cerdita

Cerdita fue un cortometraje de 2018. Como a cada cerdo le llega su San Martín, narraba la historia de una víctima de bulling que es rescatada inesperadamente por un sicópata que amenaza con pasar a cuchillo a sus acosadoras. El film funcionaba como un tiro, tanto que su directora, Carlota Martínez Pereda , se hizo con el Goya al mejor cortometraje de ese año, propiciando con ello el salto al largo de su historia. Cerdita la película, amplía la descripción del pequeño mundo que asfixia a su heroína entrada en carnes y se adentra en los dilemas morales que anteriormente se dejaban a criterio del espectador. Por el camino, crea el mejor acercamiento hasta la fecha del cine patrio al movimiento del terror extremo francés, el denominado Nouvelle Horreur Vague, y dentro de éste, rinde entregada pleitesía a uno de sus títulos fundacionales: Alta tensión de Alexander Aja. Suena bien y como veréis tras leer esta reseña bien se queda. 

Sara ( Laura Galán ) es una chica con sobrepeso que sufre el acoso y el señalamiento de medio pueblo. Aparentemente sólo su padre parece mostrar empatía y valorar las virtudes de la muchacha, mientras su madre (Carmen Machi) ve como única culpable de sus problemas a la propia Sara. La acción nos sitúa en pleno verano, en un día en que las que tendrían que ser sus amigas deciden ensañarse con ella con especial crueldad. Algo que no pasa desapercibido a la mirada de un inquietante forastero, que ella que descubrirá es en realidad un sanguinario sicópata. Cuando este personaje se lleve a sus acosadoras, Sara tendrá que decidir si denunciar el caso o mirar, como hace todo el pueblo ante su humillación, para otro lado. 

Cerdita repite el tratamiento formal del corto. Nuevamente encuadra la imagen en 4/3, repite una paleta de color apastelada, reincide en los mismos paisajes e incluso en el planteamiento de varias de las escenas; aunque cambia el tono general del conjunto introduciendo un toque de humor costumbrista, que funciona bien en muchas ocasiones pero que pincha en otras, y momentos mucho más intensos en lo tocante a violencia.  

También repite protagonismo la actriz Laura Galán y varias de sus amigas. El personaje que interpreta Claudia gana en profundidad y en tics (a los gestos raros con los ojos y los ataques de ansiedad, sumamos una adicción a la bollería industrial descontrolada y la tricotilomanía (comerse o chuparse el pelo)). También sumamos varios kilos a su aspecto. El reto crece porque, aunque su personaje es parco en diálogos, estará omnipresente y midiéndose el cobre con grandes intérpretes como Carmen Machi o Pilar Castro. Además, explora momentos realmente intensos de los que sale casi siempre bien parada a nivel actoral. Solo cuando, como los cantantes de ópera con las notas altas, ha de desgañitarse interpretativamente asoma cierta falta de experiencia. 

La que sí saca partido a fondo del guion es Carmen Machi, que borda el papel de madre injusta y cerrada de miras y a los pocos minutos resulta odiosa y mezquina, en un claro ejemplo de las dinámicas ponzoñosas que se generan en los pueblos pequeños de España. Pilar Castro, que es una fantástica actriz, se percibe algo perdida entre gritos y excesos de un personaje, la madre de una de las chicas desaparecida, dibujado con trazo algo grueso.

Cerdita sustituye al actor que interpretaba al sicópata por Richard Holmes, forzudo fofisano amenazante y atractivo a partes iguales. Una magnífica elección de casting (físicamente) para despertar en el personaje de Sara los sentimientos encontrados entre deseo sexual y miedo. Como con Laura Galán, a Holmes la intensidad interpretativa se le escapa un par de veces de las manos. 

La primera media hora de Cerdita es básicamente el cortometraje depurado y reconstruido con más medios y acierto. Introduce las redes sociales como un arma más del acoso pero también como un cuento de hadas al que aspirar cuando eres un inadaptado, e introduce la influencia de los padres en los patrones de conducta tanto agresiva como pasiva de los hijos. Pasados los acontecimientos de la historia previa, la cinta nos cuenta qué pasó después, zarandeando a la protagonista entre denunciar el secuestro o librarse para siempre de sus acosadoras… os podéis imaginar que la decisión se irá complicando, pues su desconocido aliado tiene ganas de repartir más daño. Así, esta segunda incursión en el mundo de Sara se adentra sin complejos en el cine de terror más visceral. La violencia y la amenaza soterrada de los primeros compases, con ladridos de perros, o gritos de fondo, da paso a una violencia explícita, pero siempre elegantemente presentada que, para contentar a todos, se salpimienta con dos momentos de gore. En cualquier caso, aterra más (como ya hacía en el corto) cuando intuimos en lugar de ver. Como mencionábamos al comienzo, fiel al estilo del Nouvelle Horreur vague,  Carlota Pereda extiende las persecuciones y los instantes de supervivencia para explorar la narrativa del suspense y lo hace muy bien, aunque a ratos da la sensación de que hubiera sido necesario algo más de presupuesto para resolver con mayor soltura ciertas escenas…  aunque todo se perdona gracias a otras como la elipsis entre la sangre y una sandía, o la secuencia de los fondos de la piscina (mucho más escalofriante que en la original sin, aparentemente, cambiar gran cosa. Cualquier conocedor de la cinta Alta tensión pensará en ella a lo largo de varios momentos del film, aunque también encontré en el guion el aroma a una cinta pequeña y alejada del terror llamada Dios es mujer y se llama Petrunia. 

Con muchos “peros” porque es una aventura muy irregular en calidades, Cerdita merece y mucho la pena si te va el terror, y se perfila como una de las indispensables del proximo festival de Sitges (También estará en el SSIFF). Es de esas cintas a las que se perdona con agrado sus fallos porque apuntan a hacer algo fresco y salvaje en nuestro cine. Un film que auna respeto al aficionado curtido, modernidad y también admiración por sus precursores en el género.