La desaparición de Alice Creed

El Thriller suele ser un género menospreciado. Quizás no tanto como el terror, pero parece que, salvo que se ocupen de él directores de primera fila – recientemente, “El Escritor Fantasma”, de Roman Polanski – , se le considera menor. Argumentan, sus detractores, que está basado en los giros argumentales, en el efectismo, en la sorpresa; elementos, estos, quizás no muy valorados por la crítica pero, sí, por el espectador, al menos así es en el caso de quien escribe. Y es verdad que en una serie de televisión, por ejemplo, puede llegar a ser muy irritante que siempre se termine el capítulo en alto, con alguna sorpresa, que en los primeros minutos de la siguiente entrega se soluciona de mejor o peor manera. Este tipo de giros radicales parecen muy sencillos de llevar a cabo pero muy complicados si están bien hechos, si son más que un giro en sí, si están dentro de la trama y sirven para articularla y estructurarla.

Esta parrafada es para dejar claro que “The Disappearance of Alice Creed” es de ese tipo de películas. Su argumento se organiza en torno a tres giros muy claros. Y, ya adelanto, a mí me parecieron bastante certeros. Nacen de los personajes los dos primeros, y de la trama el tercero. Creo que no era una tarea fácil sacar adelante esta película y me parece que se ha hecho con relativa soltura.

La trama:

Danny (Martin Compston) y Vic (Eddie Marsan) llegan a una casa. Tiran todo lo que había de viejo en ella. Forran las paredes, cambian las cerraduras. Van al supermercado y compran cuerdas, bolsas, cinta americana… Adecuan el interior de una furgoneta para lo que, por lo que hemos visto, es evidente: van a secuestrar a alguien. Vestidos de operarios, esperan, pacientemente al volante. Un lacónico “ya” por parte de uno de ellos detona el drama. Al plano siguiente, una chica pide ayuda mientras es introducida por la fuerza en la parte trasera de la furgoneta.

Es llevada a la casa, maniatada y amordazada en una cama; Danny y Vic la desnudan y le sacan una foto con el periódico del día. Vic, mayor que Danny, más serio, más “profesional”, vigila todo el tiempo que su cómplice no pierda los nervios. Le pide que coma aunque no tenga hambre, que no piense demasiado en lo que están haciendo, que duerma las horas precisas aunque no tenga sueño. Se trata de estar siempre al cien por cien de capacidades. Pero está claro que a Danny le faltan tablas en el oficio, y la primera vez que se queda solo con la chica, a pesar de las advertencias de Vic (“no la mires como a un cuerpo”), no puede evitar entrar en la habitación de ella y acercar su mano a uno de sus pechos, aunque no llegar ni a tocarlo.

Nos acercamos al primer giro de la historia, y los propósitos se van cumpliendo. Quieren que pensemos que será esa “debilidad” de Danny la que provocará que estalle el conflicto de la película. Han conseguido, por tanto, que nos olvidemos de que aún queda un personaje por descubrir, a la chica secuestrada, de nombre Alice Creed. Y, aunque podamos preveer que ella no va a ser una víctima fácil, tampoco es eso lo esencial en la trayectoria de la película.

Los personajes:

Danny y Vic están descritos con bastante maestría, desde mi punto de vista. No los vemos dudar más que en la intimidad, cuando el uno permite descubrirse su verdadera cara ante el otro. Y ambos dos tienen matices. Danny, el joven e inexperto, no es tan ingenuo como a él le gusta que le vean, y Vic, exconvicto, no es tan duro y racional como quisiera. Sus quiebras, sus talones de aquiles, vienen por ahí, precisamente.
Y Alice Creed. Ella, contra todo pronóstico, es uno de los problemas de la película. En parte por la interpretación de Gemma Arterton, en parte por la limitación del personaje, lo cierto es que encaja cosas con una rapidez pasmosas, acepta situaciones que a cualquiera le costarían muchísimo más tiempo, y mientras en Vic y en Danny podemos llegar a ver que el conflicto tiene movimientos más hondos que conseguir el dinero del rescate, Alice se queda en la superficie, en una chica que parece que nunca es consciente de la gravedad de la situación en la que se encuentra.

El plan:

La propuesta de “The Dissapearance of Alice Creed” es sencilla y complicada: tres únicos personajes y casi un único escenario. Lo potente es la trama y los personajes. Por lo descompensado en la creación de los mismos, el resultado final no es redondo. Alice no está conseguida y, en un momento próximo al desenlace, también se dejan demasiado claras las intenciones de otro personaje. Esto no sería un problema si, poco después, no pretendieran hacernos dudar sobre cuáles son sus motivaciones reales.

Sin embargo, la valoración global de la película, desde mi punto de vista, es bastante positiva. J. Blakeson dirige su primer largo con soltura, y demostró que era de los mejores de la clase cuando se zambulló en la escritura de “The Descent 2” y consiguió salir airoso de ella. Ya se ha mencionado que hay tres claros giros en la misma: sobre todo los dos primeros, rozan el salto mortal. Y están la mar de bien llevados, presentados y dosificados. El tercero es el más evidente pero, a esas alturas, si la película te ha convencido, estás deseando que eso suceda para tensar más las cuerdas y ver qué pasa. Como en todo buen thriller.