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Los últimos días

Entrevista a los hermanos Pastor

Aprovechando el estreno de su segunda película, Los últimos días, nos citamos con los hermanos y directores David y Àlex Pastor en Arc del Triomf, emblemático enclave de la misma Barcelona que exponen sucia y desolada en su relato post-apocalíptico. Allí hablamos del largo y complicado proceso de creación de la película, los pormenores de un rodaje ambicioso, del cine apocalíptico, de sus experiencias en las Américas y, por supuesto, de Barcelona.

Sus primeros recuerdos fantásticos se remontan al Alien de Ridley Scott y a Kubrick y su odisea en el espacio. Formados en el séptimo arte entre la ESCAC, la universidad Pompeu Fabra y la de Columbia, aunque ambos coinciden en apuntar que la verdadera formación es la del rodaje en práctica. Capaces de nombrar a Spielberg, Kurosawa, Scorsese o Clint Eastwood entre la lista de sus directores predilectos, y al mismo tiempo sacar a relucir la secuela de Hostel en plena conversación. Tras su debut con Carriers, recuperan la temática post-apocalíptica, pero no solo de pandemias viven los Pastor…

¿Os preocupaba que la gente tuviera esa percepción?

David: Entiendo que, desde fuera, pueda verse como que repetimos de nuevo el mismo tema que Carriers. Pero el mundo del cine es así, tu escribes muchos proyectos y después son las leyes y la demanda del mercado las que deciden que unos se hagan antes y que otros quizás ni lleguen a hacerse o tarden mucho más tiempo. De todos modos, Carriers y Los últimos días son películas muy diferentes, ni siquiera son del mismo género: una es un thriller dramático con elementos de terror y la otra se acerca más al cine de aventuras. La primera está ambientada en una zona rural y en espacios abiertos, la segunda es más urbana y se concentra en lugares cerrados. La primera es muy pesimista y la segunda es mucho más optimista. De hecho, es como si hubiéramos intentado hacer justo lo contrario.

Àlex: Sabíamos que nos enfrentaríamos a ello, pero para nosotros tenía mucho sentido que la película fuera hacia ese lado, era lo más coherente y la mejor manera de desarrollar la trama. No nos lo planteamos como idea de hacer otra película post-apocalíptica, sino que surgió de las propias necesidades de la historia.

Siempre la ha habido, pero en Los últimos años parece que la temática apocalíptica está más presente que nunca en el cine y, además, se mira desde múltiples géneros y perspectivas. ¿A qué creéis que se debe esa necesidad?

Àlex: Creo que tiene mucha relación con los tiempos inciertos que vivimos. Hace 30 años, a causa de la amenaza nuclear, también surgió mucho cine apocalíptico ligado a la posibilidad de una guerra. Ahora nos enfrentamos a otra clase de peligros y complicaciones: el cambio climático y las consecuencias que pueden surgir de ello como es el escaseo de petróleo o de comida, la crisis económica… Hemos perdido la seguridad en el mundo en que vivimos y en el sistema que nos rodea. Para bien y para mal, porque se ha demostrado que es un sistema más que imperfecto, y cuestionarlo es nuestra obligación. Y todas esas fantasías apocalípticas vienen producidas por los miedos de no saber exactamente cómo será el día de mañana. De darse cuenta de que las siguientes generaciones van a mantener un nivel de vida peor que las anteriores, cosa que jamás imaginamos. Siempre hemos tenido la seguridad y la sensación de ir a mejor, y ahora mismo no es así.

Mucho de esto que cuentas es parte del subtexto más crítico de Los Últimos Días. ¿Tocar esos temas era vuestra intención desde buen principio?

Àlex: Una de las primeras ideas que tuvimos fue la de la agorafobia, incluso mucho antes de que supiéramos que la película acabaría siendo apocalíptica, al final esa era la consecuencia más inevitable si algo así ocurriera de manera global. Y precisamente fue ese tema el que rápidamente connotó ciertos temas que iban mucho más allá de la trama y que nos resultaban interesantes por todo lo que simbolizaban, para intuir de qué era esa agorafobia síntoma y consecuencia.

También puede influir el hecho de que en el momento de escribir el guión estábamos viviendo en Nueva York, una ciudad muy grande y dura que ejemplifica a la perfección todo el estrés de la vida moderna, el ruido constante que nos rodea, las prisas, el insomnio…, todas esas cosas nos eran muy familiares por aquel entonces.

David: El proceso partió principalmente de la agorafobia, después surgieron los temas, más tarde llegamos al fin del mundo y finalmente a la localización. No partimos con la idea de destruir la ciudad. La historia era prioritaria y después buscamos un lugar donde situarla. Y puesto que nosotros somos de aquí, nos atrajo mucho la idea de ambientarla en Barcelona.

Es una película muy exigente a nivel de producción y localizaciones. ¿Cómo vivisteis todo ese proceso?

David: Fue largo y complicado, básicamente porque nosotros queríamos rodar en ciertas calles emblemáticas de Barcelona, lugares muy céntricos que nos parecían necesarios para la película, y son precisamente las calles que menos gracia les hace cortar al Ayuntamiento. La primera reacción fue de negativa y de buscar otras opciones más factibles. Pero esas otras opciones no representaban la Barcelona monumental y transitada que nosotros queríamos mostrar. Fue un proceso de mucha perseverancia. Alberto Álvarez, el gran responsable de producción de esta película, pasó por muchas reuniones y negociaciones con instituciones (Ayuntamiento, Guardia Urbana…). Una persona muy entregada y dedicada que sabía lo importante que era conseguir esas calles y que luchó a muerte por ello. Por eso siempre le estaremos agradecidos.

¿Ya habías trabajado con él?

David: Sí. Habíamos trabajado con él en el teaser que se hizo al principio para mostrar la idea a inversores, actores, cadenas de televisión y ventas internacionales. El teaser era la mejor forma de convencer a la gente de que era una película muy compleja y ambiciosa, pero que se podía hacer. Por que a priori surgieron muchas incógnitas del tipo: ¿Pero realmente se puede rodar esto en Barcelona?, ¿Tendrá el look que necesita la historia?, ¿Cómo se representará visualmente la agorafobia? El teaser contestaba a todas esas preguntas y generaba el interés de la gente.

Lleváis 3 años con este proyecto…

Àlex: E incluso más. Las películas, en general, son procesos muy largos, sobretodo si también eres el guionista. No solo tienes la idea y la desarrollas, sino que también tienes que combinarlo con otros trabajos que, mientras tanto, te ayuden a pagar el alquiler, y quizás no puedes dedicarte al 100% en ese momento. Además también se compaginan con otros proyectos que es posible que al final no lleguen a concretarse. Pero sí que llegó un punto, después de 3 años, en que este se convirtió en nuestra prioridad. Dedicamos dos años de trabajo puramente exclusivo en él.

¿Ha cambiado mucho desde los primeros borradores?

David: Es una evolución constante. Hay cosas que han cambiado muchísimo a medida que hemos ido desarrollando la historia, y otros elementos que igual estaban ahí desde el primer día de repente caen en la sala de montaje. Empezamos a trabajar en la historia cuando aún no había estallado tan fuerte la crisis económica, y a medida que íbamos escribiendo, veíamos cómo se hundían los mercados financieros, empezaban los desalojos, la tasa de paro se disparaba, y de alguna manera, todo lo que iba sucediendo a nuestro alrededor acababa influyendo y encontrando la manera de meterse en la historia.

¿Hubo alguna secuencia especialmente difícil de rodar?

Àlex: Uf, ha habido tantas… Cada una tenía sus propias complicaciones. Rodar en el metro era un lio porque teníamos que bajar todo el equipo a peso hasta las vías y no funcionaban los ascensores. A parte teníamos que marear a casi 400 extras para meterlos en esos espacios, vestirlos, maquillarlos, darles indicaciones, atrezzo que manipular y además vigilar que no mirasen a cámara. Y todo esto a oscuras y en un lugar húmedo con el peligro de que alguien se resbalase y se hiciera daño. Y cuando creíamos que eso era lo más complicado, llegábamos a las cloacas, con agua hasta los tobillos y encontrándonos con la dificultad de tener que montar una explosión en un lugar cerrado, con el miedo de que pase algo inesperado. Y la semana siguiente teníamos que trabajar con animales… Y la otra prender fuego a un tipo… (risas).

David: Aunque quizás la del super fue una de las más complejas a muchos niveles: trabajo con especialistas, mucha violencia, fuego y un plano secuencia…

Àlex: Sí, el super requería mucha complicación técnica, por la manera cómo lo queríamos rodar, el elemento del fuego lo hacía muy peligroso para rodar en una localización real, por eso usamos decorado.

David: Es uno de los pocos decorados porque precisamente la gracia de esta película es que la gran mayoría de localizaciones son reales, atrezzadas y digitalmente extendidas, pero reales (el metro, las estaciones, los túneles de cloacas…).

Da la sensación de que hay, también, cierta intención de retratar la Barcelona actual.

Àlex: Sí, una de las instrucciones que dimos a la directora de casting que llevaba el tema de los figurantes, era que queríamos ser realistas con cómo es Barcelona hoy en día, de otro modo perdíamos verosimilitud. Y la Barcelona de hoy en día es muy multicultural. Se perdería incluso visceralidad si las personas que vemos en una escena de masas fueran todas iguales.

David: Hay que vigilar con las agencias de casting y figuración porque a veces te traen a gente muy homogénea, como salidos de un anuncio de El Corte Inglés. Por eso decidimos no hacer servir agencias de figurantes, sino hacer un llamamiento abierto de casting para que se presentara todo el mundo y luego seleccionar gente de todo tipo para crear esa variedad que queríamos.

Os habéis formado a medias entre Barcelona y Estados Unidos, además del debut americano. ¿Cómo han influido esas experiencias en vuestra carrera?

David: Yo estudié en Columbia, que de toda las academias de cine americano probablemente sea la más europea, una escuela muy dirigida al cine de autor, al drama, al guión y a la dirección de actores. Era más bien lo contrario a una escuela Hollywood, por llamarlo así. Lo más importante que aprendí allí es la necesidad de escribir cada día, algo que aquí nadie me había inculcado.

Àlex: El cine, realmente, se aprende haciéndolo. Yo estoy muy contento con mi formación en la ESCAC, pero donde realmente aprendí fue rodando el cortometraje de fin de carrera (La Ruta Natural). Dirigiendo tanto Carriers como Los últimos días hemos aprendido muchísimo porque manejamos una gran cantidad de elementos. Pero si hay algo concreto que sacamos en claro de la experiencia americana, es el conocer más de cerca el mundo del politiqueo y el funcionamiento de los estudios. Vimos cómo aprender a navegar por un mundo mucho más cargado de imperativos económicos y de intereses comerciales. Eso es lo que realmente distingue a Estados Unidos de España en el contexto de producción cinematográfica. No es lo más sano para la parte creativa del trabajo, pero al mismo tiempo es necesario conocerlo para entender que no solo tienes que hacer tu película sino que también tienes que crear el vínculo con el espectador y conseguir que la gente la vea. Eso de hacer una película que se quede en un cajón como ejercicio puramente masturbatorio no sirve de mucho.

David: Además hay que recordar que en Estados Unidos nos dieron la oportunidad de debutar, que ya es mucho. Así que por muy conflictiva que puedan ser las relaciones con los estudios, fueron ellos los que pusieron el dinero sobre la mesa y dijeron: tomad y haced vuestra primera película. Algo que aquí en España era y es mucho más difícil. Afortunadamente, ahora hemos podido hacer la segunda aquí, pero la principal razón de ir a Estados Unidos a rodar Carriers es porque aquí no había manera.

¿Os atrae la idea de dirigir una secuela?

Àlex: El tema salió mucho durante el rodaje, pero como broma recurrente. Solo de pensar en lo difícil que fue rodar los 3 ó 4 últimos minutos de la película, no podemos ni imaginar lo complicado que sería hacer lo mismo durante hora y media. ¡Sería la película más cara del cine español! (risas).

David: Podría ser interesante, pero por un lado sería complicadísimo y carísimo; y por el otro, sería coger algo que acaba bien y ensuciarlo solo alargar la historia. Es como Alien 3, si ya se habían ido y todo estaba bien, ¿porque tienen que matar a la niña y al soldado? Es algo que jamás le perdonaré a esa saga (risas).

Àlex: A mí me pasó lo mismo con Hostel 2. Solo empezar se cargan al protagonista de la 1 y piensas: joder, me he pasado dos horas padeciendo para que este tipo se salve, salgo super contento de la primera y tres minutos después se lo cargan. Ya te quedas con mal cuerpo (risas).

Es decir, que no es una opción a tener en cuenta…

Àlex: Seguramente no. Pero siempre se dice aquello del ‘nunca digas nunca’ por si acaso (risas).

David: La película tendría que ir muy, muy, muy bien…

¿Cuales son vuestras expectativas?

David: Seguramente cuando esto salga publicado ya se sabrán datos, pero el feedback que hemos tenido en los preestrenos ha sido positivo.

Àlex: Pero el problema aquí es que lo complicado es sacar a la gente de casa y llevarla hasta el cine. Y esa es precisamente la parte que más lejos nos queda. A nosotros lo único que nos queda es hacer la mejor película posible para que, una vez la gente esté sentada en la butaca, se lo pase bien, se emocione y con un poco de suerte, reflexione. Lo otro no depende de nosotros. Solo tienes que fijarte en las diferencias que hay entre la película que es número 1 y la que es número 2 en un fin de semana de estreno. Es abismal. Da miedo.

¿Tenéis algún proyecto nuevo en mente a corto plazo?

David: Tenemos ideas, pero aún es muy pronto para saber cual saldrá. Basta que digamos que nuestro próximo proyecto será X, para que luego se caiga.

Àlex: En estos últimos años hemos tenido la experiencia, entre una película y otra, de intentar levantar muchos proyectos, de haberlos mencionado, y que a los dos años alguien te pregunte por él y tengas que decirle que murió hace año y medio. Es como que te recuerden constantemente sobre un familiar fallecido (risas). Por eso preferimos no hablar de nada hasta que no pisemos sobre seguro.

Texto: Samdra.
Fotos: Andrea Nieto.


Vuestros comentarios

1. 08 abr 2013, 19:22 | Fatone

Los hermanos Pastel digo Pastor…………….
El parecido entre ambos es increible, casi parecen gemelos.
No pretendo ofender a nadie que os conozco, de la misma manera que otros no han querido herir a ningun admirador de Rza en la reseña de El hombre con los puños de hierro.
Yo no he visto la pelicula ni lo hare pero, me han dicho la gente que si lo ha hecho que no esta mal, otros incluso me la han recomendado pero dudo que pierda mi tiempo con nada hecho por estos señores( ya escarmente con Carriers)

2. 08 abr 2013, 19:41 | Bob Rock

Enhorabuena por la entrevista Samdra. Sigue así, un abrazo!

3. 08 abr 2013, 21:25 | Samdra

Gracias por leerla, Bob :) Un abrazo

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