
- Título original: Primal
- Nacionalidad: Australia | Año: 2009
- Director: Josh Reed
- Guión: Nigel Christensen, Josh Reed
- Intérpretes: Krew Boylan, Wil Traval, Zoe Tuckwell-Smith
- Argumento: Seis amigos acuden a estudiar unas antiguas pinturas rupestres en un remoto paraje de la selva australiana. Mel, una de las chicas, se encuentra mal tras la primera noche.
Como todo hijo de vecino un servidor tiene una comida favorita. Ese plato que te preparas cuando estás alicaído, o esperas ver en la mesa de la cocina cuando vas de visita a casa de tus padres, y del que, en definitiva, nunca te cansas, pero a determinadas alturas de la vida no conlleva ninguna sorpresa. En mi caso me decantaría por el chuletón de ternera: un buen trozo de carne magra (ojito con los chistes!) que en su punto, pasada por fuera y sangrante en su rosado interior, provoca en el que suscribe tremendos tembleques de placer. Esta divagación gastronómica entronca directamente con Primal, puesto que esta chorreante cinta es al cine lo mismo que busco en la mesa cuando aparece resplandeciente mi medio kilo de carne; soy consciente de que estoy tentando a la suerte con este exceso de alusiones cárnicas, tanto por ofender a nuestros lectores vegetarianos como por provocar al sector de las bromitas fáciles, al cual pertenezco. Pero… ¡adelante con los faroles!
La cinta del debutante Josh Reed es una revisión de los viejos mitos del cine de horror de video-club, incluso me atrevo a decir que bebe en cierta manera de Demons y Evil Dead, enfocando el meollo de la cinta desde una perspectiva suavemente moderna que tan bien ha funcionado en títulos como Cabin Fever, The Descent, Jack Brooks o, la también australiana, Wolf Creek. Resumiendo podríamos decir que Primal se trata de una visita guiada a los mismos lugares comunes y clichés que tan bien llevan funcionando desde hace más de tres décadas.
Es más, tanto desde los primeros compases de la cinta como en toda sinopsis publicada en la red ya nos enfrentamos a un hecho: Josh Reed acomete su proyecto personal con la vista puesta en un público, más bien talludito, que busque entretenimiento puro y duro sin darle muchas vueltas a la cabeza. Digamos que ejerce de cariñosa madre que, tras un día de trabajo agotador, te presenta un tremendo filete en su punto ante el cual contestas: “¡Vaya! ¡Más de lo mismo mamá! A ver si innovamos”, pero por dentro, y mientras deglutes, estás a punto de llorar de alegría pues tus penas se evaporan con ese gustito tan sabroso…
Hace 12.000 años algo primitivo y malvado reinaba la selva australiana. Los chamanes de las tribus locales intentaron avisar a los incautos con sus fabulas y pinturas, pero hasta ellos mismo se vieron sometidos frente a la brutalidad de un ente, superior al hombre a todas luces
El tiempo pasa y la frondosa selva se ha convertido en mero destino turístico o, en el mejor de los casos, reserva de conocimiento para los universitarios que buscan su ansiado post-grado. En esta última tesitura se encuentran Anja y sus amigos, seis chavales tiernecitos y recién salidos de la facultad, que cumplen a la perfección con cada uno de los arquetipos que un ser divino tuvo a bien insertar en sus genomas: el macho alfa, la libidinosa, la reflexiva, la mogijata, el gracioso y el intelectualoide.
En la procelosa selva, nuestros protagonistas acuden a investigar unas pinturas rupestres, justo al otro lado de una ominosa cueva, que ocultan un mensaje místico de sus ancestros cuya interpretación es lo único que les separa de un mal primigenio despertado por ellos mismos con dos gotas de sangre derramadas sin querer
Bueno, casi resulta complicado tomarse en serio el argumento y pese a ello, su principal responsable si que lo ha intentado y de que manera. En su opera prima Josh Reed participa en casi todas las facetas: director, guionista, editor y productor. Por eso mismo comentaba que este buen hombre tenía un público muy concreto en mente y un producto entre manos muy controlado. Fuera de procacidad fácil (y cuidado porque la cinta se prestaba a ello debido a la situación expuesta) Primal utiliza muy pocos actores y unos medios limitados para construir un relato de terror típico pero satisfactorio a través de la dosificación de los elementos de suspense pseudos-sobrenaturales y, obviamente, de las diferentes muertes que sufrirán nuestros apetitosos jóvenes.
Uno se tomaba con cierto recelo la obligada presentación de los personajes y las circunstancias tan manidas que viven en la selva, donde está claro que “algo” espera para dar buena cuenta de ellos. Sin embargo, el buen hacer de los actores y la adecuada progresión de los acontecimientos (algo banales habida cuenta que el desarrollo argumental de peso es nulo) nos mantienen a la espera de algo bueno, exactamente igual que en la distribución de tensión de la saga Demons. Además cuando llega el horror lo hace de una manera brusca, haciendo bueno el olvidado sentido de la triada principio-nudo-desenlace, y por un lado que no acabamos de esperar (pese al molesto trailer que se obstina en desvelar los tres ases que Primal esconde en la manga).
A partir de la infección de una de las chicas, por algo que la sume lentamente en un violento estado primitivo, se desencadena una lucha por la supervivencia, que en realidad es donde basa toda su fuerza la película, no haciéndole ascos al proceso de transformación de la pobre Mel, la hot-girl del grupo; perspectiva interesante aunque no especialmente novedosa (os acordáis que he citado Cabin Fever, ¿verdad?). Tal vez creando una ambientación sonora más potente, uno de los aspectos más pobres de la cinta, hubiésemos llegado a sentir incluso miedo; pero en una industria donde el “miedo” cinematográfico se nos presenta en forma de anodinas actividades paranormales, creo que es mucho pedir.
Estableciendo la base de que las cintas de “jóvenes atrapados en situación adversa, los veremos caer uno a uno”, se nutren de la complicidad con el espectador en jugar a ver quien sobrevive, como mueren, se desenvuelven y reaccionan entre ellos; observamos que el señor Reed, consciente de estas premisas, mide milimétricamente el ritmo de la película para interesar al espectador curtido y ofrecerle esa casquería que busca, pero solo en momentos puntuales, donde la dichosa cámara loca está lo suficientemente controlada como para dar sensación de “velocidad” sin sacrificar claridad: un punto técnico que combina a las mil maravillas con una iluminación espectacularmente falsa, la cuál convierte a la jungla en el otro gran personaje. El gran personaje, desde aquí un aplauso para la actriz que la interpreta (Ch’aska Cuba de Reed) y para su hermano, es esa bestia que gusta de dar saltos cual rana alucinógena olmeca… y no entraré en detalles porque me estoy acercando a un terreno peligrosamente cubierto de spoilers.
Ya puestos, y dado que el guión no es muy espeso, al menos su responsable, de nuevo el Sr. Reed, se esfuerza por hilar las pequeñas neuras, fobias y “tics” de los personajes dentro de la trama terrorífica dándoles en algunos casos un sentido “primario” muy sugerente. Lamentablemente es en el desenlace cuando toda la tensión de los impredecibles ataques bestiales se troca en fuego de artificio, pero de pólvora mojada. Este final contiene detalles grotescos que satisfarán a aquellos que con Piraña 3D se echasen unas buenas risas salvajes. En estos minutos finales se busca la detonación definitiva capaz de dejar pálido al mismo Blácula, y tan propia de esas cintas que conforman la rama genealógica de Primal, una conclusión apoteósica que se ve lastrada porque al estar tan pasada de rosca, y padecer de los peores efectos especiales de la película, no termina de casar con lo visto anteriormente. Por resumirlo, una ida de pinza (con lucha al mejor estilo show-motion como prefacio) que cobra representación en pantalla merced la aberrante escena sexual presentada, ¡y cuidado! digo “aberrante” por como se resuelve… en todos los sentidos representa todo un tributo al cine de Henenlotter. Sin embargo echa por tierra la, hasta cierto punto, seriedad con que se había tratado la tensión inherente a una situación in extremis de supervivencia, agudizando esa sensación de que estamos ante una película que es incapaz de mostrar la más mínima novedad fuera de los parámetros típicos del cine de terror underground. No es algo malo en sí, sobre todo porque no creo que se pretenda otra cosa, pero deja a Primal alejada de la película de culto inmediato que se ha querido vender por los circuitos de festivales independientes.
Una muy recomendable película de medianoche, que augura un futuro estupendo para su director y demuestra que en el cine de horror tienen más que decir las ideas claras que las originales, sobre todo en unos tiempos en los que uno casi desiste en ver algo remotamente novedoso que esté bien realizado, y decide conformarse con un producto entretenido, honesto y, sobre todo, bien aprovechado… y es que de vez en cuando un chuletón sienta de puta madre!!
Lo mejor: Los actores, la situación, la cuidada dosificación de escenas terroríficas. Este planteamiento, y acertado crescendo, es el que trae muchos recuerdos de glorias pasadas.
Lo peor: Un final que tal vez no case con la tensión del nudo de la cinta, y que, además, agudiza la falta de novedad argumental.