239 píldoras de horror macabro
Hablamos de 239 historias contenidas en 162 páginas, así que ninguna supera las doscientas palabras de extensión. Un campo, el del texto ultra breve, que no permite piruetas narrativas, los cuentos son directos como ellos solos, pero sí permite la variedad llevada al extremo así como el impacto inmediato con juegos de palabras, especialmente referidos a los títulos, o situaciones malentendidas que patinarían en una novela. No tengo constancia, y ruego se me perdone el equivocarme, de otra colección parecida en castellano. Es decir, partimos de una base lo suficientemente original y provocadora como para llamar de forma poderosa nuestra atención. Lo cual, a estas alturas de la humanidad, tiene que ser valorado y reivindicado.
Los cuentos están separados en tres grandes bloques, que a su vez son presentados al mejor estilo de “Historias de la Cripta”, creo que reconocida influencia en el autor:
Parque de atracciones: Donde el humor negro y macabro son el transfondo base de las historias.
Depósito de cadáveres: Se hace hincapié en los elementos más tristes y góticos de las historias, con un claro tinte de romanticismo necrófago sobrevolando cada una de ellas.
Mansión embrujada: Horror sobrenatural variado en formas y de argumentos más convencionales.
Lo primero que destaca de “Coleccionable de tragedias” es su humor negro. Por mucho que su autor quiera circunscribirlo al primer bloque, la verdad es que el humor se extiende inmisericorde por todos, legado de esas “Historias de la Cripta” y tebeos de E.C. que son la principal influencia de la antología.