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Blood Shot

Nosferatu prepara una ensalada de tiros

Blood Shot

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

El vampiro sin nombre, primo de Nosferatu por parte de madre, ha sido encargado de acabar con unos terroristas muy malotes que preparan en Los Ángeles el ataque final, la bomba cósmica que arrase con los infieles. Nuestro chupasangres justiciero tendrá que acabar con “los chilabas” antes de que un policía que lo persigue se convierta en un obstáculo mayor. ¡Ah! Y por el camino Christopher Lambert hace de presidente de los Estados Unidos. ¡Toma ya!

¿Os sabéis el chiste de los tres actores venidos a manos trabajando en una producción de medio pelo? Pues esto que van Brad Dourif (“Muñeco Diabólico”), Lance Henriksen (“Aliens”) y Christopher Lambert (“Los Inmortales”) por el plató y les pregunta Henriksen a los otros: ”¿Por qué habéis decidió participar en una película tan mala como ésta?”. A esto que Dourif, fumándose un puro, contesta: “Por la pasta, claro”. A lo que Lambert apostilla mientras agita un cubata: ”Todo es cuestión de dinero, ¿no, Lance?”. Lance se detiene junto a un decorado de cartón piedra con mucho cuidado de no apoyarse y desmontarlo, mira alternativamente a sus compañeros de reparto y dice con aspecto de dar un discurso: ”¿Y ayudar a los jóvenes cineastas? ¿El orgullo de apoyar el cine independiente? ¿La libertad de interpretación dentro de una producción de bajo coste? ¿El cariño y calor de los fans del cine de serie b?” Entonces todos se miran con cara reflexiva y menean las cabezas asintiendo, pronto un rictus de satisfacción se apodera de sus facciones para acabar detonando en sonora carcajada: ”¡Los cojones!” sueltan al unísono acompañados de risas que se pierden entre los decorados baratos de “Blood Shot”.

Antes de empezar a desgranar lo que no merece la pena, la basura fílmica, el anticine, la caspa más hedionda… antes, sólo antes, pediros algo de objetividad con el tema de las puntuaciones. Las mismas, cuando se hallan asociadas a una película que posee la marca “caspa movie” en su cartel, valoran baremos ligeramente distintos a los del resto de películas al uso. Principalmente esa capacidad de maravillar por lo absurdamente mala que es una de estas películas, tan mala que se hace divertida verla. ¿Es el caso de “Blood Shot”? Bueno, como el chiste que preludia estas palabras, podríamos decir que la cinta de hoy intenta ganarse al espectador sabiendo que es una mierda y por ello tomándose muy a la ligera, pero no hace mucha gracia, la verdad. Aunque algo en sus ingredientes la dotan de simpatía, de parte de ese sentido de maravilla del que os hablaba.

Me gustaría destacar en este sentido su descacharrante línea central: un vampiro al servicio del gobierno de los Estados Unidos metido a luchar contra terroristas islámicos. Efectivamente parece un argumento propio de comic, muy en consonancia con Hellboy, Dylan Dog u otras pequeñas obras maestras del noveno arte. De hecho, su estética, sin medios al alcance, intenta copiar la de producciones muy destacadas visualmente como “300” o “Sin City”, adaptaciones también de novelas gráficas. Sin embargo, “Blood Shot” no adapta nada, tal vez por eso su guión pierda tantas veces el rumbo. Otro asunto, no menos grave, es que sus productores tuvieran tanta ambición como para querer equipararse a Robert Rodríguez y compañía. No por el hecho de lanzarse al vacío, si no por hacerlo sin paracaídas. Intentar realizar una producción basada en efectos especiales, acción y personajes molones sin contar con actores de renombre, ni técnicos de efectos especiales a la altura, ¡sin tener ni un miserable duro! Pues claro, los resultados son descacharrantes como podéis comprobar en su tráiler (que está lo suficientemente bien montado como para incluso hacer parecer a la película más de lo que es).

No obstante, todo este desvarío estético poblado de CGI risible y maquillajes dignos de escolares acaba redundando en beneficio del espectador, que con asombro asiste a escenas donde no entiende como los actores pudieron rodar sin partirse el pecho. ¡Ah, amigos! Pero es que sí lo hacen, precisamente algo que reflota el desastre total es el humor facilón que se gastan sus responsables y del que se hacen participes todos los intérpretes. Brad Dourif como malvado líder de los terroristas luce impagable con su chilaba de todo a cien y sus barbas mal pegadas. Normal que no se tome muy en serio, y opte por el histrionismo, cuando está acompañado por una buena caterva de secundarios a juego y… ¡varios enanos! Cuando en una película, sin venir a cuento, contemos con la presencia de gente pequeña ya sabemos por donde van a ir los tiros.

Supongo que será la necesidad económica lo que ha llevado a Lambert y a Henriksen a dejarse embaucar para una cinta directa a vídeo que casi nadie sabe que existe. De todos modos sus carreras no deben preocuparse, ya estaban lo suficientemente hundidas y su nombre ya no es sinónimo de entretenimiento. Sin embargo, ver sus caras desubicadas a lo largo de sus escenas (diría que todas en decorados, pues “Blood Shot” por carecer hasta carece de exteriores) no tiene precio, y convierte la experiencia en un raro divertimento psicotrónico donde se mezcla la risa involuntaria con la incredulidad más absoluta.

Ya he comentado por encima que nos depara el apartado técnico, pero insistiré diciendo que está a la altura de una producción moderna de la Full Moon, y cualquiera aficionado a la escoria cinematográfica sabrá a qué me refiero. Me suelo fijar bastante en el score de las películas que tengo el placer de ver, y aquí podemos hablar de un nuevo estándar de música enlatada:* tan épica como mala, tan intrascendente como incoherente.*

¿Pero qué depara en sí la cinta? Bueno, pues una serie de escenas inconexas que os harán dudar de la cordura del montador. Sin orden ni concierto veremos a nuestro vampiro de pacotilla descargado sus dos revólveres como único medio expeditivo, curioso al respecto resulta una frase que se suelta muy a la ligera: “a veces vuela, pero se cansa”. Efectivamente, tenemos al prototípico héroe del cine de acción vago. Bien, pues semejante personaje de dudosa expresividad se lanza en busca y captura de los terroristas siendo perseguido a su vez por un policía que ejerce de contrapunto. Dándonos sus peleas algunos de los momentos más irrisorios del metraje, llenitas de frases típicas de las “buddy-movies”. No nos engañemos, estamos ante una cinta de acción antes que nada relacionado al terror. O quizás os causen pavor los malos de la película, terrible villanos interpretados por grandes actores. ¡El despelote!

Dirige, escribe y edita (¡ajá!) un tal Dietrich Johnston que continúa con este largometraje la historia de su primer corto… cuánto daño están haciendo esos cortometrajes que se resisten a vivir como tales.

Sin más, recomendar a los buscadores de películas raras de mierda que se detengan un momento a contemplar semejante esperpento. A otros, a los más sesudos y ávidos del cine independiente como medio de comunicación de sentimientos e historias profundas revestidas de drama y autodescubriemiento… a ellos les recomendaría que se sentasen delante de semejante castañazo cerveza en mano y se dejen de tonterías intelectuales durante hora y media.

Lo mejor: Que gracias a no tomarse muy en serio ella misma se hace ligera. Amén de que su condición de película casposa la hace bastante risible.

Lo peor: Sus decorados, vestuarios, música. El diseño de producción el digno de varios chistes, lo que a lo mejor no está tan mal por eso mismo.


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