El sucesor

Llega a nuestras carteleras la nueva película del director Xavier Legrand . Para aquellos que no tengan localizado su nombre, su anterior filme es un espeluznante drama que, aunque no es de terror, te mantiene en vilo durante sus secuencias finales. Y no soy el único que opina así: Custodia compartida se coló en los rankings de lo mejor en cine de género de su año (2017) en varias webs especializadas.

El sucesor, que es el título de esta nueva película, vuelve a ser un drama y también se adentra, esta vez con aún más intensidad, en los códigos del thriller y del terror. Desgraciadamente, debido a un giro argumental que busca sorprender por completo al espectador, apenas podemos extendernos en esta crítica.

El protagonista, Elías, es un diseñador de moda que acaba de asumir el control creativo de una firma de alta costura parisina. Durante el desfile inaugural, comienza a sentir molestias cardíacas que podrían ser un síndrome heredado de su padre, con quien no mantiene relación. Mientras duda si consultarle sobre su salud, recibe la noticia de su fallecimiento. Al parecer, nadie quiere hacerse cargo de las exequias, así que el diseñador viaja a Montreal, a la casa de su progenitor, donde se enfrentará a lo inesperado.

Xavier Legrand aborda nuevamente la paternidad como un elemento tóxico. Aunque el protagonista parece querer desentenderse por completo de lo que fue su padre, ha heredado de él sus patologías. Los repentinos acontecimientos lo desafían a decidir si también ha heredado otras cosas…

La película se inicia con un elegante desfile de moda, lo que permite al director tensar la acción con la cámara y desplegar la banda sonora en todo su esplendor. Además, construye una espiral visual, símbolo del descenso a los infiernos que está por venir. Es un acierto ambientar al protagonista en un mundo tan pulcro, sensible y perfeccionista como el de la moda, para que las acciones que se avecinan nos descoloquen aún más.

Tuve la oportunidad de ver El sucesor en un cine lleno de público, y aunque intuía el giro argumental desde hacía minutos, un sobresalto recorrió la platea. A partir de ese momento, Legrand nos invita a disfrutar (o a sufrir) contemplando al personaje protagonista mientras trata de superar una situación que, como las arenas movedizas, lo hunde más profundamente cuanto más intenta esquivarla.

El excelente trabajo interpretativo de Marc-André Grondin logra que sintamos muy de cerca todo el estrés y el terror al que se enfrenta el protagonista. Otro gran aliado de la película, al igual que en Custodia compartida, es la habilidad del realizador para trabajar con lo que está fuera de campo, lo que nos obliga constantemente a completar mentalmente las acciones que suceden en los márgenes de la pantalla.

Sin embargo, para llevar la pesadilla de El sucesor a sus últimas consecuencias, el guion fuerza, en mi opinión, con cierta torpeza, la reacción del público. Así como en su giro inicial se escuchó un suspiro ahogado de congoja, a los pocos minutos también se oyeron varias carcajadas cuando la historia accidentalmente llega a un punto sin retorno. Algo de lo que la película no se recupera del todo.

Para evitar hacer spoilers, diremos que la película se relaciona con dos filmes de los cuales estoy seguro de que el director ha tomado más elementos de los que confiesa. Uno de ellos es un film austriaco de Markus Schleinzer, tan desagradable como hipnótico, y el otro es un thriller comercial, entretenido pero poco más, del director Vaughn Stein.

Bastante más cuestionable en calidad que Custodia compartida, El sucesor es, en cualquier caso, un film muy interesante; pulcro en su presentación y sin violencia, pero ponzoñoso en su desarrollo.