American Horror Story: Asylum

Que el mundillo televisivo está superando con creces a su rival cinematográfico es algo que he afirmado en numerosas ocasiones. Si bien, era consciente de que el terror no es precisamente uno de los géneros más fructíferos artísticamente en este medio durante los últimos años. La aparición de The Walking Dead (2010-¿?), que empezó bien, continuó regular y actualmente es de lo mejor de la parrilla, fue el detonante de un nuevo interés por el género. American Horror Story se convirtió rápidamente en aquel tipo de serie extraña con destino al culto que disfrutábamos en el pasado: algo así, salvando las obvias diferencias, como un moderno Twin Peaks (1990-1991). Si el tiempo y los fans la tratan igual, lo sabremos cuando peinemos algunas canas más.

Coincidencias y diferencias: Comparando temporadas.

“No es una serie para todo el mundo”

Eso es lo que decía en las entrevistas Taissa Farmiga respecto a la primera temporada. Por cierto, Taissa no se encuentra en Asylum. De todos modos, su frase, que pudiera sonar al típico recurso usado hasta la saciedad para vender algo mediocre como diferente, en este caso llevaba toda la razón.
Independientemente de la calidad que le quiera atribuir cada uno, AHS no es una serie para todos. Hay series que gustan en general y otras que, aunque tengan sus detractores, no suelen llevar a odios. En este caso, la amas o la odias. Entras en su juego y quedas atrapado o no entras y sales espantado. Todo esto, que valdría para definir la temporada previa, toma un significado mucho más rotundo con la nueva tanda de episodios que nos ocupan. Y es que, ahora sí, AHS se ha convertido en un demencial producto que inyecta dosis de entusiasmo en las mismas dosis que cianuro.

Recordemos de qué trataba la primera temporada:

Conocemos principalmente en la familia Harmon: Ben (Dylan McDermott), Vivien (Connie Britton), y Violet (Taissa Farmiga), quiénes se mudan de Boston a Los Ángeles después de que Vivien tenga un aborto involuntario y Ben una aventura con Hayden (Kate Mara), una de sus estudiantes. La familia se muda a una mansión restaurada, sin saber que la casa está encantada. La casa también viene con Moira O’Hara (Frances Conroy/Alex Breckenridge), una asistenta. Ben y Vivien intentan reavivar su relación mientras Violet, sufriendo de depresión, encuentra consuelo con Tate Langdon (Evan Peters), uno de los pacientes nuevos de Ben. Su vecina Constance (Jessica Lange) y un extraño llamado Larry Harvey (Denis O’Hare) afectan la vida de los Harmon frecuentemente. La vida de los Harmon se complica más cuando Hayden llega a Los Ángeles en un intento de ganar el amor de Ben.

Y ahora, veamos lo que han inventado para continuar:

La segunda temporada tiene lugar en la mansión Briarcliff, construida en 1908, que funcionó como el centro de tuberculosis más grande de la costa este, muriendo 46.000 personas allí. En 1962 el lugar es comprado por la Iglesia Católica y convertido en un manicomio para criminales dementes. Allí es enviado Kit Walker (Evan Peters), un joven que trabajaba en una estación de gas, acusado de haber matado a su esposa afroamericana Alma Walker (Britne Oldford). El matrimonio se mantenía oculto para evitar repercusiones sociales, ya que era ilegal en varios estados y la discriminación racial era muy violenta. Kit es llevado al manicomio siendo confundido con el asesino en serie “Cara Sangrienta” o “Bloody Face”, quien despellejaba a sus víctimas (siempre mujeres) y les cortaba la cabeza. Pero en realidad, Alma fue secuestrada por extraterrestres junto con su esposo, regresando solo este último a la Tierra. Nadie cree la historia de Kit. Dentro del manicomio, se encontrará con terroríficos personajes como el doctor Arthur Arden (James Cromwell) y la hermana Jude (Jessica Lange). Extraños sucesos tienen lugar en Briarcliff, en donde reinan el horror, la injusticia, la demencia, el trato inhumano y el dolor.

Efectivamente, no tienen nada que ver. Pese a que varios intérpretes de la anterior vuelven encarnando nuevos personajes, esto es otra historia americana de terror. Por tanto, olvidaros de referencias más allá de eso. Asylum es una miniserie con vida propia. Esto no quiere decir que lo fundamental, lo que nos llevó a aplaudir u odiar la primera, se haya evaporado. Nada más lejos de la realidad: atmosfera enrarecida y malsana, personajes enfermizos, situaciones surrealistas, ambientes góticos, sangre y sexo siguen presentes en los nuevos trece episodios. De hecho, todo ha sido multiplicado varias veces para llevarnos a un clímax continuo de locura y desasosiego. Y funciona.

Personajes principales: La fauna de Briarcliff.

Hermana Jude: Ex alcohólica y causante de la muerte de una niña por accidente de tráfico mientras conducía ebria. Ahora es una cruel monja aficionada a castigar las conductas blasfemas látigo y palo mediante. La interpreta Jessica Lange.

Hermana Mary Eunice: Joven tímida victima de risas y bromas pesadas entre sus antiguos compañeros de instituto. Convertida en monja a las órdenes de la Hermana Jude, pronto cambiará las tornas al ser poseída por un demonio lascivo con un terrorífico plan entre manos. La interpreta Lizy Rabe.

Dr. Olvier Thredson: Misterioso psiquiatra con métodos un tanto dudosos. Entre sus técnicas se encuentran la cura de la homosexualidad al más puro estilo La naranja mecánica o la confusión en el paciente para que confiese crímenes que no ha cometido. Su estancia en la institución mental va más allá de su trabajo. Lo interpreta Zachary Quinto.

Kit Walker: Joven presuntamente abducido por alienígenas y sometido a duros exámenes físicos por los hombrecillos del espacio. La noche del secuestro, el cadáver de su novia apareció en la casa despellejada. Nadie le cree, salvo una chica. Lo interpreta Evan Peters.

Grace: La chica que cree a Kit, además de estar enamorada de él. Ella también ha sido acusada de asesinato, en este caso el de su padre. Las cosas no están claras, y Kit no conoce ese “detalle” de su pasado. Ambos tienen intención de escapar de la institución. La interpreta Lizzie Brocheré.

Lana Winters: Ambiciosa periodista, entra en la institución mental con la intención de sacar los trapos sucios. Diversos acontecimientos hacen que termine encerrada como una presa más. El Dr. Thredson tiene cierta fijación con ella. Pese a su trágico presente, intentará todo lo posible para mantener en marcha su plan. La interpreta Sarah Paulson.

Dr. Arthur Arden: Cirujano del centro con especial afición por lo sádico. No por nada se dice que podría haber estado haciendo experimentos médicos con judíos en la Segunda Guerra Mundial. Su sorpresivo encuentro con una paciente inesperada pondrá en peligro su fachada. Lo interpreta James Cromwell.

Monseñor Timothy Howard: El mandamás de la institución. Un sacerdote con ganas de trepar hasta el Vaticano aunque tenga que pisar varias cabezas. La corrupción del centro con la que hace la vista gorda puede terminar siendo fatal en sus aspiraciones. Lo interpreta Joseph Fiennes.

Psiquiatría para curtidos: Un nuevo American Horror Story.

En las próximas líneas podéis encontrar algunos SPOILER

AHS continúa siendo una serie multireferencial sin prescindir de un alma propia. Se trata de su sello. Ahora, eso sí, llevado a la máxima expresión. Han conseguido materializar un universo enfermo, de pesadilla, en el que cabe todo lo que uno pueda imaginar: una monja poseída, otra alcohólica y promiscua, un mad doctor que hacía experimentos con los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, secuestros alienígenas, asesinos en serie, curas corruptos, un ángel de la muerte, una ninfómana, una periodista lesbiana o un Santa Claus mortífero. Por tener, hasta tenemos a Ana Frank. Todo ello fundido en variadas subtramas que van del terror sanguinolento al suspense sutil, pasando por el drama psicológico, el thriller de investigación, la ciencia ficción o el erotismo blasfemo. Ahí es nada.

En todo caso, el principal referente de esta temporada, como en gran parte lo fuera de la anterior, es la obra maestra El resplandor (1980), de Stanley Kubrick. No en sí por la trama, que también guarda alguna que otra semejanza, sino por la sensación que produce el conjunto en su concepción. De hecho, en el primer episodio podemos ver un claro homenaje a La naranja mecánica (1971).

No voy a extenderme mucho en esta parte de la reseña. No por pereza o no saber de qué hablar. Precisamente estamos ante una serie, en concreto esta temporada de la misma, de la que podemos sacar horas y horas de debate sobre todo lo que la rodea; debate también que surgirá (ya lo ha hecho) entre adoradores y detractores, que se cuentan por cantidades semejantes. Sea ama o se odia. Por ello prefiero no extenderme, por no aguaros la fiesta a los que aún no os habeís encerrado dentro de los muros de Barcliff. Lo mejor que uno puede hacer, pese a haberse informado sobre todos las influencias citadas y las múltiples temáticas que nos asaltan en cada segmento, es descubrir paso a paso y lo más virgen posible los secretos que oculta el psiquiátrico.

En definitiva, un nuevo acierto para esta serie de culto que, esperemos, nos depare muchas más alegrías en los próximos años. Se puede admitir que sobre la mitad existen momentos en los que uno piensa que los guionistas han perdido el juicio, que no saben a dónde se dirigen ¿O tal vez somos nosotros los que nos hemos perdido? Lo que tengo claro es que, si te pierdes y no vuelves a encontrar el camino, odiaras American Horror Story: Asylum. En caso contrario, puede ser una de las experiencias más gratificantes del terror televisivo.