The Moth Diaries

Rebecca y Lucy estudian en una institución privada para señoritas y son muy amigas. No pueden vivir la una sin la otra. Hasta que llega Ernessa, una enigmática joven de cabello oscuro. Lucy comienza a mostrarse muy sumisa con Ernessa, y Rebecca, entre celos y el dolor de la perdida, comienza a ver inquietantes indicios en la convivencia con la chica nueva. ¿Y si realmente fuese un vampiro? ¿Un ser sediento de amor y sangre que quiere usar a Lucy como recipiente? ¿O está Rebecca demasiado afectada por el reciente suicidio de su padre? Pronto, antes de lo que piensa, sabrá la verdad.

Basada en el libro homónimo de Rachel Klein, The Moth Diaries es el último trabajo hasta la fecha de la controvertida cineasta canadiense Mary Harron. Y digo controvertida porque desde su primer largometraje, Yo disparé a Andy Warhol, se le ha acusado de intentar realizar cine de autor a costa de ideas ajenas, es decir realizar adaptaciones basadas en libros. Por ejemplo, ahí tenemos la exitosa American Psycho que Harron estrenara en el 2000. Pese a su éxito en taquilla recibió algunas críticas por el trabajo de adaptación. Bueno, los que hayáis leído la novela original sobre el metódico y carismático Bateman, esteréis de acuerdo conmigo en que la adaptación para la gran pantalla es buena, pero bastante fría con respecto al material original. Y es que Harron adopta en sus cintas una perspectiva algo distante y contemplativa, pensando que el cine de autor se basa en mirar por encima del hombro al espectador.

Pero lo que sí funcionaba en American Psycho – probablemente gracias a un glorioso Christian Bale – en The Moth Diaries no lo hace. Y que conste que un servidor no ha leído, ni lo hará, el diario de la polilla original. No solo tiene en contra una historia mucho más tenue, si no que además, el hermetismo feminista de Harron aquí se convierte en un discurso vacío por unas irregularidades en el ritmo horribles. No es de extrañar que la película no haya gustado a propios y extraños, y es que pese a su calidad visual y estética cuidada, The moth Diaries resulta aburrida como película de terror y poco profunda como drama adolescente – que es su tendencia natural -. Aun así contiene suficientes elementos de interés como para no resultar una total perdida de tiempo.

Por ejemplo su escaso metraje, unos ochenta minutos que bien es cierto acusan momentos extraños, como escenas tratadas con mucho reposo frente a otras a las que parece haber tratado mal el montaje. Así cuesta empatizar con las jóvenes del instituto, sobre todo cuando su trasfondo psicológico está muy explotado para la protagonista, pero no para el resto de personajes. Es clave, y no solo para el título de la producción, la continúa repetición de un monólogo interno entre Rebecca y su diario. Digamos son los momentos en los que avanza la trama, solo dentro de nuestra protagonista, por eso mismo la realidad que la rodea se torna evanescente y, por ende, aburrida. Supongo que Harron buscaba en lo tenue de la atmósfera terrorífica una aproximación al gótico más antiguo, para ofrecer al público una fábula sobre vampiros, adulta para lo que se estila actualmente. No en vano las referencias a Carmilla son el motor de la primera mitad de la cinta, en busca de una ligera capa de terror gótico. ¡Ojo! Muchas referencias clásicas, pero por ningún lado vemos a Ernessa achicharrándose bajo los rayos solares…

Aparte del vampirismo goticista, melancólico e inquietante solo a ratos, The Moth Diaries se obstina en ofrecer un retrato atormentado de la angustia adolescente. De lo importante, y tóxicas, que se vuelven las relacione personales en esa época. ¿Qué mejor sitio que un estricto internado femenino para ello? Pero de nuevo, ese elemento no se trata con una profundidad excesiva, incluso resultando ocasionalmente infantiles los celos con los que Rebecca recibe a Ernessa. Una pena, porque la amalgama de líneas narrativas daba más juego del que ha podido controlar Harron. Tenemos jovencitas muy unidas, la disciplina religiosa, un safismo patente pero jamás explicito, los primeros escarceos con el sexo y las drogas, un profesor que representa una tentadora salvación, la tragedia del suicidio y la duda… sí, porque la principal y única gracia de gran parte del metraje de The Moth Diaries radica en la duda sobre el estado mental de Rebecca: ¿es realmente Ernessa una vampiro buscando robarle su mejor amiga? ¿Existe Ernessa? ¿Por qué polillas? Sin desvelaros nada, al menos os voy a despegar la duda sobre las polillas: ropa vieja, armarios vacios, viejos baúles… Después de ver la cinta volved a estas líneas para comprobar lo vagos y desdibujados que resultan la gran mayoría de detalles de la película: todos están en la mezcla pero en proporciones muy pequeñas, como si Harron temiese profundizar hasta el fondo con alguna vertiente, alcanzando así la polémica. Los guardianes de la moral y las buenas costumbres pueden estar tranquilos, The Moth Diaries es más inofensiva que un caniche rosa.

Una verdadera pena porque tanto a nivel visual como sonoro, la película se ve con mucho gusto. Incluso algunos planos avalan realmente ese estilo de autor [comercial] que Harron lleva persiguiendo toda su carrera sin conseguirlo. Por supuesto, destaca la fotografía al servicio de las bellas actrices y la institución que las acoge, aunque en lo personal hubiese retorcido más las escenas nocturnas metiéndome de lleno en la imaginería más “gotico-carca” (puestos a hablar de Carmilla saquemos los candelabros y las telarañas). Pese a ese buen aspecto formal, no estamos ante un diseño artístico para tirar cohetes. Tal vez todo el equipo debería haberse mirado en el espejo de Suspiria. Donde un edificio se convierte en una mazmorra alucinante para tortura de unas bellas jóvenes… ojala esta cinta se hubiese parecido remotamente a la obra maestra de Argento.

Lo que destaca por encima de la media serían las actuaciones de las chicas protagonistas. Ninguna queja al respecto, su protagonista, Sarah Bolger, mantiene el tipo dentro de un papel que se nota claramente acotado por la dirección artística. Una muchachita de 21 años (¡quién los y la pillase!) que puede tener un gran futuro si la dejan actuar. Pero quien se lleva el gato al agua es Lily Cole. Es la única que aporta algo de misterio y terror con su extraña y altiva interpretación. No solo por sus rasgos incomunes, si no porque realmente se la nota metida en su papel de vampiresa melancólica pero malvada. Ya dio muestras de su saber hacer en El imaginario del Doctor Parnassus, pero aquí se va aproximando a lo que puede ser su etapa dorada.

El DVD original incluye unos simpáticos subtítulos en inglés que son bien venido. El resto de su contenido es bastante superfluo.

Resumiendo, una película que se deja ver y nos aporta muy, muy poco. Al tratar con tanta (falsa) intensidad una época muy concreta del desarrollo de los seres humanos, puede que haga falta una perspectiva más cercana para disfrutarla. Vamos, soy un hombre y las chiquillas que pueblan la cinta podrían se mis hijas. Como comprenderéis cuesta bastante involucrarse en su historia de celos y vidas banales. De todos modos, recalco que otras películas con protagonistas de las mismas edades, Detention, me han resultado satisfactorias sin lugar a dudas. Así que no creo que la decepción se deba al abismo generacional. No, una cinta que no tiene ninguna dirección y trata demasiados conceptos solo por encima, nunca podrá gustarme, trate de mi querido Stephen King o de Sanz de Varanda. Poco reseñable…