Vermin: La plaga

El anuncio de que el francés Sébastien Vanicek se sentará en la silla de director en la nueva entrega de la saga "Posesión infernal", junto a la llegada a las pantallas de su debut en el largo "Vermin: La plaga", me anima a escribir la reseña de esta cinta de arañas asesinas que se hizo con un premio especial del jurado en la pasada edición del Festival de Sitges. Vanicek crea una cinta genuinamente de género que matiza con tintes de cine social, al ambientar la trama en un lugar que el realizador conoce de primera mano al haberse criado allí: Un suburbio parisino.

Kaleb vive junto a su hermana en un pequeño piso en un bloque del extrarradio de una ciudad francesa. Una casa que, tras la muerte de su madre, es muy posible que pierda, al tener como únicos ingresos el dinero que logra con trapicheos al filo de lo legal. Un día, en la trastienda de un bazar, ve una curiosa araña introducida ilegalmente en el país y decide comprarla para su colección de insectos, desconocedor de que se trata de una especie letal y más fértil que Bertín Osborne. Cuando el artrópodo escapa de la caja donde Kaleb la mantiene temporalmente, el bloque sufrirá una invasión que obligará a todos los vecinos a luchar por su supervivencia contra estos arácnidos y contra el ejército que les prohíbe salir del bloque.

Vermin se traduce como alimañas y hace referencia tanto a las arañas como al grupo de jóvenes que les planta cara: gente a la que los medios de comunicación y la sociedad en general suele poner la etiqueta de problemáticos de una manera muy superficial. En ese aspecto, Vermin se suma a "Kandisha" como las propuestas fantásticas de lo que ya empieza a ser un subgénero en el cine galo: Los films de suburbios. Desde el lado dramático, tenemos cintas tan interesantes como "Los miserables", "Promesas de París", "Fatima", "Athena" o "El odio". Sin poner ningún obstáculo a su motor de cine de género, Vermin plantea una metáfora respecto a la marginalidad: si confinamos a los seres en espacios reducidos y los aislamos, se vuelven más peligrosos. En ese aspecto, el film tiene varios paralelismos con la lucha de pandilleros contra aliens que planteó Joe Cornish en "Attack the Block". Unas similitudes, a pesar de que ambas cintas tienen tonos muy diferentes, que el director atribuye a la casualidad, ya que conoció la película británica cuando, durante la realización de su film, varias personas hacían referencia a ella.

El cine de arañas no tiene buena prensa. Si quitamos "Aracnofobía", no hay demasiado donde rascar tanto en calidad como en interés. Sébastien Vanicek ha tenido en cuenta este film de Frank Marshall y en los primeros compases de su cinta nos presenta a unas arañas de tamaño doméstico o casi, planteando el sobresalto en su forma de moverse (sumamente veloz) y sustituyendo el tamaño por una cantidad de ellas incontrolable. Logra con esta sobresaturación de arañas sustos de calidad y una primera mitad de cinta que es extremadamente eficaz. Después, la cosa cambia: el director ha querido que su debut muestre su deseo de trabajar en producciones más ambiciosas, y ha intentado hacer que su película tuviera las hechuras de una producción de más presupuesto del que disponía. Los efectos digitales van poco a poco sustituyendo a arañas reales o realistas y a los efectos prácticos. En los últimos compases de la cinta, esto termina por lastrar lo que tenía que haber sido la traca final. El espectador tiene que imaginarse lo que está pasando porque la cámara está encuadrando todo el tiempo fuera de la acción y esto, en una cinta donde los auténticos protagonistas tienen ocho patas, no es ningún acierto.

A pesar de ese descenso de interés, el planteamiento de hacer de Vermin una cinta de supervivencia por encima de una de terror (el referente principal para Vanicek es "Green room"... y antes de que lo digáis, yo también veo algo de "Rec"...) y el aroma a cine de los 80 serie B que tiene la presentación de los personajes del bloque, se gana el corazón de cualquier aficionado al cine fantástico. Pero además, Sébastien Vanicek sabe rodar y la cinta es tremendamente solvente en sus planos y en la dirección de actores.

Por todo lo dicho, nos encontramos ante un magnífico debut. Bien equilibrado y más que digno para un género que casi siempre decepciona. Estaremos pendientes de esa nueva entrega de Evil Dead que, si como la anterior transcurre en un edificio, ha encontrado un realizador que parece saber moverse muy bien en esos espacios cerrados.