Nada

De cuando en cuando llegan a la pantalla dramas de sabor tan intenso que bien merecen un hueco en nuestra web, más aún cuando este verano el terror de calidad parece brillar por su ausencia. Aunque Nada es un drama muy medido en cuanto a lo que muestra, su devenir es lo suficientemente macabro para unirse a Custodia compartida, Playground y demás dramas incluidos en esta vuestra casa.

Nada es la adaptación al cine de la novela homónima de Janne Teller. Un libro poco popular en nuestras latitudes, pero que en el norte de Europa es aplaudido por unos y calificado de tóxico por otros muchos, que han logrado que sea una obra prohibida en institutos de Dinamarca.

La historia nos presenta a un joven, Pierre Anthon, que de la noche a la mañana deja de ver sentido alguno a la vida, así que, en mitad de la clase y frente a sus compañeros, decide renunciar a todo, salir de aula, y encaramarse en la cima de un árbol a ver la vida pasar. El resto de alumnos acuerda tratar de convencer al muchacho de que existen cosas por las que vale la pena vivir. A modo de ofrenda reúnen objetos que consideran valiosos para hacer con ellos una especie de monumento vital. Cuando unos comiencen a cuestionar los objetos que traen otros se decidirá que no serán los poseedores del objeto los que elijan qué ofrendar, en su lugar esta decisión la tomará otro, estableciendo así una cadena de ofrendas que irá aumentando en crueldad en cada petición.

A medio camino entre el cine juvenil y el adulto y cargada de ideas filosóficas de carácter nihilista Nada reflexiona sobre los miedos de la adolescencia al llegar a la madurez; sobre esa sensación de soledad y de pánico respecto al futuro que, en mayor o menor medida, nos asalta a todos al tener que tomar la decisión de qué y cómo queremos ser en la vida.

El libro que adapta ha sido comparado por muchos con El señor de las moscas: aquí nuevamente encontramos a jóvenes sin demasiada supervisión y amparándose en el grupo para ir dando rienda suelta a su personalidad más cruel. También podríamos intuir algo de la cinta alemana El experimento o de la surcoreana The King of pigs, aunque en este juego de comparaciones Nada se queda muy por debajo de sus referentes.

Destaca un magnífico trabajo actoral de su jovencísimo elenco y una dirección y empaquetado elegante, que juega siempre a sugerir por encima de mostrar, pero que sabe imprimir la tensión suficiente en los momentos precisos, para que mentalmente completemos la violencia de la trama.

Desgraciadamente la espiral de locura que arrastra a estos chavales no siempre termina de ser veraz para el que la contempla y eso quita enteros al resultado, pero algunas de las ofrendas que se solicitan funcionan realmente bien y es en esos momentos, cuando a uno le invade una incomodidad y tensión muy cercana a la que brindan Hanneke o Trier cuando se ponen intensos.