La Muerte

Yazgo a su lado sintiendo una inusual tristeza y preguntándome por qué. Lo descubro, acabo de tomar conciencia de la muerte.
Veo sus ojos cerrados y comprendo qué es la muerte. La ausencia total.
El pedazo de carne sin alma, no es más que eso, un pedazo de carne, que ahora empezará a descomponerse. Y después de eso, la nada.
Fabián está aquí conmigo pero no estamos juntos. Eso es la muerte.

Tantas veces te hubiese aplastado como a una cucaracha…hubiese sido fácil martillarte la cabeza mientras dormías…pero creo que elegí la forma acertada, si, definitivamente envenenarte fue lo mejor.
Disfruto este momento, donde te veo sereno en la cama totalmente ajeno, ignorante de lo que te hice.

Si te miro bien, hasta pareces tierno, ahí, con tu boquita semiabierta, tu piel relajada y tu cuerpo estirado…
Si pudiera, te despertaría, para decirte lo que siento, para que me veas reírme en tu cara! ¡Pero no podes despertar! ¿No es cierto mi amor? ¡No podes!
Debería ir a cavar el pozo…pero no tengo ganas…me quedo un ratito más en la cama, me estiro, te pateo, me relajo, y empiezo a vivir una vida nueva. No puedo dejar de sonreír.

Revivo el momento una y otra vez; la cara de feliz cumpleaños con la que llegaste de trabajar, mi falsedad al recibirte con la comida servida, ¡Ja! ¿No te diste cuenta de que algo andaba mal? ¡No!, ¡Qué te vas a dar cuenta!
Y cuando te pregunté: ¿Qué tal tu día? Y me contestaste:- terrible, “estoy muerto”-… que ironía… pensé mientras te abrazaba con un odio que vos confundiste con pasión.
Y durante la cena tampoco sospechaste nada ¿no? Hacía rato que no te veía tan contento…pobre infeliz.

No se si te voy a enterrar acá, sería como seguir teniéndote de algún modo…mejor, te cargo en el baúl del auto y te llevo lejos…aunque no va a ser fácil levantarte mastodonte, eh?

Miro a la ventana y ya está amaneciendo. ¡Que rápido pasa el tiempo!
Debo sentarme en la cama porque siento que me falta el aire, me cuesta respirar, ¿qué será? ¿angustia? Imposible…¿qué me pasa? Intento relajarme, te miro, y entonces siento un frío en la nuca que casi me desmaya.
Te moviste… ¿Me estoy volviendo loca? ¡No se te ocurra moverte!
El ruido del despertador me detuvo el corazón.
No puedo sacarte la vista de encima para cerciorarme de que no te estás moviendo. ¡El muy hijo de puta es capaz de volver de la muerte solo para joderme la vida!
Mejor te desaparezco antes de que…¿qué? ¡Se mueve! ¡Se está moviendo! Busco en mi mesa de luz la lima de uñas, decidida a clavársela en el pecho, ¿dónde está? ¡Donde está!
Giro y lo veo sentado en la cama, mirándome y quedo totalmente muda e inmóvil.
¿Qué te pasa? ¿Te cayó mal la comida putita?- me dice sonriendo.
Se viste para ir a trabajar.
El mundo se me viene encima y me aplasta la realidad.
Ahora lo entiendo, la muerta, soy yo.

Por Eli Campora