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Out of the dark

La casa de los niños fantasmas

Out of the dark

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Out of the dark

Poco misterio en este caso… La película que traigo hoy muestra sus cartas desde el minuto 3: un grupo de niños espectrales, que pueden resultar letales, deambulan por una parcela en mitad de la espesura colombiana. Como suele pasar en estas historias el cómo han terminado allí y que es lo que buscan será el pretendido motivo de suspense y el motor de la acción; sobre todo cuando la vida de otra niña, hija de un matrimonio norteamericano que ha alquilado la casa, corra peligro y la resolución del enigma, a contra reloj, se antoje como el único remedio para traerla de vuelta a la normalidad. Por desgracia las respuestas, a poco que el espectador preste atención y tenga experiencia en estas lides, saltarán a la vista. Una historia típica, con una dirección cargada con los convencionalismos del género que pasará sin pena ni gloria por nuestras retinas y nuestras neuronas pero que contiene, no obstante, algunos elementos interesantes para los incondicionales del género que trataremos de indicar en estas líneas.

Sarah (Julia Stiles) acude a Colombia junto a su hija y su marido Paul (Scott Speedman ) para ayudar a su padre (Stephen Rea) en la dirección de su empresa papelera. Se alojan en una villa colonial , preciosa en apariencia, habitada por la presencia de unos extraños niños. Mientras el matrimonio va haciéndose a su nueva vida y conociendo la sórdida historia local, estas presencias parecen acosar, cada con más fuerza, a la más débil del grupo: la pequeña hija del matrimonio Hannah (Pixie Davies). Anclados en su pragmática mentalidad moderna, les resultará muy difícil asimilar que lo que está ocurriendo traspasa los límites de lo explicable de manera racional y que sus vidas corren peligro…

Lo mejor: Buen empaque visual, y unos niños fantasmales terroríficos aunque desaprovechados

Lo peor: Terror de muy baja intensidad con una historia predecible y que se decanta por los caminos más explotados del género.


Hashima Project

Fantasmas de medio pelo

Hashima Project

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

Hashima Project

Hashima es una pequeña isla, de 480 de ancho por 150 metros de largo, situada a pocos kilómetros de Nagasaki, y que hasta los años setenta ejerció de dormitorio para miles de mineros y sus familias que explotaban las minas de carbón cercanas para el gigante Mitsubishi. Con el auge de una nueva tecnología, la isla fue deshabitándose paulatinamente pese a haber sido la región de mayor densidad de población en el mundo. Actualmente se encuentra en total abandono y los enormes bloques de apartamentos de deshacen por las inclemencias del tiempo creando un paisaje fantasmagórico.

Y allí es donde cinco jóvenes se dirigen con la intención de realizar un documental que capture la presencia de fantasmas, su objetivo es venderlo a una productora de películas de terror. Que la cinta de la que hoy os hablamos, llamada “Hashima Project” de forma muy adecuada, ni siquiera se moleste en aportar los datos que un servidor ha recuperado de la wikipedia apunta muy a las claras el tipo de producto ante el que estamos: horror superficial para adolescentes, aunque afortunadamente no se trata de ningún “found footage”. Una razón de ser que no es mala de por sí, pero que acaba resultando pedante cuando se alarga hasta las dos horas de duración con un ritmo tedioso y un guion que no sólo carece de cualquier profundidad, sino que además desaprovecha su gran oportunidad: la localización tan sugerente que ofrecen los edificios de hormigón de la isla Hashima. De hecho, esta isla ya ha sido visitada por las cámaras de grabación en diversos videos clips y como decorados para “Battle Royale II”, además de formar parte de los exteriores de la guarida del villano de “Skyfall”. Es más, hace años que las visitas se prodigan, pues la isla ha sido parcialmente abierta al público a principios de siglo; algo tendrán esos parajes que estimulan la imaginación, lo que me recuerda otro estrepitoso fracaso como fue “Atrapados en Chernobyl”, y aun así tengo que reconocer la superioridad de esta última frente a la cinta tailandesa que hoy nos ocupa, lo cual ya debería prevenirnos.

Lo mejor: Los aspectos técnicos y los paisajes de la isla abandonada.

Lo peor: Su ritmo tedioso y un guion que no hay por donde cogerlo.


Ju-on: The Beginning of the End

Toshio se hace viejo y tiene achaques

Ju-on: The Beginning of the End

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Ju-on: The Beginning of the End

Una profesora de primaria se interesa por un alumno ausente durante varios días. La piedad de la joven será el punto de partida para descubrir una maldición que alcanza a todo aquel que siquiera la roza.

“The Beginning of the End” sería la novena película de la franquicia “Ju-on” (o “The Grudge”), iniciada en el 2000 por Takashi Shimizu con una humilde cinta dirigida al mercado doméstico y que, aun a día de hoy, se establece junto a “The Ring” como piedra de toque del j-horror y una de las cintas más escalofriantes del nuevo milenio. También sería la cuarta de la serie que intenta dar un inicio a la historia de la maldición. Como ya comentábamos, en 2000 arranca la saga con la macabra historia de Kayako y su hijo Toshio, siendo “relanzada” con una especie de remake, llevado a cabo por su mismo director, más ambicioso y que se convirtió en todo un bombazo internacional en 2002. Tal fue el éxito que en 2004, el mismo año en que Shimizu estrenaba su obra maestra (“Marebito”), veía la luz el remake norteamericano (“El Grito”), protagonizado por Sarah Michelle Gellar y dirigido por el mismo Shimizu. Hasta aquí tenemos tres “inicios” para una historia que, dadas sus características, se alargó fácilmente en sendas segundas partes, dos de capital japonés y otra norteamericano, que mantienen con bastante soltura la historia inicial y las insignias de la saga: la presencia de Toshio (el niño cabrón de piel pálida), la compañía de Kayako (un Kairo que sintetiza de manera magistral la punta del iceberg sobrenatural japonés y que, junto a Sadako, han sido la base del j-horror tal y como lo conocemos) y una narrativa no lineal segmentada en varias historias entrelazadas alrededor de los dos personajes citados.

Lo mejor: Como siempre, la narrativa no lineal y el barniz aberrante de su conclusión.

Lo peor: La sensación de una saga sobre explotada que no da para más.


Presidio

Terror tras los barrotes

Presidio

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Presidio

Recuerdo ver esta película hace mucho tiempo, hará fácilmente veinte años. Y recuerdo que me causó una grata impresión, tanto es así que decidí rescatarla de la red, consciente sin embargo del peligro que entraña ver algo dos veces: una de niño, y la otra de adulto. Tremendos arrepentimientos habían seguido a la nefasta idea de ver alguna de las dos películas de las Tortugas Ninja o de Gremlins hace un par de años; el canon cinematográfico por desgracia siempre cambia y algunos títulos son más proclives que otros a envejecer de la peor manera.

Y la verdad es que Presidio, acertadamente traducida de su título original Prison (1987), ya que le otorga un barniz macabro que no tiene el término anglosajón, superó la difícil prueba: envejece bien, sin perder la solera de un filme, que, eso sí, desconocerá el 99% de la gente.

No hay que olvidar, con todo, que el director es el finés Renny Harlin, un experto en taquillazos con un palmarés bastante intimidante: La jungla de cristal 2, Máximo riesgo, Deep Blue Sea, Memoria Letal, *La isla de las cabezas cortadas*…No me equivocaría al decir que hasta nuestros padres y madres habrán visto fácilmente dos o tres pelis suyas, o al menos empezado, antes de echar la siesta del sábado de tarde.

Lo mejor: Las muertes, muy inspiradas. Protagonistas atípicos

Lo peor: Secundarios estereotipados


The Road

Cuidado con las curvas

The Road

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

The Road

La desaparición de varios jóvenes en una carretera secundaria reactiva un caso que llevaba diez años dormidos, pero estos dos casos solo son la punta de un drama más atroz cuyo único testigo fue la propia carretera que hoy, tras veinte años, permanece maldita e inundada por los fantasmas de todos los que sufrieron en ella a causa de la falta de amor.

“The Road” es una película filipina de terror sobrenatural que venía avalada por el trabajo previo de su director y guionista, Yam Laranas. Dicha obra se titulaba “The Echo”, y tuvo la suficiente repercusión como para sufrir un remake a manos del propio Laranas. La verdad que aquella “The Echo” apuntaba maneras, sobre todo por romper con la creciente tendencia del cine oriental por asignar mayor peso de la trama a la parte dramática de la historia y olvidar, en numerosas ocasiones, que el cine de terror asiático siempre se caracterizó por su capacidad perturbadora. Es decir, Laranas había tocado las teclas correctas en cuanto a atmosfera macabra a lo largo de toda su filmografía y con “The Road” albergábamos esperanza, a juzgar por lo que se nos vendió durante la campaña publicitaria, de estar ante una cinta escalofriante. Algo que solo se cumple a medias, pues la producción juega con varios géneros cinematográficos relegando, a medida que avanza su excesivo metraje, el terror puro a un segundo plano, hasta convertirse en un thriller.

Pero este no sería su gran pecado, pues la historia, a pesar del sesgo eminentemente dramático que va tomando, se desarrolla hasta con originalidad llegando a superar naturalmente su simpleza y previsibilidad. Los problemas vienen por el lado más materialista, y es que a pesar de notarse un presupuesto holgado (con respecto al tipo de película que estamos viendo) los actores convierten en un suplicio las partes más fundamentales de la obra. Por no hablar de los excesos de un Laranas recreado en su propia dirección. Todos conocemos los desastrosos efectos que puede tener la sobreactuación en una película, pero aquí descubrimos que existe igualmente la “sobredirección”, viéndonos atrapados en una maraña de escenas a cámara lenta para pasar, en un segundo, a una edición frenética que convierten a “The Road” en un videoclip de los peores por momentos.

Lo mejor: Un arranque atmosférico que se desvela como una película dentro de otra película, y que viene a ser parte de una narrativa peculiar, no espectacular, pero agradecida.

Lo peor: Tramos muy artificiales, plagados de abuso de cámara lenta, que alargan el metraje de forma innecesaria. Las actuaciones son mediocres por lo general, rompiendo muchas veces la atmosfera.


Jamie Marks is Dead

Hay un chico muerto en mi armario

Jamie Marks is Dead

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Jamie Marks is Dead

Gracie ha encontrado el cadáver inexpresivo, semidesnudo y violáceo de la “mascota” del instituto, Jamie Marks, al que todos sus compañeros acosaban. Solitario y despreciado, Gracie acaba estableciendo un vínculo con el joven fallecido. Un vínculo de tal fuerza que Gracie es capaz, incluso, de ver el fantasma de Jamie. Entonces entra en escena Adam, que también siente una profunda curiosidad y empatía por el chico y que, al iniciar una relación con Gracie, pronto descubrirá que él también puede ver a Jamie. Y no solo eso, la relación del trio va más allá, abriendo una brecha entre el mundo de los muertos y el de los vivos.

Pocas veces se tiene la oportunidad de experimentar la paradoja de querer ver algo con todas tus fuerzas… sin saber realmente qué es. Basada en la novela One for Sorrow de Chritopher Barzak, Jamie Marks Is Dead es, sin lugar a dudas, una de esas ocasiones. Por mucho que pretenda argumentaros o directamente narraros la premisa de Jamie Marks is Dead, me resulta realmente arduo definir qué estáis a punto de ver, si eso os gustará o si, lisa y llanamente, os hará perder vuestro precioso tiempo. Lo mejor de la historia que cuenta Jamie Marks is Dead es que llega al espectador y se siente de manera completamente natural. La sociedad actual no está diseñada ni preparada para que los jóvenes fallezcan; y cuando lo hacen, el principal mecanismo de defensa es el olvido. El problema es que a veces se olvida demasiado rápido, y más cuando nadie hizo nada por evitar dicha muerte. Este tipo de reflexiones son las que hacen ganadora a Jamie Marks Is Dead y la empujan a ir más allá de una sencilla fantasía erótica o una película teen con fantasmas sin ningún fundamento o profundidad.

Lo mejor: Adam McCormick, el concepto y la excelente dirección de Carter Smith.

Lo peor: Jamie Marks.