La cita

Tras su malograda aventura en Scream 7, proyecto que el californiano abandono en favor de Kevin Williamson para la nueva película de Ghostface, Christopher Landon tomaba las riendas de la cinta que hoy nos ocupa tras sus geniales Feliz día de tu muerte y Freaky y su genérica streamingera We have a ghost…

Drop comienza siendo toda una declaración de intenciones de lo que Landon propone, un cambio de tono con respecto al resto de su obra, más rudo y malrollero (aunque no se resiste a incrustar en las líneas de diálogo algún que otro chiste malo o frase hecha) y sobre todo muy al grano. Desde su génesis se nos plantea una trama sencilla pero eficaz, que juega con el espectador desde sus dos puntos de vista más interesantes, véase su narrativa y puesta en escena, algo que el director controla a la perfección y el uso de las nuevas tecnologías como herramienta antagonista principal. Esto ya veníamos viéndolo desde hace unos años a esta parte, pero incluso siendo un elemento “joven”, ya ha sido tan explotado que se ha visto en la obligación de renovarse, dejando como resultados, por ejemplo, la nueva corriente de horror IA, ya saben M3gan o La acompañante, o esta La cita, que desgranándola muy a fondo no deja de ser el clásico thriller de suspense con acoso, pasado por la batidora del siglo XXI y sus apps.

Y hablando del suspense, es uno de los ingredientes más importantes y acertados de la propuesta. Si eres capaz de, llegados a cierto punto, dejar de hacerte preguntas obvias en lo que sería un escenario realista y comienzas a ignorar ciertas licencias e incluso, vamos a decirlo, agujeros de guion, su tensión es tan absorbente como divertida. Y es que, sin llegar a ser un filme de terror al uso (llamativo viendo que aquí han unido fuerzas Platinum Dunes y Blumhouse) sí cumple con el cometido de cualquier producción de género, entretenimiento de altura de principio a fin.

El cambo de atmósfera y halo le ha venido bien a Landon, aunque personalmente sigo prefiriendo sus películas más satíricas. Aquí, también puede lucirse sin olvidar el factor comercial, el cual parece estudiado a fondo, y es que la dosis de violencia de Drop es la adecuada para los tiempos que corren y que nadie se escandalice en salas o posteriormente en el salón de su casa, para así amasar el mayor número posible de espectadores.

Y no puedo despedirme sin antes mencionar, dentro del apartado interpretativo, cómo no a Meghann Fahy, actriz de extraño nombre que realiza un muy buen trabajo frente al objetivo y con quien empatizas en todo momento. Sufres y te diviertes a partes iguales a su lado, algo no tan sencillo por mucho que el guion, escrito a cuatro manos entre Jillian Jacobs y Christopher Roach siempre invite a ello.

En resumidas cuentas, película sin pretensiones de grandeza que consigue lo que se propone, sobradamente a mi modo de ver, ya que te tendrá pegado a la butaca durante sus poco más de 90 minutos sin mucho problema, siempre y cuando dejes tu smartphone guardado y en silencio durante la proyección.