- Título original: Boy kills world
- Nacionalidad: Alemania | Año: 2023
- Director: Moritz Mohr
- Guión: Moritz Mohr, Tyler Burton Smith, Arend Remmers
- Intérpretes: Bill Skarsgård, Yayan Ruhian, Famke Janssen, Jessica Rothe, Isaiah Mustafa, Sharlto Copley, Andrew Koji
- Argumento: Boy quiere vengar la muerte de su madre y lleva años preparándose.
DIVERSIÓN: | |
TERROR: | |
ORIGINALIDAD: | |
GORE: |
- 2.5/5
Esta semana aterriza en las pantallas españolas una propuesta de cine de acción que promete entretenimiento ligero y salvaje, aderezado con sangre. Yo, que ya la he visto, puedo asegurar que, en lo que respecta a lo salvaje, lo es un rato y que será muy raro que este verano, que apenas empieza, llegue una propuesta comercial que iguale en gore a la que nos ocupa. La cinta está avalada por el gran Sam Raimi, que ejerce de productor, y supone el debut en el largometraje de Moritz Mohr, director de la miniserie de zombis alemana “Viva Berlín”.
La película nos sitúa en una sociedad distópica liderada por una familia de dictadores: los Van del Koy. Su matriarca (Famke Janssen), una vez al año, purga la ciudad de enemigos a su régimen en una ejecución que se transmite en directo. Años atrás, la madre de nuestro protagonista, que entonces era un crío, fue una de las asesinadas. A él, le cortaron la lengua y atravesaron sus tímpanos con agujas incandescentes. Desde entonces hasta ahora, que es ya un hombre hecho y derecho (Bill Skarsgård), ha permanecido escondido en la selva, adiestrándose junto a su maestro gurú (Yayan Ruhian) para ser una máquina de matar y, llegado el momento, vengar a su familia. Un día decide que ha llegado la hora de terminar con los Van del Koy. Se unirá a un reducto de la resistencia y emprenderá un viaje, no exento de sorprendentes revelaciones, en busca de su revancha.
El cine comercial y los videojuegos viven desde hace décadas una extraña simbiosis. Las películas tratan de transmitir la sensación y la adrenalina que sentimos al machacar frenéticamente los botones de los mandos. Por su parte, los videojuegos tratan de dotar a sus experiencias de mayor calado emocional, copiando la narrativa, construcción de secuencias y profundidad de los personajes de las historias de la gran pantalla. Kill Boy es el típico caso de película que, en su emulación de los videojuegos, tiene más de estos que de film al uso. La acción es el motor de todo lo demás; los personajes, los giros e incluso el humor vienen supeditados a encadenar asombrosas coreografías, inspiradas en clásicos beat 'em up como Street Fighter o Mortal Kombat. Incluso la voz en off que procede de la cabeza del personaje y que nos acompaña de principio a fin en la cinta, locuta estas escenas como ya lo hacían, en su momento, estos juegos, indicando la llegada de nuevos enemigos, rondas o fatalities.
Supongo que los gamers de pro disfrutarán de lo lindo con estas secuencias que son el 70% de la cinta. Pero aquellos, como es mi caso, que deseen que la trama esté hilada con algo cercano a la coherencia, encontrarán un 30% restante mal cocinado y desafinado en su equilibrio entre lo serio y lo cómico, y entre lo agradable y lo terriblemente grimoso. Lo que nos lleva a hablar del gore.
Kill Boy es un auténtico desfile de sangre y laceraciones; cada dos por tres se nos obsequiará con momentos de tan dudoso gusto como un hombre tratando de arrancarse la mano retorciéndola y tirando de ella hasta separar la carne del hueso, el raspado de una axila y parte del pectoral con un rayador de queso profesional, o el aplastamiento de un cráneo con un yunque. Un desfile de grima que en más de un momento invita a quitar los ojos de la pantalla. Aunque esto en cintas como Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro, donde es puro slapstick o humor físico, o en registros más serios como la saga de John Wick, funciona, aquí se queda descompensado y no termina de encajar con el resto de los ingredientes de manera homogénea. Esta propuesta también utiliza humor, pero lo hace de manera torpe. Kill Boy es un film lleno de gags que no resultan graciosos; intentos de ser transgresores que se quedan a medio camino. Me recuerda mucho a la fallida Mad Heidi, aunque siendo justos, la película actual tiene más valores cinematográficos que aquella. Entre los aciertos, encontramos un gag que se repite y siempre funciona: nuestro héroe es sordomudo, y la película se narra desde su perspectiva interna. Sin embargo, hay un personaje (Isaiah Mustafa) cuyos labios no logra leer con claridad, por lo que cada vez que habla, escuchamos un montón de palabras sin sentido, lo que da lugar a secuencias realmente hilarantes.
El impresionante físico de Bill Skarsgård y su expresividad son un gran valor para la película; su trabajo interpretativo es otro punto a favor de la experiencia. Además, es genial reencontrarnos con el actor Sharlto Copley y con el maestro de las artes marciales Yayan Ruhian, quien tiene un papel con más peso y sorpresa de lo habitual en sus apariciones.
Esta es la opinión de Tito Jesús. En mi mismo pase, otros compañeros de prensa salieron realmente entusiasmados de este desfile de tortazos y sangre. Lo mejor es que juzguéis por vosotros mismos; si pensáis que lo vais a disfrutar, id al cine directamente y después debatamos la experiencia; personalmente, concluyo que prefiero la acción de Monkey Man, otra película con resultados irregulares, pero que disfruté con más atención.
Lo mejor: Es muy dinámica, cada minuto hay una pelea o alguna sorpresa. El gag del personaje al que no lee bien los labios es muy divertido.
Lo peor: Bajo su despliegue visual y su violencia no se esconde nada demasiado interesante.
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