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Pyewacket

La cagada de una bruja novata

Pyewacket

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Llevamos unos años moviditos en cuanto al tema de las brujas o los límites de sus poderes. Si “The VVitch” llamó poderosamente la atención del respetable gracias a su gran trabajo ambiental, que supo desvincularse con acierto de los amaneramientos del cine de género, “The Autopsy of Jane Doe” lo hizo precisamente por lo contrario, pues volvía a traer al candelero el estilo narrativo y visual de leyendas como John Carpenter. Entre estos dos importantes pilares de la presente década encontramos diferentes proyectos que tratan la brujería con mayor o menor acierto: “The Love Witch”, “The Lords of Salem” o “Las brujas de Zugarramurdi”; por citar las tres primeras que me han venido a la mente. Dentro de tan convulsa compañía, recientemente hemos asistido al estreno digital de una producción canadiense que quiere aportar su propio grano de arena dentro de ese universo poblado por malvadas hechiceras, mero reflejo de la incomprensión de tiempos más oscuros.

Leah es una adolescente con filias góticas, fascinada por el mundo de la brujería se vuelca en sus amigos para cubrir la falta de su padre, recientemente fallecido. Será con su madre con quien descargue la frustración de ser joven, viviendo un tira y afloja que se salda con la mudanza de ambas a una casa cerca de un bosque. Allí, resentida por verse obligada a alejarse de sus amigos, Leah practicará un rito para convocar ayuda… ayuda para acabar con su madre, ese ogro tirano que no le deja hacer nada de lo que desea. Sus súplicas serán escuchadas por una criatura lenta pero implacable.

“Pyewacket”, que así se llama este nuevo largometraje, exhibe una fuerte declaración de principios mediante su propio título, pues hace suyo el nombre de uno de los animales familiares de la infame bruja que fue juzgada y condenada públicamente a mediados del siglo XVII en Inglaterra. Bien, el nombre propio alude a la intención por parte de Adam MacDonald, director y guionista que obtuvo merecidos aplausos gracias al survival “Backcountry”, de enfocar su último proyecto con la mayor seriedad posible, huyendo de estridencias en pos de una atmósfera genuina de terror. Actitud loable sin lugar a dudas, aunque los resultados han quedado bastante lejos de lo que temática y realización prometían cuando conocimos de su existencia. Reducido el argumento a su mínimo común denominador no encontramos mucha originalidad que se diga, ni siquiera una complejidad digna de hora y media. Volvemos a darnos de bruces, como suele ser la tónica de estos últimos años, con una historia sin aristas, sin vueltas de tuerca bien diseñadas o descubrimientos emocionales por parte de sus personajes.

Habitualmente convenimos que el buen relato de terror sobrenatural debe narrar el viaje de sus protagonistas a través de una transformación dolorosa donde una verdad revelada a medias dinamita el orden natural de las cosas, el control se evapora para dar paso a la locura y el sufrimiento como única vía de expiación a la curiosidad o deseo mortal que iniciase el viaje. Una muestra casi canónica sería el atemporal relato “La Pata de Mono” de W. W. Jacobs. En “Pyewacket” no existe una enorme distancia entre preludio y prólogo, desarrollándose la narración con una morosidad que invita a adelantarse a sus pasos argumentales, con muchas probabilidades de acierto. Es fácil resumir la transformación de Leah, la joven protagonista, como un coqueteo con la magia negra que acaba muy mal, carente de los fuegos artificiales de, por ejemplo, “Jóvenes y Brujas”. Más bien MacDonald hace suya la delicadeza y tono de los cuentistas de principios del siglo pasado, mostrándose de nuevo cómodo en los entornos naturales, especialmente cuando emula al conocido Algernon Blackwood, creador de esa pequeña obra maestra que es “El Wendigo”.

Por desgracia, a pesar de una reseñable construcción de la atmósfera, marcada por el saber hacer fotográfico y sonoro, la simplicidad de “Pyewacket” hace mella en su exposición, sintiendo que los dos primeros actos se alargan en demasía, tampoco pudiéndose justificar en una conclusión explosiva: Del familiar o ente que ayuda a la bruja convocante poco veremos en pantalla. Todo lo contrario, hablamos de uno de esos cuentos modernos donde el terror se deja en el aire, en las zonas que no son cubiertas por la cámara. Para la ocasión funciona a medias, y aunque soy defensor de la máxima lovecraftiana “mejor sugerir que mostrar”, la evocación queda atrapada entre los dos personajes principales, suficientemente odiosos y planos como para que el amargo final de su drama nos la traiga al pairo.

No os culpa consustancial de las intérpretes, pues me parece bastante realista y sólida la relación entre Leah y la señora Reyes. De hecho, Nicole Muñoz supone todo un descubrimiento como adolescente insoportable que termina buscando la redención de su propia estupidez. Sustenta esta pequeña travesía del descubrimiento personal Laurie Holden como madre de Leah, bastante natural en lo que respecta a la montaña rusa emocional que supone la guerra abierta contra una jovencita en plena efervescencia. Sin embargo me resulta imposible extender las felicitaciones al resto del elenco, bastante plano y acartonado, entendible dada su juventud y poca experiencia. Por otro lado, no son más que figuras secundarias dentro de un drama que no les pertenece, así que, dado lo poco que salen en pantalla, sus pecados no son especialmente reseñables.

Un poquito más de acción, algo de escabrosidad o morbo le hubiesen sentado de perlas a esta cinta. Desde luego, aquellos que esperen apariciones de brujas y demonios al estilo de “Arrástrame al Infierno” están en el lado equivocado de la balanza. En concreto en el independiente, donde la afiliación con el género supone una enfermedad capaz de truncar de cuajo prometedoras carreras cinematográficas. Por eso, y supongo que por utilizar un lenguaje más amigable, MacDonald enfoca su nuevo largometraje como un thriller dramático. Aunque tranquilos, los elementos sobrenaturales tienen una presencia lo suficientemente inquietante como para considerar honesta la catalogación de “Pyewacket” en la estantería más negra de nuestra videoteca.

Resumiendo, “Pyewacket” intenta con honestidad adoptar su propio tono sin caer en caminos fáciles, como hubiese sido tirar por locas posesiones o dramas más profundos. También lucha por construir lentamente una atmosfera aterradora, haciendo suya la máxima de que el miedo no se basa en sobresaltos, repudiando el efectismo. Esta elegancia y esfuerzo son dignos de elogio, pero tampoco esconden la ineficacia de pasar de lado por lo que ha hecho importante el género: las emociones fuertes. Languidez y lentitud son mala combinación para la hora de la siesta, convirtiendo a “Pyewacket” en otra película más de brujas sin brujas, terror sin terror rematado con una montañita de intrascendencia…

Lo mejor: La sólida interpretación de la joven Nicole Muñoz, buen retrato de una adolescente, con sus sombras y luces.

Lo peor: Intenta con todas sus fuerzas provocar terror insinuando muy poca cosa, saliéndole el tiro por la culata.


Vuestros comentarios

1. 30 mar 2018, 08:17 | Arconte

Del montón. Apenas se le saca partido a Pyewacket, ignorando su ilustre pasado. Los personajes son odiosos, entiendo que este bien dejar de idealizar a los protagonistas pero acá se pasaron tres pueblos. El final se ve venir desde lejos. Lo dicho al principio, del montón…

2. 30 mar 2018, 12:19 | carrido

Mala no!!!….lo siguiente.Ni siquiera la acabe de ver.Me dormí supina mente de lo lenta y aburrida que es.No vale la pena perder el tiempo con esta peli.

3. 30 mar 2018, 19:30 | Matt Miller

A mí me pareció bastante decente, sobre todo por el hecho de saber generar atmósfera sin caer en el uso de sustos baratos y mostrar tan poco como sea posible. Es verdad que los personajes no están tan bien escritos y desarrollados como deberian y el final es ciertamente predecible, pero el trabajo detrás de la cámara es bastante bueno y el director sabe no caer en los malos excesos del cine de terror independiente.

4. 31 mar 2018, 06:08 | Juan Eduardo Bendeck Cordero

Bueno, pues al menos se ve que hubo un buen esfuerzo de parte del realizador.

Hacer cine sin recursos no debe ser imposible. Ya desde el título se nota cierta educación, formación así sea autodidacta, instrucción, pues, en el ámbito del terror. Gente que lee, pues. Así, cultos e ilustrados, como nuestro estimado Bob.

Y no se puede evitar la identificación o al menos, el recuerdo de los años de la adolescencia, sin llegar nunca, claro al extremo que plantea la historia.

Es en esos años donde se da con cierta facilidad el acercamiento hacia lo Oculto, sea por los amigos de la escuela, lecturas “prohibidas” y ya en estos tiempos, el Internet.

Recuerdo mis coqueteos con la Ouija a la hora de la salida del colegio de monjas donde estudié la educación media, en unas bancas de concreto incómodas y desportilladas, que estaban a espaldas de unas aulas en forma de cabañitas del mismo material, que a su vez asomaban a un desierto campo de soccer. Más allá un muro que daba a una Avenida Principal, y una pizzería-cafetería en la esquina, donde una vez escapé de alguna clase aburrida y facilona.

Conjurando aquel artefacto, con miedo y emoción, el grupo de colegas y chicas, buscábamos secretos, mensajes del Más Allá, recetas de magia de blanca a gris, negra nunca la verdad, y siempre, siempre, el deseo de adelantar la adultez, tontería suprema. Eran días de inocencia, que ya no se por culpa de tantas cosas de “nuestros tiempos” que mejor ni enumeramos.

Ya en mis días de hombre cuarentón que se siente veinteañero, ni en mis peores episodios de intoxicación de tres shots de Tequila con una pinta de cerveza, ni así, me atrevo a tocar un aparato de ésos o coquetear con las Artes o la Literatura Oculta, más por respeto a cosas que es mejor no entender nunca, que por miedo. Bueno, la verdad sí me da un poco.

También siendo un chamaco, chaval les dicen allá, recuerdo con pena Los Libros Condenados de Jacques Bergier, y más que nada porque mi juventud no daba para entender una prosa poética pero confusa y llena de muchas referencias que sugerían un conocimiento previo de esos escabrosos temas.
Me quedo con Stephen King, a quien descubrí pasados los treinta años. Es que la falta de prisa alarga la juventud y a mí me ha funcionado.

¿Tal vez el mensaje de la película sea esa búsqueda de una válvula de escape de la adolescencia hacia el pensamiento mágico, no exento de insanos deseos como los de la protagonista? Y que el buen Goku, los Cazafantasmas, Wonder Woman y el Cosmos, nos libren de todo Mal.

Un saludo, Bob.

5. 01 abr 2018, 14:20 | Vael

A mi me ha dejado satisfecho. Tampoco esperaba nada, asi que me ha resultado entretenida. Al menos no resulta un bodrio infumable y se hace llevadera durante todo el metraje.

6. 07 abr 2018, 14:31 | laglasi

Está entretenida. Me la esperaba peor, pero no está mal.

7. 09 abr 2018, 16:29 | algarroba

Lo único bueno, el cartel

8. 09 abr 2018, 17:43 | Draghann

Aburrida como pocas. Pasar, lo que es pasar, no pasa nada y cuando crees que puede pasar, se acaba…

Un saludo!

9. 10 abr 2018, 09:28 | matias

quien haya visto esta pelicula habrá notado que el “pyewacket” no hace contacto con la persona que lo invocó ni interactua con ella. es mas, parece estar empeñado en joderle la vida todo lo que pueda, como si tuviera muchisimo odio.

la pregunta sería: ¿por quéee?
eso se debe a la primera persona que lo invocó, un ciego que le pide al “pyewacket” que le devuelva la vista, cosa que el espiritu hace. pero el ciego se empieza a quejar que la vista que le devolvió no es la suya y se nota que es de otro porque ahora necesita anteojos para leer. entonces el espiritu le materializa un par de anteojos. el ciego le dice que puede leer bien, pero que le gustaria otro modelo de armazon, no tan cuadrado. entonces el espiritu lo lleva a la mejor optica que hay en la ciudad para que elija el modelo que quiera. el ciego le dice que no tiene un mango y es entonces cuando el espiritu le da 1500 pesos en efectivo pero ahi nomas el ciego le dice si no le da mejor una tarjeta VISA ya que en la optica no solo le hacen descuento y ademas quiere sumar puntos para viajar en Aerolineas, algo que a el le gustaria. ahi el “pyewacket” le materializa un pasaje de avion, le paga un taxi para el aeropuerto y pronto se ve viajando en el mismo sin saber muy bien adonde. entonces mira por la ventana y ve un paisaje bastante raro, como si fuera el interior de un cuerpo humano o algo parecido. antes de que pueda preguntar a donde se dirijen se le aparece el “pyewacket” y le dice:

A LA CONCHA DE TU MADRE.

espero haber aclarado sus dudas, y aguante el NU METAL.

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