La Astronauta

Llegaba por sorpresa a la gran pantalla The Astronaut, película a caballo entre terror psicológico y ciencia ficción minimalista que nos pillaba a todos, o a casi todos, desprevenidos. En su reparto destacan la protagonista Kate Mara y el siempre cumplidor Laurence Fishburne como secundario de lujo, que nos ofrecen una historia, a priori manida, pero que se puede tornar interesante dependiendo de su enfoque.

Y es gracias a ese enfoque inicial, que el filme comienza a golpe de tensión, cocinando a fuego lento una situación, puede que típica como venía vaticinando, con un personaje recluido en mitad de un bosque en una gran mansión, pero efectiva en sus primeros compases. Todo un espejismo. Rápido comienza a tomar decisiones precipitadas y pasado el ecuador los tópicos que al principio no molestaban, se convierten en algo previsible y aburrido.

Aun así, consigue mantener cierto interés gracias a su breve duración al menos hasta que en su final, se nos desvele todo el entuerto. El desenlace es algo para lo que hay que buscar las palabras precisas con precaución. Si bien las primeras apariciones de la criatura ya son algo sospechosas, técnicamente hablando, el final directamente es un delirio considerable de la guionista. Una fumada todopoderosa con tributo incluido a E.T. que te deja casi sin habla.

Un final que termina de reventar todo el tono que, repetitivo o no, había mantenido la película y te hace preguntarte varias cuestiones. Pero la más intensa de todas es que el concepto principal de La Astronauta hubiese funcionado mucho mejor como cortometraje, y, sobre todo, pese a que sus realizadores tal vez pensarán lo contrario, el efecto del giro final hubiese surtido más efecto con una atmósfera menos opresiva durante los primeros tercios de metraje.

En resumidas cuentas, pierde el interés de forma tan repentina que termina resultando decepcionante un conjunto que no empezó del todo mal. Sigo diciendo que el final me parece uno de los más locos que he visto últimamente. Para bien o para mal.