Generación Z

Creo que los fans de las películas de zombis no lo hemos tenido nada fácil en los últimos años. Mientras el mainstream de Brad Pitt y compañía nos ofrecía una versión bastante edulcorada y prescindible de la mítica Guerra Mundial Z de Max Brooks —supongo que los fans de la novela siempre tuvimos las expectativas demasiado altas—; el cine independiente de serie B a Z nos ha ido inundando de propuestas cada vez más locas y extrañas, habitualmente aplicadas al subgénero de la comedia zombi… La mayoría de ellas, salvo honrosas excepciones (me viene a la memoria Scouts Guide to the Zombie Apocalypse), no superarán, ni de lejos, la prueba del paso del tiempo. Todas ellas condenadas al olvido. ¿Y al aficionado qué le queda? Pues seguir consumiendo celuloide de muertos vivientes con la esperanza de encontrarse una buena película de género (o al menos una que sea aceptable) a la vuelta de la esquina. Al menos siempre nos quedará la opción de revisar la última temporada de The Walking Dead para que la espera se haga más llevadera…

Tras un apocalipsis zombi que le costó la vida a 2 billones de seres humanos, parece ser que la raza humana se ha recuperado, ha sobrevivido y ha confinado a los muertos vivientes en una especie de resort vacacional de lujo, situado en una isla, en el que el entretenimiento básico de sus clientes consiste en acabar con la “no-vida” de los últimos zombis que quedan en pie.

Generación Z arranca de manera prometedora, postulándose como una mezcla de Parque Jurásico (o Almas de Metal… ambas del escritor y cineasta Michael Crichton) y cualquier película de zombis en la que un grupo de personajes estereotipados hasta la médula intentan sobrevivir, como buenamente pueden, a una horda desatada de muertos vivientes hambrientos de carne humana. Obviamente el paralelismo con las obras de Crichton suponen que tengamos un mismo mensaje de fondo: no juegues a ser Dios… no intentes controlar y moldear a tu antojo las normas de la naturaleza —incluídas las normas de la naturaleza zombi— porque acabarás pagando un alto precio.

El planteamiento no es original y, por lo tanto, tampoco resulta sorprendente; pero a pesar de ellos se agradecen, de entrada, dos cosas: que Generación Z apueste por un camino que, sin ser sorprendente, al menos no nos parezca extremadamente sobado, y que el director británico Steve Barker (creador de la saga militar-zómbica Outpost) se haya decidido por un tono serio y haya cuidado cada aspecto de su película con la loable intención de que ésta acabara sobresaliendo de la media… Lástima que la cosa se quede, solamente, en el intento. Porque, a pesar de que el planteamiento inicial a lo Parque Jurásico me pareció fresco y con el potencial suficiente para llamar mi atención poderosamente durante los primeros 15-20 minutos de metraje, lamentablemente a partir de entonces Generación Z se precipita hacia un pozo de inmisericorde, inevitable y plomiza mediocridad. El tipo duro y silencioso, los jovencitos fiesteros y ruidosos, la chica guapa, su novio, el empleado del resort… Apuesta cuáles de ellos morirán y en qué orden y te aseguro que, a no ser que seas muy torpe, acertarás de pleno.

Durante buena parte de su escaso metraje Generación Z acaba convertido en el típico corre-que-te-pillo en el que los protagonistas irán cayendo a manos de los zombis, uno tras otro y sin especial gracia (las muertes no son nada del otro mundo). Como era de esperar la empatía hacia los protagonistas es prácticamente nula, de manera que, como espectadores, asistimos a esta cacería invertida con cierta desgana y sin grandes sobresaltos. Tampoco estoy diciendo que Generación Z apeste… si se trata de valorar sus cualidades como simple corre-que-te-pillo es cierto que la propuesta de Barker no es capaz de destacar, para bien, entre la multitud; pero lo cierto es que tampoco destaca negativamente en este apartado. Cumple… sin más; convirtiéndose, en última instancia, en un entretenimiento simpático y olvidable a partes iguales.

Por suerte el guión, obra de un tal Paul Gerstenberger, se guarda un último as en la manga a la hora de descubrirnos el orígen de los zombis que pueblan el complejo hotelero de Generación Z; el problema es que para cuando dicha revelación —de dolorosa y rabiosa actualidad— explota ante nuestra cara, los bostezos ya han hecho acto de presencia y resulta muy difícil lograr que la película remonte definitivamente el vuelo. En resumen, una película interesante en su inicio y en su conclusión, pero rematadamente previsible y banal en su desarrollo. A pesar de ello, como entretenimiento básico para todos los aficionados al cine zombi, puede funcionar, y bajo estos términos la recomiendo.