Berberian Sound Studio

Berberian Sound Studio, es el segundo trabajo del director británico Peter Strickland, debutante en el ámbito del largometraje en el año 2009 con el Thriller Katalin Varga, una especie de rape and revenge con tintes de drama familiar cuya premisa resulta de lo más interesante.

Esta nueva película de Strickland ha cosechado importantes galardones a lo largo del pasado 2012, entre los cuales se incluyen una mención en el último Festival de Sitges en la sección oficial de largometrajes a concurso, o la concesión del British Independent Film Awards, a mejor director y destacable actor principal. Igualmente, numerosas y positivas críticas de diferentes e importantes medios, entre los cuales pueden destacarse el diario español El Mundo, el semanario estadounidense Variety o la reconocida revista de cine británico Empire, avalan el visionado de Berberian Sound Studio y no escatiman en elogios con este supuesto portento del séptimo arte.

Aunque una servidora no puede estar menos de acuerdo con esta injustificada deificación que, de un modo u otro, conmina al futuro espectador a mostrar una opinión impersonal por temor a ser catalogado de ignorante e, inclusive, exento de gusto. He de reconocer que la premisa de Berberian Sound Studio, no es del todo mala y que, en los primeros albores del metraje, incluso llega a resultar medianamente interesante: Gilderoy es un tímido técnico de sonido procedente de Reino Unido que viaja a Italia para participar en la mezcla y montaje sonoro de un giallo titulado: “The Equestian Vortex”, dirigido por el reputado director de origen Italiano Gianfranco Santini. Una vez allí, descubrirá que no le resultará fácil luchar contra la sensación de inquietud que le producen tanto los personajes con los cuales habrá de lidiar, como el ambiente insano que se respira en el estudio. Igualmente, experimentará el desagrado de tener que trabajar en una producción tan perturbadora como plagada de tintes misóginos y machistas a todos los niveles.

No se puede negar de ningún modo que Berberian Sound Sudio constituye un sentido homenaje a un aclamado género cinematográfico procedente de Italia conocido como giallo, que fue iniciado en el año 1963 por el reconocido director Mario Bava, con el film La Muchacha que Sabía Demasiado (La Ragazza Che Sapeva Troppo) y que, sobre todo, encontró su proliferación en los años 70 de la mano del gran Dario Argento con títulos tan emblemáticos como: El pájaro de las Plumas de Cristal (L’Ucello dalle piume di cristallo) o El Gato de las Nueve Colas (Il gato a nove code). En este sentido, el film trata de acercarnos, sobre todo, a las rudimentarias técnicas de sonido utilizadas en aquel entonces, cosa que resulta bastante meritoria en contraste con los adelantos utilizados en producciones de hoy día que, curiosamente, resultan infinitamente más mediocres a todos los niveles. Es menester reconocer las nobles intenciones del film a estos efectos, y admitir que, para un determinado tipo de público conocedor de este tipo de temática, Berberian puede resultar bastante rigurosa y metódica.

En igual medida, y a título personal, destacaría la interesante premisa que aborda The Equestian Vortex, el film en el cual se trabaja durante toda la filmación; una historia de tortura, brujería y maldiciones muy en la línea de Riti, Magie Nere e Segrete Orge nel Trecento de Renato Polseri (1973), en la cual una secta de vampiros derramaran sangre en pos de resucitar a una antigua deidad. Paralelamente, la violenta premisa representada en The Equestian Vortex, constituye un homenaje a otros films del estilo de la alemana Hexen Bis aufs Bluf Gequält (1970), conocida a nivel internacional bajo el título de Mark Of The Devil, en la cual podía contemplarse de forma bastante especifica la forma en la que actuaba la justicia de la época ante casos de brujería o adoración al diablo, o su segunda y posterior parte Hexen Geschändet und zu Tode Gequält (1972), la cual seguía, incluso a escala superior, la estela de crueldad de su antecesora. Ambos, films, dotados de una crudeza excesiva, significaron una auténtica transgresión en la época y, aún hoy día, siguen levantando ampollas y siendo pasto de la censura en ciertos países donde el conservadurismo y la religión constituyen, aún, importantes pilares sobre los que cimentar una sociedad.

Pero Berberian no se compone únicamente de menciones y homenajes a diferentes tipos de producciones cinematográficas de índole setentera que marcaron un hito en la época. Asimismo, el film explora otros temas de igual importancia y candente actualidad, como es el caso de la explotación femenina y el maltrato psicológico. A este respecto, Strickland consigue reflejar a la perfección el machismo de la época, mostrando en todo su esplendor el desencanto de la industria cinematográfica de aquellos años, todo ello evidenciado mediante la creación de unos personajes femeninos que denotan la más absoluta vulnerabilidad. Es éste otro punto de verdadero interés en el film, tal vez uno de los mayores atractivos que brinda la producción en cuestión, la cual cuenta con unas intervenciones femeninas que podrían calificarse como brillantes y enteramente imprescindibles.

Siguiendo con la estela de virtudes que, a juicio de una servidora, consiguen librar al trabajo de Strikland de un generoso suspenso, cabría mencionar en igual grado otras cuestiones sujetas al apartado técnico-estético, como la magnífica fotografía de contraluz de Nick Nowland, que aporta un halo de misterio bastante sugerente a la ya de por sí conseguida ambientación, o un excelente fondo sonoro que, en determinadas partes del film, brilla con luz propia, llegando a resultar hipnótico e, inclusive, demencial. Como no, entre esta ecuánime estela de virtudes, cabría incluir la magistral interpretación de Toby Jones (Snow White and the Huntsman), en el papel del recién llegado Gilderoy. Una estelar interpretación que consigue eclipsar, con creces, al resto de insustanciales y vacuos personajes masculinos que se muestran ante los ojos del espectador. Lástima que el talento de Jones, aún cumpliendo a la perfección con el rol estipulado, esté desaprovechado a tal nivel, puesto que el retraído técnico de sonido a quien interpreta tampoco es un personaje dotado de una mayor complejidad ni interesante hasta el extremo, sino un tipo normal cuya función es lidiar con la mezquindad y despotismo por el cual se ve rodeado y absorbido.

Evidentemente, y aún contando con una larga estela de aciertos, todo esto no es suficiente para catalogar a Berberian Sound Studio de obra maestra con mayúsculas, más teniendo en cuenta las carencias que presenta en otro tipo de ámbitos menos estilísticos pero que revisten mayor importancia a la hora de juzgar si una obra merece o no ser catapultada con todos los honores al podio de honor. Por desgracia, aún a pesar de las cuantiosas menciones y nominaciones que avalan éste producto dotado de una estricta belleza en el terreno visual, no es este el caso. Ante todo, cabe destacar, como no, la importancia del guión en toda producción que se precie, sea del género que sea, ya que una premisa medianamente interesante unida a un correcto desarrollo y a unas actuaciones medianamente decentes, puede obrar un resultado espectacular capaz de mantener el interés de manera indiferente e independiente, en igual medida, de la duración de la cinta en cuestión. Por desgracia, nos encontramos ante un producto bastante deficiente a ese nivel, con un planteamiento que solo puede resultar interesante a cinéfilos empedernidos, pero que, para un tipo de público diferente con otro tipo de pretensiones, resultará un fiasco con todas las letras. En cualquier caso, a ese respecto sigue y seguirá habiendo disparidad de opiniones, entre ellas la de una servidora que hubo de hacer acopio de valor para no cerrar los ojos durante la mayor parte de la proyección.

El ritmo del film transcurre inexorablemente lento, soporífero hasta la extenuación, lo cual resulta doblemente cargante si a esto se le agrega una narrativa grandilocuente en exceso que se explaya, de forma bastante poco acertada, en los momentos de doblaje y a la hora de mostrar la realización de los diferentes efectos de sonido, cosa que, como ya dije anteriormente, bien puede resultar potencialmente interesante o, de otro lado, potencialmente aburrida y exasperante.

Pero lo que verdaderamente resulta complicado, es sacar una conclusión final acerca del significado de Berberian Sound Studio. Hay quienes han afirmado ver en ella “una fascinante meditación sobre la relatividad de lo oído”, llegando a compararla en este sentido con obras sujetas al surrealismo onírico como Mulholland Drive, obra del gran director estadounidense David Lynch. De otra parte, ha sido calificada como “uno de los films más viscerales jamás grabados sin necesidad de mostrar ni una gota de sangre”, una apreciación que, a mi juicio, roza el engreimiento hasta unos niveles ridículos y desfasados. Y, finalmente, nos encontramos ante un tercer grupo que, simplemente, la denomina como “peñazo puro y duro sin sentido alguno”, consideración que se ajusta bastante más a la realidad si se abandonan a un lado cuestiones referentes a su perfección estética o ambientación.

En resumidas cuentas, según opinión propia, lo que nos ofrece el señor Strickland es un film de entramado pobre, cuya principal atracción radica en representar, eso sí, de una forma que roza la perfección, todos los clichés propios del “giallo”, consiguiendo un ejercicio de cine más didáctico que otra cosa, lo cual solo podrá causar interés en un tipo de público medianamente familiarizado con este género y sus derivados. Por tanto, no es un tipo de película que pueda recomendarse a la ligera ni que vaya ser valorado, en igual medida, por un tipo de espectador u otro. De modo que, en este caso, aconsejaría prudencia y paciencia en caso de optar por la elección de éste visionado o, de otro lado, la abstención de él para evitar disgustos de alto grado.