencillo. Y montar una película en torno al mismo es complicado. Quizás, requería un poco más de profundidad o inspección psicológica que la que ofrece “In Their Sleep”.

Lo mejor: El prólogo.

Lo peor: Lo bien que podía haber estado.


Secuestrados

Marcado el camino a seguir

Secuestrados

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Secuestrados

Este es el camino. No cabe duda. Desde finales de los noventa, aunque sea con cuentagotas, una serie de talentos locales se están haciendo notar en el panorama del cine de género. No siempre los resultados artísticos y/o comerciales han ido de la mano, pero ya es un paso. Desde el éxito a todos los niveles de Juan Antonio Bayona, Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró o Paco Plaza, hasta nombres, esperemos en próximo auge, como Eduardo Chapero Jackson o Paco Cabezas, pasando por oportunidades perdidas, aunque no sin falta de (agradecido) riesgo, como José Luis Alemán, la cantera de nuevos valores empieza a tener notoriedad. Otros han emigrado, como el cada vez más interesante Juan Carlos Fresnadillo o el más irregular Luis Berdejo. Y otros no han trabajado nunca en España, aunque no les va nada mal en Estados Unidos, como es el caso de Jaume Collet-Serra. A todos estos nombres, y algunos que faltan, unamos ahora con fuerza el de Miguel Ángel Vivas.

No cabe duda de que este cambio generacional, esta nueva mina de talentos relacionados con el cine fantástico y el terror, se debe a que los jóvenes directores actuales llevan consigo unas influencias, un recorrido como aficionado, muy diferente al de las llamadas viejas glorias (o, en todo caso, directores veteranos). Esta gente, al fin y al cabo, es como nosotros. No todos, aunque en su mayoría, se nota a la legua que eran y son fans y consumidores compulsivos del cine que nosotros, al menos el que esto suscribe, nos llevamos tragando desde la adolescencia. Ese cine de casas encantadas, de zombies, de psicópatas. Ese Giallo de hace unas décadas, o el Torture Porn actual. Y, en el caso de Miguel Ángel Vivas, casi puedo afirmar que se ha visto unas cuantas de la llamada Nouvelle Horreur Vague, y también de aquel movimiento de violencia hiperrealista y contenido social/auto-critico iniciado, o puesto de moda, por Funny Games (1997).

Lo mejor: Factura impecable, dirección y montaje arriesgados y, muchas veces, efectivos, violencia tanto física como psicológica y tensión constante durante ochenta minutos. Manuela Vellés promete.

Lo peor: Cierta reiteración en el uso de trucos de montaje, y algunos actores (el amigo de la hija, el secuestrador español) propensos a la sobreactuación.


Red Hill

La venganza de un aborígen maltratado

Red Hill

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Red Hill

Desde la lejana Australia nos llega un debut, el de Patrick Hughes (director, guionista y productor de Red Hill), que transpira aires de viejo western por todos sus poros.

Una pequeña población lejana al mundanal ruido, unos defensores de la ley corruptos, un presidiario fugado que clama venganza y un joven policia obligado por las circunstancias a ejercer de auténtico héroe de la función. Estos son, básicamente, los elementos que maneja Hugues para edificar un debut cinematográfico del que así, de buenas a primeras, sorprende por una razón: Red Hill es una película visualmente hermosa, digna de ser contemplada.

Lo mejor: Se trata de un interesantísimo neowestern con un acabado ciertamente destacable.

Lo peor: Transita demasiados lugares comunes reduciendo la capacidad de sorpresa al mínimo.