Lizzie Borden’s Revenge

Una fraternidad femenina organiza una fiesta de pijamas en su residencia. Además de todas las chicas guapas de la universidad, también está invitada Leslie Borden, descendiente de la infame asesina Lizzie Borden. Muy ufanas, las chicas ligeritas de ropa se disponen a realizar una sesión de espiritismo como mero entretenimiento, pero lo que empieza como un juego inocente se convertirá en un juego macabro cuando queden atrapadas en la casa junto al fantasma de Lizzie Borden, un espíritu sediento de sangre que ira acabando con ellas una a una, haciendo uso de su afilada hacha, hasta que descubran la forma de devolver a Lizzie a su tumba.

¡Yehaaaaa! Bienvenido al rincón perdido del cínico Bob Rock y sus basura sicalípticas. Si no te gustan los desnudos gratuitos, tiemblas solo con pensar en un hacha ensangrentada y las masacres cinematográficas (en todo su sentido) te provocan repulsión… ¡lárgate ahora mismo! Mientras lees estas líneas la serie b y el cine más infame se han apoderado de tu mente. Lejos quedan los remansos de paz comerciales ofrecidos por Nolan, Balagueró y demás luminarias cuyos culos gotean suficiente saliva como para paliar la sed en África… ni siquiera el exotismo es una excusa para la existencia de este rincón con olor a líquido de embalsamar. Dejaos de pedanterías, de películas intelectualoides que solo ven Tarantino y compañía para hacerse pajillas hinchados como Hundid los morros de lleno en el estiércol, cuando llevéis un rato ya os habréis acostumbrado y aprenderéis a lictarlo con placer. Pues sí amiguitos, en este rincón que haría vomitar hasta a Divine existe un hueco para la serie b. Esa que con la explosión de las descargas ilegales la gran mayoría tilda de prescindible, de aburridas, de “mal hechas”. Si os acordaseis – sé que algunos lo hacéis – o hubierais vivido la época donde cada alquiler era una lotería y ver la última de la Full Moon era sinónimo de diversión, sabríais apreciar una película como Lizzie Borden’s Revenge.

Está bien, como veo que alguno torcéis el morro pondré sobre la mesa otras verdades: si no existiese “interné” nunca hubiésemos sabido de una cinta “trash” como ésta, su destino hubiese sido el olvido. Además, las cosas como son: estamos ante una cinta que huele a barato y a una mera forma de hacer dinero fácil enseñando curvas y sangre. Vaya, ¡pues como la mítica Empire! A ver, que ninguno nos hemos caído de un guindo. Puedo bromear, pero soy consciente del tipo de cinta de la que hablo, solo que a un servidor le divierte más que estar todo el día elucubrando sobre las mismas películas de las que habla todo el mundo. Pensad que cuando se pierden en las marismas del tiempo los V/H/S o los The Cabin in the Woods de hoy, solo queda, para los que aman el cine de terror hasta la médula, este tipo de cintas. Unas mejores y otras, las más, peores. Pero si nos entretienen y nos sacan un rato de la burda realidad… ¿qué más podemos pedir?

Un slasher sobrenatural ubicado en una fraternidad femenina en plena fiesta de pijamas… A estas alturas resucitar este tipo de argumentos ya es de por sí un suicidio artístico y comercial. Una obsesión netamente norteamericana que para los nostálgicos amantes de la serie b ochentera resulta un simpático guiño al cine que alimentó nuestra adolescencia. Tampoco es que debamos buscarle muchas vueltas al asunto: un entretenimiento descerebrado. Más si cabe cuando su director se llama Dennis Devine y tiene en su haber una serie de películas “underground” que ya nos han desvelado su propensión a la carnaza sin sentido: Bloody Mary 3D, Alice in Murderland o Don’t Look in the Cellar . Sin lugar a dudas, un firme candidato a ocupar el puesto que tarde o temprano dejarán Fred Olen Ray y David DeCoteau, como míticos suministradores de ponzoña fílmica.

El único detalle interesante, más allá de su propia condición de serie b y las hermosas universitarias (¿?) que nos regalarán la vista, sería volver a llevar a pantalla a la emblemática “asesina” Lizzie Borden. Una solterona norteamericana que fue acusada de matar a sus padres a hachazos, sin llegarse a demostrar nunca dicha acusación. Como siempre, los mitos surgen de historias muy pequeñas y hasta anodinas, siendo Lizzie, a día de hoy, un auténtico emblema de la crónica negra estadounidense, quedando su imagen para la posteridad en disfraces para La Noche de Brujas, camisetas, hachas de juguete y, como no, un icono menor del cine de terror (pues el personaje ha sido llevado asiduamente a los estantes de los videoclubes norteamericanos). Incluir un personaje de estas características en una serie b siempre es un detalle bienvenido, mejor que un señor con un saco en la cabeza… ¿o no? Porque con Malevolence yo me reí un buen rato. Saldremos de dudas cuando se estrene directa al mercado doméstico.

Bueno, el recorrido humorístico por esta cámara del horror y el hedor concluye hasta la próxima cita con mi amado cine “trash” – y espero que nadie se haya sentido ofendido por mi desdén hacia el cine comercial, ya sabéis: creeros solo la mitad de la mitad –. Como supondréis será más pronto de lo que os gustaría.