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Estación Rocafort

Mind the gap

Estación Rocafort

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Con ciertas reticencias morales, emprendo el análisis de la cinta de Filmax, Estación Rocafort. El motivo es que, como algunos sabréis, la distribuidora nos ha ofrecido el sorteo de entradas a través de nuestro canal de X, y eso nos coloca en un lugar donde no es fácil ser objetivo. Aunque esta película me ha dejado un poco a medias creo que reúne más puntos a favor que en contra y me da en la nariz que, además, será uno de esos films que nacen ya amortizados y cuya trayectoria comercial viene supeditada a una segunda vida,durante el próximo Halloween, en la plataforma que la produce. Una OTT que tiene una N roja gigante en su identidad.

La estación Rocafort es una de las estaciones más transitadas del metro de Barcelona. Como la de Tirso de Molina en Madrid (cuyos túneles son fosa común del cementerio del antiguo convento que atravesó en su construcción), también es la estación con más leyendas urbanas a sus espaldas; lugar ideal, por tanto, para situar esta cinta de terror, donde una de las trabajadoras de la estación es testigo del suicidio de un compañero. Desde ese momento sufrirá aterradoras visiones… como si el mal hubiese cambiado de inquilino. Alentada por otra de sus colegas, buscará la ayuda de un expolicía alcohólico, caído en desgracia al seguir la pista, en los noventa, de un asesino que tenía en esa línea de metro su coto de caza.

 

El metro se ha convertido en un subgénero del terror. Este mundo oscuro, extenso y subterráneo es el lugar perfecto para la pesadilla. En una de las primeras cintas que lo utilizó como escenario, Quatermass and the Pit, se comunicaba con un OVNI aterrizado de forma forzosa siglos atrás. También ha escondido seres caníbales en cintas como Sub-humanos, en el survival Stag Night o la sangrienta El vagón de la muerte. Ha sido la morada de híbridos de cucarachas y termitas mutantes en Mimic, hogar de vengativos fantasmas en la coreana The Ghost Station, un laberinto mortal en el found footage The Tunnel, escondite de un asesino deforme en Creep, coto de caza de una secta en End of the Line y ratonera llena de zombis en Seoul Station. Eso solo mencionando títulos donde el escenario principal es ese, porque cintas como Un hombre lobo americano en LondresThe Sadness o Scream VI contienen también memorables secuencias en el metro o en sus vagones. Estación Rocafort viene a unirse a estos títulos con una cinta de maldiciones al estilo de The Ring o Smile que transcurre en gran medida en el interior de esta estación del metro de Barcelona.

Rodar en el metro no es nada fácil. El equipo ha de bajar todo el material, preparar las escenas y filmar de una de la madrugada a cinco de la mañana, en un espacio donde mover cámaras, luces y todo el aparataje del cine no es tarea sencilla. Más complicado aún es deambular entre vías o llegar al enorme almacén subterráneo donde se han filmado varias secuencias. Por otro lado, ese ambiente lóbrego, sucio y oscuro imprime, ya de por sí, un tono de terror al metraje imposible de obtener en un set convencional.

Me resultó chocante que en una cinta de terror que utiliza espacios y elementos de la historia de Barcelona muy locales, y que saca muy bien partido de sus calles y edificios, ninguno de los personajes hable en catalán. Una oportunidad perdida el no usar el bilingüismo para favorecer la verosimilitud, posiblemente uno de los talones de Aquiles para los espectadores peninsulares de esta cinta. Estación Rocafort sabe a cine norteamericano; no solo en su factura, a la altura de cualquier producto made in USA de Blumhouse o de cualquier producción de terror de presupuesto generoso que nos llegue del otro lado del charco, sino también por sus personajes y su estructura. Así, el policía perdedor que interpreta Javier Gutiérrez está tan cortado por los patrones del cine norteamericano que resulta disonante. Su relación con su antiguo compañero, las secuencias en el restaurante donde se mete a beber hasta perder el conocimiento, o su trato despectivo con la protagonista (Natalia Azahara) se sienten muy forzados. Lo mismo pasa con un cara a cara con un sospechoso y, en general, en todo el producto encontramos tics de las maneras de rodar americanas; algo que no es nada extraño si tenemos en cuenta que Luis Prieto, director de la cinta, ha hecho su carrera en la industria yanki.

Este sentimiento artificioso está a punto de cargarse el resultado; por suerte, el guion se guarda varios comodines y giros para ganarse al espectador. El primero nos llega por la condición de migrante de su actriz protagonista. Aunque colombiana, Natalia Azahara interpreta aquí a una mexicana que acaba de separarse de su chico, que para colmo también trabaja en el metro y con el que aún comparte casa. Sin poder adelantar mucho, su condición de extranjera aporta una interesante segunda lectura a la historia. También es un acierto el desarrollo de la entidad que trae esta maldición: muy bien planteada y guardada en la trama hasta la segunda mitad de la historia. A estos ingredientes hay que sumar algunos giros bien elaborados y un uso del sonido realmente acertado que cose secuencias independientes en la primera parte, creando una atmósfera general macabra, y que, en la segunda parte, elabora un crescendo en el horror imprescindible en una cinta donde el metro y, por tanto, la oscuridad amenaza con tragarse todo.

Destacar del reparto lo bonita que es y lo bien que parece sufrir su protagonista: Natalia Azahara, una actriz que no conocía pero que apunta buenas maneras. Aunque personalmente me quedo con la actuación de Valèria Sorolla, que tras La consagración de la primavera, regresa al largo y demuestra nuevamente ser más que una promesa. Mucho menos me ha gustado Javier Gutiérrez, cuya interpretación me deja algo frío, tal vez porque ya le he visto hacer algo muy similar y mejor en cintas y series.

Con lo complejo que ha tenido que ser este rodaje, es una pena que el resultado sea tan irregular; el ritmo de las dos partes es descompensado (muy extenso al inicio y precipitado en su cierre). El demonio de turno es tan original y tiene matices y lecturas que merecen un desarrollo mayor… tal vez con una secuela, pero dudo que la cinta, pese a no estar mal, suscite el interés suficiente para que esta supuesta secuela se materialice.

Lo mejor: Esta entidad y su procedencia animan la trama en la segunda mitad. algún giro te sorprende.

Lo peor: La entrada en la trama peca de lenta. Todo suena muy americano,,,demasiado.


Vuestros comentarios

1. 12 sep 2024, 18:52 | Gabriela

Año?

2. 14 sep 2024, 15:14 | Tito Jesús

2024

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