Esa húmeda y cálida oscuridad

Con motivo de la inminente llegada de La Noche de Difuntos, El Día de Muertos o Halloween (elija el nombre que más le guste para esta celebración pagana que ensalza el contacto y tributo con nuestros muertos y por ende, toda la parafernalia basada en el terror), me gustaría proponeros el visionado de una cinta que, desde mi humilde punto de vista, sintetiza magníficamente el lado más terrorífico, desde la perspectiva más norteamericana y tradicional, de esta festividad. Así pues… adentrémonos en la oscuridad
Sally, una nerviosa y candida ama de casa, y su marido, Alex, se mudan a la enorme mansión victoriana que el padre de ella les ha legado. En pleno proceso de mudanza, y mientras Sally entusiasmada disfruta de las posibilidades del caserón, descubren una habitación oculta. Al parecer se trata del viejo estudio de papá, pese a las advertencias del Sr. Harris, manitas que les está ayudando en el traslado, ella se empeña en usar la habitación como estudio para sus labores; y lo que es peor, reabrir un hueco cerrado que daba a una chimenea abandonada.
A partir de ese momento, ruidos y eventos misteriosos empiezan a llenar la vida de una Sally, que observa desolada como su esposo se concentra en el trabajo, ignorando los miedos de su esposa y recomendándole unos buenos barbitúricos para poner coto a su alocada imaginación. ¿Realidad? ¿Fantasía? ¿Pequeños demonios burlándose de ella tras las umbrías esquinas de la mansión? Ni siquiera Sally lo sabe, y las preguntas en su cabeza están comenzando a desquiciarla…
Lo mejor: La atmósfera de amenaza y locura mantenida, la omnipresente y aterradora oscuridad; y un final respetuoso con el espectador
Lo peor: Las deficiencias técnicas propias de la época y de su destino: la televisión por cable