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Jack Goes Home

Lo siento, tengo un pelo perfecto

Jack Goes Home

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Jack, un joven nihilista que va a tener un bebé, vuelve a la casa paterna tras enterarse de la muerte de su padre en un accidente de circulación. Su madre, siempre distante de una forma extraña, lo recibe con sus rarezas habituales. Mientras Jack intenta superar la pérdida, siempre tuvo una unión especial con su progenitor, comienza a descubrir hechos de su infancia que ponen en duda el pasado, el futuro y, lo que es peor, su cordura. ¿Por qué un hombre termina siendo como es cuando investiga la buhardilla?

No me lo puedo quitar de la cabeza. El cabello tan espeso y sedoso del hermanísimo de Macaulay “Solo en Casa” Culkin me tiene la cabeza loquita. Cierro los ojos y no puedo evitar imaginarme envuelto en esos bucles, salvaje cherokee albino, quiero ser parte del anuncio Pantene en que deviene su frágil mirada azul. ¡Oh Rory! ¡Horrores! ¡Ese pelazo me ha dejado obnubilado mientras veía su gran debut como auténtico protagonista! Y quizás sea por eso que me ha costado conectar con su interpretación, esforzada sin dudas, pero fría como las emociones del personaje que encarna con un par de pelotas. ¡Oh Rory! Jugando a juegos mentales que te han costado desde tu propia identidad sexual hasta la culpabilidad más extrema; y yo removiéndome en el sofá, sin saber cómo decirte que cuanto más rápido caminases hacia el abismo más feliz harías a este espectador. Tu pelo es tan alargado como el metraje que captura su brillo entre reflejos de trigo, trayendo el terror post Woodstock, de una retorcida manera, de nuevo a la palestra.

Qué cosa más rara, un thriller psicológico de la vieja escuela que se aferra al lenguaje terrorífico para intentar retener al espectador. Cómo explicar que ni la gran química entre Rory “Jack” Culkin y Lin “Madre” Shaye, actuando muchas veces desde la invisibilidad, consigue desprenderse del ritmo lento inherente a los dramas de media tarde, la mayor losa de esta producción. Es difícil vilipendiar esta obrita independiente, es más complicado si cabe defenderla, pertenece a un extraño limbo donde “La Escalera de Jacob” vence por goleada y “Al Final de la Escalera” contiene más escalofríos hasta en sus títulos de crédito.

¡Qué dilema! Porque como historia de casas encantadas, o quizás sería más acertado decir “mentes encantadas”, “Jack Goes Home” ofrece suficientes argumentos para pasar una noche entre esas cuatro paredes, intentando calmar a nuestro protagonista, un ser tan odioso y lleno de inquietud que deja huella. Sin embargo el peaje en minutos se antoja excesivo superada la primera hora de rigor donde lo ominoso cosechó dudas hasta en el Iker Jiménez que hay en mí. ¿Hasta qué punto la mente de Jack está del revés? ¿Cuál es el motivo? ¿Será una revelación que conseguirá volarnos la puñetera sesera? Al fondo, muy al fondo de ese mar en calma, que es la mirada alienígena de Culkin, se respira la inquietud de los ahogados. Sí, los cuerpos hinchados de una historia que podría haber culminado en su afiliación con la locura. ¿Cómo? Primero comprimida y, segundo, mostrándose descarnada, sin tanta pamplina familiar algo repetitiva.

Él, el de la melena de león, se hundirá en la miseria de su pasado, pero nosotros, drogados por el chute de malas noticias diarias, no entenderemos hasta qué nivel del Infierno debe bajar un hombre para pedir perdón por su miserable existencia. Aunque llamo la atención a futuros padres para hacerles ver el efecto de sus actos: encontrar la medida parece labor reservada a nuevos Ozymandias, las disculpas no resucitan a los muertos.

Al igual que mis palabras, se muestra mefistofélica y ambigua la película del joven Thomas Dekker, director y guionista que curiosamente también es hijo de padres con inclinaciones intelectuales y artísticas, como los progenitores de Jack. Este sesgo autobiográfico termina por detonar en el cuidado y cariño que dedica a sus actores, por aquello de ser también un conocido intérprete hollywoodiense, de mayor o menor fortuna: “Pesadilla en Elm Street”; “All About Evil”; “Fear Clinic”; “Intrusos”, donde coincide con su nuevo amigo de sedosos cabellos. Con la experiencia de su lado, dibuja una composición coral a tres bandas presidida por Culkin y apoyada por dos mujeres que alcanzan el notable por méritos propios: La Shaye, no los colegios religiosos, y Britt Robertson (“Tomorrowland”, “Scream 4”). Con tanto de sí mismo volcado en este proyecto; con actores en plena forma y libertad creativa; con un presupuesto decente sobre el que soportar un estupendo entramado visual; con un guión tan profundo a la hora de explorar las almas rotas… con todas estas fantásticas piezas, ¿por qué no termina de remontar el vuelo, cual águila imperial, y se dedica a dar saltitos en tierra, cual pingüino desgreñado?

Simple: se ahoga en su propia premisa, alarga de forma innecesaria la degeneración de su protagonista y se resiste, pecado entre los pecados, a decantarse por el terror como catalizador de la locura. La realidad subyacente es muy dura, bien podría haber alimentado a un verdadero fantasma – si es que no está acechando nuestra espalda durante todo el metraje –; aunque los grandes favorecidos del banquete son los momentos contemplativos y carentes del tabú o los dobles sentidos que Dekker quizás imagina.

Resumiendo, a una película que le sobra casi un cuarto de su duración no le vamos a buscar justificaciones metafísicas que han sido vistas mil y una veces expresadas con mejores y más vivos colores. ¿Es precioso el pelo de su protagonista? Es algodón de azúcar en mi lengua. ¿Es llamativa la rareza que Shaye tiene aprendida al dedillo? Tanto como una circuncisión mal ejecutada. ¿Es intrigante, a la par que desconcertante, la desintegración – incestuosa, heterosexual, adictiva, paternal, filial, ideológica – del mundo alrededor de Jack? Sí, pero lo siento: no podría recomendar abiertamente algo que peca – de previsible, vacía, equívoca, lenta – tanto como el arisco Jack, que hoy, en Almas Oscuras, por fin está en casa.

Lo mejor: Lo perverso de su historia y sus intérpretes.

Lo peor: Que no se haya decantado por el horror más genuino, imposible no entenderla como un poco interesante drama.


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