Jessabelle

Volviendo a su casa de la infancia en Luisiana, para recuperarse de un accidente de tráfico horrible, Jessabelle se encuentra cara a cara con un espíritu atormentado que ha estado buscando su regreso y no tiene intención de dejarla escapar.

Otra de fantasmas, y van… aunque en este caso, al situarse la trama en la atmosférica Luisiana y con dejes de vudú en su historia, quizás consigamos dar con la mezcla adecuada frente a la decena de títulos que inundan el mercado actualmente. Sin ir más lejos, se pueden entrever ecos de “The Haunting in Connecticut 2” en “Jessabelle”. Uno no quiere meterse en la eterna polémica de si hay que dar prevalencia a la originalidad, a la sorpresa frente al acabado final, al poder de sus imágenes. Cuando hablamos de películas comerciales, estrenadas sin problemas en salas de cine, parece que quizás debamos apuntar hacia la calidad de su guión, pues la de sus valores de producción se sobreentiende, pero al cine vamos, al fin y al cabo, a divertirnos. Puede que unos cuantos intelectuales de medio pelo busquen a Jodorowsky en cada nuevo director con pantalones de pitillo, aunque divertir al espectador medio, entre los que se cuenta el grueso que da de comer a los estudios de cine, no incluye discursos existencialistas de dos horas. Por ello, quizás no debamos pedirle a “Jessabelle” más de lo que ofrece su tráiler: tópicos a porrillo arropados con una bonita fotografía y cierta dignidad fílmica. Por ejemplo lo que ofrecía “Sinister”, cinta que a pesar de olerse cada pequeño paso que da, funciona muy bien a un nivel básico.

Pienso que la cinta que hoy nos ocupa, retrasado su estreno por Lionsgate hasta finales de agosto de este año, puede cumplir fácilmente con unas expectativas ajustaditas. Al fin y al cabo, su director es un tipo solvente que sabe de qué va esto del terror: Kevin Greutert, director de “Saw VI” y “Saw VII” y editor de un montón de películas de género. No obstante sí resulta curiosa la autoría del guión, pues nuestro hombre en cuestión, Robert Ben Garant, está más relacionado con la saga “Noche en el Museo” y el humor familiar (“Un canguro súper duro”, por ejemplo) que con algo remotamente macabro. Lo cual me gusta, sí señor. Una mirada que quizás por distinta pueda aportar ciertos detalles curiosos dentro de un desarrollo más bien manoseado. De hecho, que la protagonista sea una jovencita indefensa en silla de ruedas (¿Se debería haber llamado la película “Clara”?) no parece el recurso más retorcido del mundo, pero tampoco podemos decir que se haya sobre explotado.

Con dos jóvenes actores de moda, Sarah Snook y Mark Webber, estamos ante una película que satisfará a los pocos exigentes y completará la programación de los enfermos mentales que devoramos cualquier producto rectangular con la etiqueta “terror” en su portada.