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Urotsukidoji: la leyenda del señor del mal

Apocalipsis porno

Urotsukidoji: la leyenda del señor del mal

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  • Título original: Urotsukidoji
  • Nacionalidad: Japón | Año: 1987
  • Director: Hideki Takayama
  • Guión: Noboru Aikawa
  • Intérpretes: Animación
  • Argumento: La leyenda afirma que cada 3000 años nace el Chojin, el dios de dioses, para unir en uno solo los tres mundos: el de los demonios, el de los hombres bestia y el de los humanos.

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 5/5

Urotsukidoji: la leyenda del señor del mal

“Erotic guro nasense”, eroguro para los amigos

Empecemos por lo fundamental, qué se entiende por eroguro: «A grandes rasgos, el eroguro definiría una serie de obras donde el erotismo se fusiona con la decadencia física, la mutilación, la violencia y distintas parafilias que incluyen la zoofilia, la necrofilia o la coprofagia. En resumidas cuentas, el erotismo llevado al terreno de lo bizarro y lo malsano» (Alberto García, en Manual de uso: eroguro, publicado en www.numerocero.com).

Hace cosa de una década, el vocablo eroguro no era más que un palabro que pasaba de boca en boca entre los otakus y amantes del japo más cutre y radical. No iríamos muy desorientados al afirmar que fueron las primeras planchas del mangaka Suehiro Maruo, vislumbradas en la distancia desde Occidente, las que nos pusieron sobre aviso: aquella era una forma casi inédita, novedosa y portentosa de hacer cómics; una formidable mescolanza de terror, violencia extrema y pornografía depravada. El furor no tardó en extenderse entre los connoisseurs. Fue sin duda el gran Maruo, erróneamente adscrito al terror por los hermeneutas occidentales, el que abrió la puerta a los Hideshi Hino (otro caso híbrido: mangaka salvaje y cineasta brutal: ver los Guineas Pigs), Junji Ito, Kazuo Umezu, Kazuichi Hanawa (autor a reivindicar, fortísima influencia en Maruo), Toshio Saeki y, más recientemente, a Usamaru Furuya y el celebérrimo y celebrado Shintaro Kago. Por alguna razón que se me escapa, la obra de Maruo ha gozado de mayor número de ediciones en España que en cualquier otro país fuera de Japón. Además, ha ayudado a acercar el manga a muchos escépticos («pijameros» y «gafapastas» en su mayoría) que hasta entonces miraban el cómic japonés de soslayo, con un mohín de desdén y desprecio. Tal vez se deba esto a que, a diferencia de la mayoría de mangakas underground y los cultivadores del eroguro, Maruo es un dibujante excepcional (el «feísmo» fue una constante en las páginas de la mítica Garo, revista dedicada al manga marginal y contestatario por antonomasia desde la década de los sesenta, donde muchos autores considerados hoy en día clásicos o de culto echaron los dientes: los Yoshiharu Tsuge, Sanpei Shirato, Shigeru Mizuki y un largo etcétera); tal vez se deba a que algunos han sabido apreciar, más allá de la marea de sangre, vísceras y genitales que desborda sus páginas, que estamos ante un autor de una sensibilidad excepcional, un fino esteta, un decadente, un poeta con mayúsculas (y podríamos hablar largo y tendido de su desdén por las tramas narrativas y de la estéril necesidad de establecer un historia tipo con presentación, nudo y desenlace), que en su mejores momentos me recuerda a Guido Crepax, otro autor irrepetible.

Lo mejor: Todo

Lo peor: Nada


Love Me Deadly

Retronecrofilia

Love Me Deadly

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  • Título original: Love me deadly
  • Nacionalidad: USA | Año: 1973
  • Director: Jacques Lacerte
  • Guión: Roger Wall
  • Intérpretes: Mary Charlotte Wilcox, Lyle Waggoner, Christopher Stone
  • Argumento: Lindsay es una mujer joven y atractiva fascinada por los cadáveres. Acude a funerales de desconocidos y espera la oportunidad para quedarse a solas con el difunto. En uno de ellos, un hombre le hará una oferta que no podrá rechazar.

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Love Me Deadly

Tengo debilidad por los setenta en esto del terror. Vienen a continuación de la década clave en la renovación del género: los sesenta. Psicosis (1960) abre una nueva vía al cambiar el terror de origen inhumano por el humano y marca la ruta a seguir por el slasher, el giallo y todos los serial killers por venir (con permiso de M). La semilla del diablo (1968) inicia la moda setentera del cine satánico e introduce el leitmotiv de las sociedades secretas y conspiradoras. Por su parte, Romero revoluciona el género con La noche de los muertos vivientes (1968).

Una breve panorámica de la época en occidente: en Inglaterra la Hammer languidece. En Italia el giallo toma el relevo del gótico. En España explota el fantastique y en Francia… Jean Rollin. En América se observan algunas tendencias de gran interés. Por un lado, el terror hecho para televisión, las TV movies viven su punto álgido, dejando algunos títulos dignos de figurar entre los más granado del género: El diablo sobre ruedas (1971), Don´t be afraid of the dark (1973), Alice sweet Alice (1976), Sweet sweet Rachel (1971)… Todo ello sin olvidar las producciones de Dan Curtis. Por otro lado, estamos en la edad dorada del exploitation: sexo y violencia de bajo presupuesto a raudales al servicio de tramas delirantes, a menudo audaces, pero también psicodélicas y chabacanas en exceso. Para la posteridad quedan producciones inconcebibles fuera de aquella época: I drink you blood (1971), Blood sucking freaks (1976), Death bead, the bed that eats (1977), Blood freak (1972), Ganja and Hess (1973), Flesh feast (1970), The toy box (1971), Malatesta´s carnival of blood (1973), Thundercrack! (1975) o cualquiera de los rarefactos pergeñados por Frederic Hobbes.

Lo mejor: El primer beso, el primer asesinato y la adoración de Wade.

Lo peor: Que solo vayas buscando ver burradas: te decepcionará. Hay otros títulos para eso.


The Birthday

Jerry Lewis meets Cthulhu

The Birthday

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

The Birthday

En una entrevista, Eugenio Mira, el director de The Birthday, ostenta sin reparos ni disimulos su condición de “autor” en el sentido más romántico del término, esto es, aquel artesano comprometido con su arte, hosco para con el gran público, cuyos intereses no transcienden más allá de sus propias filias y fobias. Sus palabras destilan una cierta autocomplacencia cuando nos presenta su primer largo como un claro caso de película maldita, con la satisfacción morbosa de quien, en una reunión familiar, exhibe con velado orgullo una herida profunda o una cicatriz bordada de costuras, a sabiendas de la repulsa que provocará en la gran mayoría y del interés morboso que suscitará entre los desviados.

Ejercicio de evocación – y de invocación – nostálgica, aglutinación de referencias, The Birthday procura no dejar hilo sin puntal. Es una obra que se vale de las “múltiples lecturas” como aval de un cine intelectualizado, perfeccionista y un tanto hermético. A menudo estas propuestas suelen acabar en gran fiasco (verbigracia: Intruders), en una machada del listillo de la clase. The Birthday no fracasa por un estrecho margen en este sentido. Obtiene el indulto gracias un cierto carisma ochentero, una brillante realización técnica y un punto de partida ciertamente original. No obstante, convienen no olvidar que un buen relato no se construye a base de guiños, de filigranas técnicas made in Hitchcock (¿La soga?), de homenajes y del esparcimiento de pistas a lo whodunnit. Una película memorable empieza con una cosa mucho más sencilla: una historia de los pies a la cabeza, sin puntos flacos ni puntas romas; el resto no son más que añadidos que por sí solos no dan para alcanzar la excelencia; y es precisamente ahí donde The Birthday cojea.

Lo mejor: Sin duda, el final.

Lo peor: Que no te guste Corey Feldman.


Sesion 9

En el herido y en el débil

Sesion 9

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Sesion 9

Cuando se concibe una historia, conviene no perder de vista el hecho de que la ambigüedad es un arma de doble filo.

Reduzcamos por un momento el terror a una división caricaturesca: por un lado, tenemos ese cine que describe amenazas y plantea misterios, trufado de bestias infernales, asesinos que avanzan cuchillo en mano, zombis y chupasangres incontinentes, violadores armados con taladros, fantasmas que lloran por las esquinas porque nadie les hace caso… Esta concepción del género suele poner sobre la mesa un desafío – la citada amenaza – muy concreto, ya sea en forma de monstruo, asesino, maldición, catástrofe, o aquello que más nos seduzca. Por los mimbres con que están hechas, estas historias suelen admitir solamente dos soluciones: o disolvemos el peligro o él nos disuelve a nosotros: final feliz, final triste. Sea como fuere, el espectador sale de la sala con una idea muy clara de lo que le han contado: ha conseguido identificar el origen de aquello que le genera miedo; le ha sido expuesto su modus operandi, y ha descubierto el antídoto de ese mal, en caso de haberlo, ya que de no ser así, es el propio mal el que se sale con la suya.

Este es el tipo de terror que suele complacer al público generalista y a los aficionados al terror clásico – nostálgico, me atrevería a decir -.

Lo mejor: No me he enterado de nada.

Lo peor: No me he enterado de nada.


Dead End

Cuídate de los atajos

Dead End

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Dead End

Damos la bienvenida a nuestro nuevo compañero Elchinodepelocrespo. No os perdáis su reseña de la estupenda y muy recomendable Dead End.

Jean-Baptiste Andrea y Fabrice Canepa rodaron Dead End cuando el New French Extremism era apenas un rumor. Imposible por aquel entonces presagiar lo que la nueva horda de cineastas franceses estaba a punto de conseguir: colocar el terror patrio en una situación de prominencia en el panorama internacional; recuperar, en suma, el prestigio del cine de terror europeo. El título que nos ocupa no se benefició del tirón de la nueva ola y puede que por ello haya caído en el olvido, deslumbrados, como estábamos, por la violencia devastadora y el impacto emocional de los Mártires, Irreversible y compañía –otros títulos han corrido injustamente la misma suerte: Malefique, Les revenants…-.

En honor a la verdad, hay que decir que Dead End comparte más bien poco con los títulos del NFE. Para empezar, se trata de una coproducción franco-americana, y para seguir, está rodada enteramente en inglés con actores americanos. Del elenco destacamos al veterano Ray Wise, el inolvidable Leland Palmer de Twin Peaks (para el autor de este texto, Ray será siempre Leland, y viceversa). Por otro lado, prácticamente ninguna de las señas de identidad del movimiento francés están presentes en este título; se trata de algo diferente..

Lo mejor: construir una historia con sólo cinco personajes, un coche y una carretera y hacerla funcionar.

Lo peor: el final decepcionará a algunos.