Blancanieves

¿Cómo? No puede ser. ¿Me he equivocado de página? ¿Qué hace esta peli en Almas Oscuras? ¿Por qué huele a manzana envenenada? Esas son preguntas más que probables sin estáis leyendo este texto. Pero sí amigos, servidor ha decidido que dado el carácter fantástico de la cinta y algún que otro momento malrollero que contiene la misma (gracias, Marc Webb) ésta era meritoria de reseña en Almas. Cuánto honor.

En esta ocasión, y como acostumbra a ocurrir últimamente con las adaptaciones de clásicos de animación de Disney a live action, la polémica estaba servida; que si la protagonista tiene unas marcadas facciones latinas, que si es pro-Palestina, que si la antagonista es Gal Gadot, israelí de pro… ups. En fin, yo ni entraré ni saldré en estas cuestiones, bueno tal vez un poco, pero me dan muchísima pereza. Os lo dejo para la caja de comentarios, una de las secciones siempre más divertidas de este medio (os quiero).

En primer lugar, quería remarcar la fidelidad de la película, ya no con el cuento de los hermanos Grimm, sino con la obra clásica de la productora, como hizo el Pinocho de Zemeckis o El rey león en su momento. Ahora, esto no es necesariamente una buena noticia, para nada, ni siquiera es sinónimo de calidad. Tal vez si técnica, pero no cinematográfica. Aunque Blancanieves tiene sus momentos espectaculares a nivel visual, recomendado como siempre asistir a sala de cine para experiencia completa en este tipo de producción, e incluso nostálgicos, Webb no ha sabido terminar de acercar al público a la historia. Un público cada vez más dividido por las constantes guerras de opiniones en internet, boicoteos, cabreos absurdos y un extremismo desde ambos bandos que poco ayuda a que el producto llegue al consumidor para su disfrute de manera imparcial y objetiva.

Donde si voy a entrar es en los enanos… Ah, los enanos. Los de la peli, claro. Obviados en el título, por cierto. Volvemos a lo mismo, ciertos sectores y sobre todo el actor Peter Dinklage se quejaron de que, en un inicio, actores enanos fuesen a dar vida a los siete enanitos. Vaya, que sorpresa, yo pensaba que iban a ser capibaras los que darían vida a estos personajes… Tras todo, la película llega a nosotros con unos enanos CGI bien creepys, que rozan el valle inquietante en muchos momentos y que no terminan de convencer al personal en cuanto a apariencia. Aun así, son los personajes más atractivos y efectivos de la película. Zegler, es un auténtico portento cantando, pero no tiene la fuerza necesaria para cargar con toda la cinta como princesita Disney y Gadot, aunque imponente como siempre, se queda medio camino como super villana.

Para ir terminando, comentaré lo confuso que me deja la compañía del ratón. Primero yendo de súper progres, con sus inclusiones forzadas y sus grandes cambios, para después, terminar contando la misma historia “conservadora” de siempre, que refuerza la idea de lo opresivo y tóxico de los celos entre mujeres y donde lo que queda en el inconsciente colectivo es ese personaje tan desganado de Jonathan besando y resucitando a Blancanieves. Imagen que dolerá y odiará un buen número sectores de la audiencia, si no me equivoco.

En resumidas cuentas, no es el fiasco que muchos quieren hacer ver, al fin y al cabo, es lo mismo que teníamos en la cabeza desde críos, con cambios aquí y allá sí, pero que no afectan a la estructura central de la trama. Eso sí, está a años luz de ser una buena película y sobre todo de poder ofrecer algo que justifique un remake multimillonario de un personaje tan carismático y una historia tan universal como es Snow White.