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El Camino Recorrido

Dos relatos de Luís Carbajales

EL CAMINO RECORRIDO
-¡Delicioso!

Don Pascual, un hombre bigotudo y regordete, el marido de Estefanía, parecía especialmente satisfecho con la comida. La verdad es que era deliciosa. Marga saboreaba la roja carne y la verdura del acompañamiento mientras recordaba el pasado, cuando vivía en su pueblo y su vida transcurría jugando con los demás niños día sí, día tambien. En aquél ambiente bucólico y desinhibido se sentía tranquila, feliz. Todo era tan sencillo. Cuando creció tuvo que marcharse a la ciudad para tener unos estudios, y le costó mucho separarse de su familia y amigos, muchas lágrimas derramó durante aquellos días. Y tras ello buscar trabajo y enfrentarse a los tiburones de la gran ciudad. Sí, definitivamente, Marga había sufrido mucho.

Pero ahora se encontraba bien, con un trabajo estupendo y junto a buenos amigos, con los que compartía gustos y aficiones. ¿Y por qué había empezado a pensar en todo aquello? ¡Ah! Sí, por los niños.

De repente, Marga salió de sus pensamientos y se dió cuenta de que su plato estaba vacío. Miró a las bandejas, en las que sólo quedaban restos y alguna lechuguita de la guarnición.

-¿No hay más?
-¿Te extraña al ritmo que come Don Pascual? -Dijo Antón, su nuevo novio.
Realmente era un chico muy divertido. Todos rieron, y Marga casi hecha el vino por la nariz. Pascual enrojeció.
-Pues yo aún quiero más. -Dijo Ramón, un importante ejecutivo amigo de Don Pascual.
La gente empezó a asentir. Sí, querían más.
-Me temo que tendremos que conformarnos con los postres. -Dijo Antón agitando su copa.- Una carne tan buena no es fácil de conseguir, y menos a estas horas.

Una voz resonó tras la doble puerta de entrada al salón.
-¡Tranquilos, damas y caballeros! -Era la voz del Doctor Minervo, el anfitrión.- ¡Estaba todo previsto!

El buen doctor traía arrastrando del brazo a un pequeño de unos 10 años, rubio. El chico tenía las manos atadas y sostenía una manzana en la boca. Las lágrimas se deslizaban por su tembloroso rostro.

Todos se quedaron sorprendidos, y aplaudieron la magnífica previsión del Doctor Minervo, mientras este colocaba al jovencito sobre la enorme bandeja central. A continuación, mientras sostenía al muchacho con una de sus grandes manos, cortó su cuello con un enorme cuchillo de carnicero que manejaba, salpicando de sangre a los asombrados presentes.

-¡Un estupendo detalle! -Comentó Antón, mientras chupaba un poquito de sangre de su dedo. Desde luego lo era. Marga sonrió para sus adentros. El anfitrión habló de nuevo:
-Bien, no se puede decir que este segundo plato esté muy preparado, ¡pero desde luego nadie me podrá negar que es carne fresca!

Los comensales rieron a carcajadas, mientras con sus afiladísimos cuchillos se repartían el manjar. Don Pascual abrió el estómago y se sirvió las tripas. Marga creía que era lo que más le gustaba, siempre se las comía todas. Miró a su lado y vió que Antón sonreía, cubierto de sangre y con un nervio colgando de la comisura de los labios. Lo besó apasionadamente, y con los ojos cerrados le volvió a la mente aquel sol que bronceaba su piel en los lejanos veranos en su pueblo. Sin embargo eso ya había quedado atrás, y mientras robaba el tirante nervio de la boca de su hombre, realmente se dio cuenta que el esfuerzo para llegar hasta aquí, hasta este momento, había merecido la pena.

MONSTRUOS DE BOLSILLO
-Shargott, abominable criatura espacial, ungida en vómitos corrosivos expulsados por tus cien bocas, y en la sangre seca y los intestinos putrefactos de tus muchas víctimas... ¡Te elijo a ti!

Asher arrojó la cápsula criogénica sobre la arena, y el engendro apareció tras una explosión de humo. El público vitoreaba a aquel insecto alienígena que, con su tendencia a la violencia extrema, tantas masacres les había proporcionado para pasar alegremente las tardes de sábado.

Shargott abría y cerraba sus bocas y tenazas, explusando fluidos, mientras se contenía hasta que el monstruo rival entrara en escena. Ante él, una joven japonesa, vestida con un uniforme típico de estudiante, se encontraba quitándose las bragas, con sus suaves nalgas apoyadas sobre la ardiente arena. Todos miraban expectantes a la nueva y desconocida participante, Miko. Entonces, habló.

-Merphagol, hijo despreciable engendrado por un ente violador ajeno al espacio tiempo, invocado por error en una noche de alcohol y juegos; criatura tentacular parasitaria que reside en mi matriz, mermando mi vida y produciéndome infinitas pesadillas y alucinaciones de muerte y sangre... ¡Te elijo a ti!

Al decir esto, la chica emitió un agudo grito de dolor, y de su entrepierna surgió un borbotón de sangre al sonar un chasquido que hacía pensar en carne desgarrada y huesos rotos, mientras su estómago crecía violentamente y se agitaba, como si una bestia incontrolable hubiera aparecido espontáneamente en su interior. A continuación, su vagina se abrió tanto que incluso algunos espectadores de la última fila pudieron apreciarlo, y de su húmedo interior surgió un tentáculo de varios metros de largo, con cientos de ojos y bocas repletas de colmillos que expulsaban su saliva sobre el suelo.

Shargott nunca se había enfrentado a algo así. Cuando el tentáculo de Merphagol lo agarró, utilizó todas sus pinzas y vómitos corrosivos para intentar evadirse, pero no le sirvió de nada. La gente oyó por primera vez los graves quejidos que Shargott emitía cuando sufría dolor, mientras el tentáculo lo aplastaba y exprimía dejando caer sus líquidos internos sobre la arena de juegos. A continuación, Merphagol se retrajo, introduciendo a un Shargott aplastado y moribundo, como una enorme mosca que ha recibido un golpe, en el interior de la vagina de la que el tentáculo surgió. Mientras recibía al monstruo rival en su interior, Miko gritaba y expulsaba sangre sin cesar por su órgano del amor, que ya tantas veces había sido violentamente forzado de manera similar. Cuando ambas criaturas desaparecieron tras los agrietados labios de su dolorida entrepierna, su estómago se agitó una vez más durante segundos, y un rugido de satisfacción se oyó a lo largo de todo el estadio: el eructo del vástago felizmente alimentado.

El vientre de Miko volvió poco a poco a su tamaño normal, y la chica se levantó, pálida, con lágrimas en las mejillas y las temblorosas piernas aún empapadas en sangre, que formaba un charco a su alrededor. Hubo un silencio mientras la japonesa alzaba los brazos en actitud triunfante. Entonces, el comentarista habló.

-Damas y caballeros, ¡parece que tenemos una nueva campeona!

La multitud estalló en vítores, gritando el nombre de su nuevo monstruo favorito, Merphagol, y de su entrenadora, Miko.


Vuestros comentarios

1. 03 jun 2009, 18:30 | bacterias

Muy buenos… debo confesar que me agradó más El camino recorrido, pero ambos son buen pedo!!!… Gracias!

2. 14 jun 2009, 11:40 | ED

Muy buenos los relatos! De los cuales destacaría “Moustros de Bolsillo” por que, a mi parecer guarda algo muy especial..

Enhorabuena al autor.

Saludos

3. 13 nov 2010, 21:29 | Necrolatra

oh!!!!! por los dioses oscuros que relatos, me encantaron espero y sigas escribiendo más me impresionan…..WOW!!!

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