Extraordinary Tales

Siempre es un placer volver a sumergirse en la literatura del gran Edgar Allan Poe y redescubrir la imperecedera calidad de su obra, que aun a día de hoy sigue fascinando por la intensidad y capacidad macabra de sus historias. Si además la forma de revisitar al genio norteamericano es a través del cine de animación, la ocasión no se podía desaprovechar. Desde 2013 llevaba completada la producción de “Extraordinary Tales”, una antología dirigida y escrita por Raúl García, director de “El Lince Perdido” y colaborador en distintos proyectos animados de Disney, que ha empezado a moverse hará unos pocos meses, tras su estreno en Sitges. Más en concreto en la programación de la sala “Brigadoon”, lo que ya indica uno de los grandes desplantes que se la ha hecho a esta obra: relegarla a un injusto segundo plano dentro del panorama fantástico.

Cinco son las historias que recoge la película, quizás las más famosas y logradas de su creador: “La Caida de la casa Usher”, “El Pozo y el Péndulo”, “La máscara de la muerte roja”, “La verdad sobre el caso del señor Valdemar” y “El corazón delator”. Un muestrario de lujo en lo que a terror clásico, entre lo gótico y lo moderno, se refiere. Los diferentes cuentos han sido abordados con cinco estilos pictóricos muy distintos entre sí, en un intento por realzar las características propias del relato mediante su presentación gráfica; lográndolo tan sólo a medias. Esta peculiaridad ha sido criticada injustamente, por aquello de perder cohesión la película a nivel global. Sin embargo, me parece una gran idea abordar cada historia con un estilo, creando un variado mosaico, aportando variedad así como las herramientas para sumergirnos en cinco submundos, muy diferentes ente sí, que a día de hoy siguen igual de frescos que hace más de cien años.

Aunque es cierto que el resultado final dista de lo que merece una obra tan importante. El fallo no viene tanto por enfocar cada narración como una producción distinta, creando pequeños microcosmos distantes entre ellos, si no en la limitación de sus desarrollos. Es decir, la brevedad con que se expone cada uno de los cuentos, unos diez minutos de media, minimiza el impacto que puedan suponer sobre el espectador. Digamos que suponen un resumen de lo que sería el cuento original, y teniendo en cuenta la calidad de los mismos, es hacerles un flaco favor al comprimirlos hasta límites inaceptables. Quizás hubiese sido mejor seleccionar tres en lugar de cinco relatos, pero claro, García buscaba la mayor exposición posible. Así como, esto es una apreciación muy personal y discutible, cierto grado de dulcificación a medio camino de la animación juvenil; maneras que jamás casarán con la diabólica prosa de Poe.

El peor ejemplo de esta “dulcificación” sería el segmento de unión entre los cinco cortos principales: el protagonismo lo adopta un cuervo que representa a Poe, entonando un dialogo bastante pobre con La Muerte en un cementerio con reminiscencias de “Coraline”. Este material, original de Raúl García, luce ñoño e innecesario, muy alejado del malditismo enarbolado por Poe. También hay que reconocer que la última historia, “La máscara de la muerte roja”, deshace estos amaneramientos infantiles en pro de una decadencia siempre bienvenida.

Además, pero esto ya no es pecado de García, la obra de Poe siempre he sentido que se sintetizaba de manera magistral, sobre todo en lo que a apartado gráfico refiere, en las adaptaciones de Richard Corben y Breccia. Entonces, todo lo que venga detrás siempre será menos intenso. Porque las diferentes interpretaciones pictóricas que se llevan a cabo en “Extraordinary Tales” son loables, pero les falta “algo”, carecen de esa magia siniestra que sí posee Corben. En lo particular, no me he sentido trasladado al universo de Poe. Eso sí, el titánico trabajo tras las animaciones merece mayor difusión que la lograda hasta la fecha; sobre todo en el ámbito nacional, donde todavía se mira por encima del hombro a los “dibujos animados” frente a las película de acción real. Yo os regalo toda la producción de “éxitos españoles” (“Palmeras en la Nieve”, “Ocho apellidos vascos”, “El Príncipe”) a cambio de un “Extraordinary Tales”. Técnicamente, con sus limitaciones, García consigue un acabado muy digno que ha permitido a su película recorrer con orgullo medio mundo. Parte de culpa de estos altos valores de producción la tiene su jugoso presupuesto: dos millones de Euros, provenientes en buena medida de fondos europeos.

Mediante animación por ordenador en 3D; experimentos en blanco y negro a la memoria de Alberto Breccia, otro maestro al que el homenaje no le hace justicia, de tal forma que incluso algunos lo han entendido como un tributo a Frank Miller; ilustración clásica con ecos de la era dorada del pulp, “Weird Tales”, “Magic Carpet”, “Argosy”*…; acrílicos decadentes para construir un ocaso de corrupción muy estimable… diferentes visiones para un mismo autor: Poe, que a pesar de la *levedad con que se aborda sus historias, sale incólume como siempre. Da igual la reinterpretación, un poco como pasa con Lovecraft, el sustrato bajo la adaptación es tan fuerte que sus seguidores, entre los que me cuento, gozamos tantas veces como sea necesario del viaje hasta nuestros queridos relatos. A esta sensación de familiaridad ayudan unos simpáticos narradores que recorren el grueso de los cuentos con una encomiable dedicación: Guillermo del Toro, Christopher Lee, Julian Sands, Roger Corman y Bela Lugosi, este último a través de un archivo sonoro de poca calidad, pero su voz, perdida en los océanos del ruido blanco, adquiere la curiosa consistencia del pasado, logrando un escalofrío en la columna vertebral de este humilde aficionado.

En definitiva, no estamos ante la película que debería hacer justicia, de una vez por todas, al genio inmortal de Poe, pero si una antología que no aburrirá a nadie, más si tenemos en cuenta su escasa duración. Guardamos un grato recuerdo de las adaptaciones de Corman, alcanzando su culmen de la mano de nuestro querido Vincent Price, aunque deseamos con todas nuestras fuerzas que las “Narraciones Extraordinarias”, así como los ciclos de Cthulhu, lleguen algún día a buen puerto cinematográfico. Hasta ese momento, que quizás nunca llegue, agradecer a Raúl García el intento, pero pidiéndole para próximas ocasiones que no desvirtúe el material primigenio con añadidos, mucho menos si son tan empalagosos como el maldito cuervo.