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Especial H.G. Wells

Sus grandes novelas

Herbert George Wells (Bromley, 1866 – Londres, 1946) es, junto con Jules Verne, uno de los padres de la ciencia ficción contemporánea. De familia humilde, la rotura de una pierna a los ocho años hizo que se aficionara a la lectura, y las dificultades económicas, unidas a la tuberculosis, le obligaron a abandonar sus trabajos precarios para dedicarse a la escritura, donde llegó a publicar más de cien obras. Su interés principal fue la fantasía científica, aunque sus experiencias de la Primera Guerra Mundial le obligaron a realizar una reflexión menos optimista que la de Jules Verne sobre el desarrollo tecnológico.
También mostró un gran interés por la Sociología y por la defensa de las clases más desfavorecidas de la sociedad frente a la hipocresía victoriana. La grandeza de su producción literaria radica en la interesante segunda lectura crítica que se desprende de cada una de sus obras.

LA MÁQUINA DEL TIEMPO Y LA LUCHA DE CLASES

Ante el escepticismo de sus amigos, un científico de finales del siglo XIX logra descubrir las claves de la denominada “cuarta dimensión” (el Tiempo) y construye un vehículo que le permite viajar físicamente a través del mismo. Nos cuenta la historia de cómo viajó hasta el año 802.701, pero lejos de encontrar una sociedad en la plenitud de su desarrollo, ve un mundo en decadencia habitado en su superficie por unos seres hedonistas, los Eloi, mientras que el subsuelo está dominado por unas siniestras criaturas, los Morlock, otra rama de la especie humana que se ha habituado a vivir en las tinieblas. Pronto descubrirá la macabra relación que une a ambas razas en una terrible simbiosis de supervivencia al límite.

Y tiempo es lo que le falta al autor para despellejar en esta novela de aventuras a la antropófaga Revolución Industrial que en esta obra muestra unos claros paralelismos entre las dos razas mencionadas, los Eloi o Clase Media constituida por indolentes burgueses que explotan hasta la extenuación a una Clase Baja o Proletariado que apenas sobrevive en unas condiciones sucedáneas de la esclavitud. Por ello Wells, clama en esta obra por la Revolución de éstos últimos para terminar con tan desigual “statu quo”. Una obra que goza de varias adaptaciones cinematográficas, siendo la más añorada la titulada “El Tiempo En Sus Manos” filmada en 1960 por George Pall frente al fallido remake del año 2002 y que dio forma al diseño steampunk de una máquina del tiempo, que valga la redundancia ha pasado a la posteridad como icono pulp homenajeado por series tan actuales como “The Big Bang Theory “.

LA ISLA DEL DOCTOR MOREAU Y LA EXPERIMENTACIÓN TRANSGÉNICA

En 1912, Andrew Braddock, un náufrago que ha ido a parar a una isla solitaria del Pacífico, es salvado del ataque de unos extraños animales por un hombre que lo lleva a una preciosa casa situada en el centro de la isla. El dueño de la casa es el Doctor Moreau, un científico que vive con una enigmática joven. Braddock siente curiosidad por el trabajo del Doctor y acaba descubriendo que sus experimentos consisten en dar apariencia y conducta humanas a una serie de animales con terribles consecuencias.

Aunque actualmente nos parezca un concepto sobreexplotado y en ocasiones sobrepasado, hay que ser honestos y reconocer a Wells el mérito de haber dado vida a un escalofriante “mad doctor” como ya hiciera Mary Shelley con su “Frankestein o El Moderno Prometeo” en 1818. Personaje icónico del cine de terror que luego sería reivindicado por numerosas producciones, destacando entre las mismas a nuestra querida “Re-Animator” y su inigualable Herbert “Jeffrey Combs” West. Una vez más, el autor parece estar dotado de facultades clarividentes para mostrar al lector los peligros de un progreso científico irrespetuoso con las más elementales consideraciones éticas, como pueden ser la experimentación animal o la vivisección que al menos hoy en parte parecen estar siendo superados, y sólo en parte pues la manipulación genética está a la orden del día. Las adaptaciones cinematográficas tampoco se hicieron de rogar en este caso pero con iguales resultados que el anterior, pues la versión de 1977 con un escalofriante Burt Lancaster, un sufrido Michael York y una despampanante Bárbara Carrera echa por tierra al triste espectáculo ofrecido en 1996 por un crepuscular Val Kilmer y un desdibujado Marlon Brando convertido en una diva asexuada.

EL HOMBRE INVISIBLE Y LA CARRERA TECNOLÓGICA

Griffin es un joven y ambicioso científico con aspiraciones de lograr revolucionar el campo de la ciencia. Tras largas y penosas experimentaciones, consigue obtener un producto capaz de hacer invisibles a objetos, animales y, por fin, también a personas. Él mismo realiza el experimento de hacerse invisible y da resultado. Pero es precisamente entonces cuando comenzarán sus verdaderos problemas y lo que en un principio pensó que iban a ser ventajas se convierte en una cadena de inconvenientes, tan difíciles de salvar, que sólo encontrarán un trágico desenlace.

El Hombre Invisible es la historia de un superdotado fagocitado por su éxito hasta el punto de volverse mezquino, ruin y… psicópata. Lo que hoy llamaríamos un juguete roto de la industria, sea ésta del tipo que fuere. Novela que presenta ciertos paralelismos con “El Extraño Caso Del Doctor Jekyll y Mister Hyde” publicada por Robert Louis Stevenson en 1886, apenas diez años antes de la obra que nos ocupa y que presenta igualmente el ya tópico de genio incomprendido se ve despechado por la comunidad científica debido a sus estrafalarias teorías, lo que le sirve de motivación para lograr aplicarlas con éxito en la búsqueda de una venganza que no es más que el canto de un cisne agonizante. De este modo Wells nos muestra una vez más su aversión por el progreso científico incontrolado y las calamitosas consecuencias de su falta de regulación. Sin embargo en esta ocasión hubo más suerte con las adaptaciones cinematográficas pues a la maravillosa versión del ínclito James Whale producida en 1933 le siguieron muchas otras con variopinto resultado de las podemos destacar la moderna e impecablemente actualizada “El Hombre Sin Sombra” de Paul Verhoeven del año 2000 protagonizada por un siempre versátil Kevin Bacon, en la que se nos ofrecía una visión mucho más sádica, mordaz y hemoglobínica a las que nos tiene acostumbrados el director neerlandés.

LA GUERRA DE LOS MUNDOS Y EL IMPERIALISMO COLONIALISTA

La invasión de la tierra por los marcianos a finales del Siglo XIX supone un duro golpe para el hombre, que nunca imaginó tener que vérselas con seres extraterrestres, y menos aún que pudieran ser más inteligentes. Los marcianos miran a los seres humanos como a hormigas, con una mezcla de indiferencia y desprecio, pero, cuando ya parece perdida toda esperanza para la humanidad, surge una nueva esperanza tan minúscula como inesperada.

Llegamos al postre literario con esta obra incomparable que ha pasado a formar parte del terrorífico imaginario colectivo desde que un travieso Orson Wells la adaptara como serial radiofónico en 1938 creando una inesperada alarma social al emitirla como noticiario de carácter urgente, lo que provocó escenas de pánico entre los ciudadanos de Nueva Jersey y Nueva York, que creyeron que se estaba produciendo una verdadera invasión alienígena de la Tierra, en una época donde en ausencia de la actual televisión lobotomizante, la radio constituía el principal medio de divulgación. Y es que no en vano nos encontramos con una de las primeras descripciones conocida de una invasión alienígena de la Tierra, con una enorme influencia posterior en la que Wells deja ver su lado más pesimista sobre la insoportable levedad de nuestra especie y el absurdo afán de dominación existente entre los diversos pueblos y países que habitan nuestro planeta en una época en la que Europa se permitía el lujo de campar a su anchas por África, Asia y América y que esta última sigue ejerciendo el mismo modus operandi bajo el eufemístico concepto de una política internacional subyugada por el imperialismo del dólar. Y claro, de aquellos barros, nos vienen ahora estos lodos con los que nos salpican a diario en cualquier informativo. Como no podía ser menos, la obra de mayor calado literario ha sido la más adaptada, destacando la aún hoy disfrutable versión de 1953 con sus inimitables naves alienígenas de sonoras estridencias. Aunque también brilla con entidad propia la versión que el Rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg realizara en 2005 siendo mucho más respetuosa con la novela original al incluir como máquinas de destrucción a los famosos “trípodes” así como la truculenta “maleza roja” en persecución de un Tom Cruise reconvertido en padre coraje.

En definitiva, nos encontramos ante un volumen encomiable que reúne lo mejorcito del prolífico autor británico mostrándonos su faceta algo pesimista sobre la egoísta evolución de nuestra especie pero franqueando el paso a un futuro de prometedora redención, que todo hay que decirlo aún está por ver. Sin embargo, no debemos dejar pasar esta oportunidad para clamar nuestra justificada queja ante ediciones como la que nos ocupa, que si bien presenta un impecable contenido, no podemos decir lo mismo de su mediocre edición en formato casi de bolsillo y con una patética calidad de acabados en pasta blanda con solapas y cantos pegados. Lo más triste es que estamos tan acostumbrados a estos abusos literarios que hasta nos parece normal abonar los 23 euros que cuesta la broma. Y luego claro, nos vienen con aquello de que la Industria está en crisis por culpa de los lectores electrónicos, cuando en realidad ambos formatos son perfectamente compatibles. Lo que sucede es que los ávidos lectores se van cansando de que se les estafe de este modo cuando en otros países bien cercanos disfrutan de razonables ediciones de lujo con portada steampunk que sí merece la pena pagar. Pero este hecho no debe ser óbice para haceros tan mala sangre que os impida disfrutar de estos clásicos inolvidables precursores de la llamada ciencia ficción científica.

Felices Pesadillas, Almas Oscuras.


Vuestros comentarios

1. 17 div 2015, 20:36 | Bob Rock

Wow!!! Genial artículo compañero. La gente no sabe lo que cuesta sacar estas reseñas literarias tan bien documentadas y escritas. Me descubro el sombrero y añado: mejor libro de 2015 -> cualquiera que reseñe MASP, porque sólo por leer su crítica merece la pena ;)

Un abrazo!!

PD: Ya sabes que lo mío es más terror, soy “asín” de cateto, por lo que Wells lo justo, pero cierto es que su sombra es tan alargada que me entran ganas de esconderme!!!

2. 18 div 2015, 13:15 | Ed Gorende

Yo también soy mucho más de terror que de otra cosa, pero no puedo dejar de recomendar muy mucho la trilogía victoriana de Félix J. Palma, de lo mejor escrito en este país este siglo, y protagonizada por Wells, y cuyo segundo volumen incluye un homenaje a mi pelicula de terror favorita de todos los tiempos, a mayores de rendir tributo a las obras aquí mendionadas: http://www.felixjpalma.com/trilogia-victoriana

3. 20 div 2015, 09:16 | MASP

Gracias a ambos por vuestros comentarios! Pues sí, Wells cultiva más la vertiente de la ficción científica pero sus novelas son tan versátiles que pueden derivar hacia el terror más primigenio en cualquiera de sus interpretaciones.
Por cierto, Ed, de Félix J. Palma, aunque igualmente no sea de terror, te recomiendo su genial novela “La Hormiga Que Quiso Ser Astronauta”, que es todo un hallazgo.
Saludos!

4. 24 ene 2016, 22:11 | Mountain

Genial repaso, donde andaría yo que no me había enterado de su existencia hasta ahora mismo! Leídas todas y disfrutadas también, mi favorita la maravillosa “La Guerra de los Mundos”.

Gracias MASP.

5. 25 abr, 22:52 | Josey

Magnífica reseña y excelentemente documentada. Quería consultarte si la edición en tapa dura adolece de los mismos fallos que ésta. Gracias

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