King of the Pigs

Por dónde empezar…

Sobre una mesa yace el cadáver de una mujer. En su cuello muestra marcas de haber sido estrangulada. Sus ojos conservan el horror de los momentos finales. A pocos metros, en una ducha, un hombre desnudo llora entre el vapor y el agua. Cerca de allí un aspirante a escritor vuelca toda su ira sobre su esposa y, escudándose en una inexistente infidelidad, le propina una brutal paliza…

Estos son los primeros minutos de un una cinta profundamente perturbadora, dura y dramática. Una historia de terror real ubicada en el momento de la vida donde somos más vulnerables: la infancia. De sus triunfos y sus naufragios está construida nuestra personalidad adulta. De acontecimientos nimios o peregrinos para la mayoría, e imborrables y constantes para sus protagonistas.

Kyung-Min y Jong-Suk viven una infancia de pesadilla. Todos los días sufren, impotentes, las agresiones y humillaciones públicas de sus compañeros de clase, y todos los intentos de ambos por pasar inadvertidos terminan siempre en fracaso. La llegada de un nuevo alumno, Chud, puede cambiarlo todo… Chud no se deja doblegar y les defiende. No duda en ser violento y responder de los constantes ataques de la élite estudiantil que gobierna el instituto; pero cada pequeño triunfo termina siempre en un aumento de la presión por parte de los acosadores.

Llevados al límite, aislados, ignorados e incomprendidos por su entorno adulto, la única solución posible es hacer aflorar el monstruo que llevan dentro. Conscientes también de que no pueden ganar al sistema, su objetivo será dejar en sus enemigos una huella que nunca puedan olvidar. Años después los dos protagonistas recordarán, a lo largo de una noche, los acontecimientos pasados y el dramático destino de su amigo Chud, un destino que se conoceremos poco a poco y cuya conclusión tiene secretos sorprendentes.

Pese a contar una historia de niños, y ser una película de animación, no existe en King of the pigs ningún atisbo de humor y no hay ninguna concesión al espectador. Nos encontramos ante un espectáculo aterrador, descarnado y cruel. Cruel como la vida misma, plagado de escenas dolorosas de contemplar, como la paliza que propina Jong-Suk a su esposa, o el momento en que los tres protagonistas acuchillan a un inocente gato para liberar su ira contenida. Momentos terribles pero comprensibles para el espectador, que llevado de la mano por un minucioso y efectivo guión, recibe con sentimientos encontrados todos los acontecimientos de la historia.

A los amantes del terror, advertirles que esta cinta no es de género; es un drama lleno de violencia, pero drama al fin y al cabo. Es cierto, que en determinados momentos existen, también, terroríficas escenas oníricas; pero tanto estas secuencias como los momentos brutales que pueblan el film, tienen y apuntan conclusiones dramáticas.

El mundo de King of the pigs toma en parte referencias de El señor de las moscas y las lleva en paralelo a su reflejo de la sociedad Coreana de los 80. Separados en clases sociales, las clases altas se hacen llamar los perros, y reinan sobre el resto de los alumnos gozando con el beneplácito y complicidad del profesorado. En el escalón más bajo están los cerdos, los marginados que viven y engordan sólo para ser devorados por los perros. Aunque Kyung-min viene de una familia con dinero, pronto veremos que, por la procedencia del mismo, no es incluido en la élite. Por su parte, Jong-suk y Chud sufren grandes dificultades económicas, el primero en una familia unida y el segundo en un hogar roto. Tres personajes diferentes, que están juntos para sobrevivir pero que, como veremos a lo largo del film, apenas sienten aprecio real los unos por los otros e, individualmente, crean sus propias estrategias y alianzas para huir del infierno en el que se encuentran. El mundo adulto, cada vez que asoma, es igual de desolador para ellos.

Pasado y presente se juntarán en esta historia, con giro final inesperado, y podremos contemplar las secuelas de este bulling sobre la sicología de los personajes, rodeados por un entorno que, prácticamente ha borrado u olvidado lo hechos. Una ciudad que, en sí misma y como veremos en su conclusión, es también un gran perro que consume a sus transeúntes.

El dibujo es muy particular, una mezcla entre en anime convencional con el estilo underground americano, que por momentos me recordó a la serie King of the hill y, en otros, a los comics de Charles Burns. Una estética fea, con rostros animalizados y carentes de dulzura. Estética que para mi gusto funciona magníficamente en la tónica del film, pero que entiendo pueda ser rechazada por algunos espectadores. En cualquier caso, los movimientos, colores y el resto de los apartados técnicos, salvan la plana aunque tampoco son especialmente brillantes.

Nos encontramos, a mi juicio, ante uno de los títulos más interesantes a los que he tenido acceso en este año que termina. No soy del todo objetivo, en mi infancia sufrí el bulling en mi persona, y lidio día a día con las inseguridades y complejos de esos años y con el profundo rencor y odio hacia las personas que me atacaron, gente que ya no recuerda su crueldad o que la califica como chiquilladas. Películas como King of the Pigs son necesarias para conocer las consecuencias de estos actos, para tomar conciencia, y descubrir la naturaleza oscura que también es parte de nosotros mismos.