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La Busqueda

Una herencia de horror y sufrimiento

En la Nueva Inglaterra de 1924, cuando en los usos y costumbres conviven todavía rémoras del pasado con el inicio de la modernidad, un joven tímido y solitario, atraído por el ocultismo y a la búsqueda de sus desconocidos orígenes maternos, se encuentra con un extraño misterioso que le empujará a increíbles revelaciones al respecto.

La breve sinopsis de La Búsqueda revela tan solo la punta de un hermoso iceberg y, probablemente, una de las mejores muestras de lovecraftiana escritas en España de forma independiente. Cuando digo “independiente” quiero decir que, a través de la Editorial Círculo Rojo, Beatriz T. Sánchez, una bella gallega cuya vocación natural es la literatura en cualquiera de sus ramas fantásticas, autoedita su debut como novelista con el consabido esfuerzo personal de redacción, corrección y económico.

Esta entrega absoluta, para con la literatura, se plasma en una obra impresa claramente deudora de Lovecraft, Poe y Anne Rice; con una prosa elegante, clara y a la vez profunda, Beatriz nos sumerge en el catastrófico y metafórico viaje de Sigrid, un joven cuya sed de conocimientos, en concreto acerca de su ascendencia y todo lo relativo a lo sobrenatural, le lleva a hundirse en un maelstrón de horrores cósmicos donde el juega un papel tan clave como repugnante. Ya veis que dicho argumento marca las pautas inexorables propias de un digno homenaje a la decadente atmósfera imaginaria que nos evoca la Nueva Inglaterra de principios de siglo XX, merced a los trabajos previos de los autores masculinos ya citados. Un tributo que, sin lugar a dudas, desprende absenta y hiede a ajenjo gracias a la poderosa capacidad descriptiva de su autora, que se muestra especialmente hábil en lo visual y, en concreto, la caracterización de los vestuarios de los variopintos personajes que pululan por una población pequeña y oscura; no en vano, Beatriz, a cursado estudios en diseño de moda.

La trama va desgranándose lentamente a través de los descubrimientos de Sigfrid, muchos de los cuales se narran recurriendo a los diálogos entre los dos personajes principales (Sigfrid y su misterioso gurú: Yalgur) o sueños aterradores, donde la prosa se vuelve decididamente siniestra y ominosa. Con un ritmo para nada moderno y que sin duda ayuda a la clara comprensión del texto, el protagonista se enfrenta a la dualidad que los escritores góticos siempre condenan a sus personajes. En este caso, la liviandad del ser humano o la destrucción del ego en pro de un fin cósmico mayor e, interesante detalle lovecraftiano, destructivo.

Narrada en tercera persona – hecho que aleja formalmente a su autora de los maestros Poe y Lovecraft –, esta breve novela de ciento treinta páginas, se hace realmente rápida de leer y demuestra un dominio del lenguaje más culto, cuya ampulosidad pueda disgustar a las nuevas generaciones criadas bajo el manto de la televisión y los mensajes crípticos de los móviles. En todo caso, ellos serían los que se perdiesen una obra increíblemente perfeccionista que, dado su humilde origen, sorprende por la calidad del contenido así como por su presentación. Se pueden encontrar pequeños fallos entre sus páginas, manchas gramaticales y de formato sin importancia que sorprenden por su escasez (de nuevo la autora tuvo que tirar de corrección propia para sacar adelante su trabajo) y que se yerguen adalides de la frase hecha: “el encanto de lo imperfecto”.

Quizás la inclusión de unos elementos vampíricos – totalmente justificados por la trama, eso sí – reste cierta fuerza al núcleo central del libro; estas pinceladas sanguinolentas tienden a la fría ensoñación sensual de Anne Rice (Crónicas Vampíricas, La Hora de las Brujas, etc), algo que el uso de la tercera persona refuerza demasiado para mi gusto. Mera opinión personal debida a que un servidor, pese a haber leído una buena parte de la mastodóntica obra de la autora norteamericana, reconoce no disfrutar mucho con la imagen del vampiro como atractivo depredador o atormentada víctima de sus deseos más tenebrosos; afortunadamente, Beatriz no se prodiga en este terreno y La Búsqueda verdaderamente cobra fuerza con las atroces frutas del árbol genealógico de Sigfrid Van Allen (sí Beatriz es aficionada al hard rock ya no os sabría decir).
Tampoco las escenas excesivamente macabras y explicitas se cuentan entre lo mejor de esta obrita; es complicado mantener el equilibrio entre lo sugerido y lo explicito pero también lo es mantener la atención del lector, dentro de una novela, sin mostrarle los peligros a los que se enfrenta habiendo seleccionado tu obra. Así que sin problemas con la casquería, las escenas fuertes – tanto físicamente como psicológicamente – se suceden a buen ritmo sin restarle protagonismo a la historia, a la par que saciando la sed de sangre del lector de terror moderno.

Como buen aficionado a Lovecraft siempre me gusta indagar, escarbar donde haga falta, a la búsqueda (algún día tendré más problemas que el propio Sigfrid) de nuevas interpretaciones sobre la mitología de Los Antiguos. Dicha curiosidad, compartida por cientos de miles de personas, me ha llevado a un porcentaje muy reducido de autores o historias realmente validas, voces distintas que entonen los cánticos (a bote pronto os diría que Grant Morrison, Duane W. Rimel, Ramsey Campbell, Ligotti…).
Pese al culpable placer que siento leyéndolos, los pastiches son solo la paja entre la que se esconden las historias interesantes de verdad. Que su origen sea más o menos comercial, autorizado o no, que usen la terminología o los tomos oficiales no importa; bien demuestra Beatriz que para relatar cuentos de miedo no hay barreras: la autoedición es la plataforma más libre y fecunda, dentro de un mercado sobresaturado de zombies. Y lo hace creando una historia propia donde los horrores cósmicos ejercen solo de telón de fondo para la narración de un destino maldito, más propia de un autor del diecinueve que de una tranquila chica dezana.

Así pues, estamos ante un estupendo debut que espero sea lo suficientemente bien recibido como para que su autora no se aleje mucho de la literatura, privándonos de una de las nuevas damas del pulp, cuyo trabajo hubiese encantado a escritoras de la talla de C. L. Moore o Greye La Spina… ¡ahí es nada!


Vuestros comentarios

1. 11 ago 2011, 23:31 | MASP

Francamente loables este tipo de iniciativas por parte de las nuevas generaciones de escritores patrios. Hubiera sido lo más fácil apostar por el género saturado de moda o bien dedicarse a temáticas más demandadas, sin embargo el mérito, como siempre, radica en nadar a contra corriente.

Ello inexorablemente conllevará (quizá, que no siempre, pues los lectores avezados somos ya perros viejos y sabemos deslindar la paja del grano) ventas menores pero a buen seguro serán sobradamente compensadas con saberse creador de una obra sincera en la que no se ha renunciado a la honestidad en aras de un vil mercantilismo.

Y eso, a estas alturas de la “película” editorial que vivimos, donde tratan de vendernos cada día en cualquier librería (muchas veces mal llamadas “especializadas”) la obra del año, ya es mucho decir en favor de la autora.

Así que, por mi parte, enhorabuena Beatriz. Sigue confiando en tu talento y tu inspiración y haz oídos sordos de casi todo lo demás. Te deseo muchísima suerte con este proyecto, y estoy seguro de que la tendrás.

Un saludo!

2. 17 ago 2011, 12:48 | Beatriz

Hola, soy la autora, quería agradecerte la reseña, ciertamente acertada (aunque me parece que te has pasado con los piropos y comparaciones) y recalcar que, como tú y el anterior comentarista señalais, esto solo lo entenderá una minoría pero, en efecto, no me voy a rendir, continuando por amor al arte, pues jamás ha sido mi intención seguir la moda. Que se le va hacer, prefiero el tiempo lento y estirar la tensión en unos tiempos de rapidez y fragmentación, argggh.. ya sé que mi recompensa probablemente no será reunir un pastizal sino ver que algunos disfrutan con mi obra y conceptos, acompañándome en el tiempo, sin olvidarme y esperando la siguiente piedra bien pulida de mi torreón literario en construcción. De nuevo, gracias.
P.D: No me quiero alargar, pero si alguna vez me es es concedida una entrevista o así, entre otras cosillas, sabrás por qué no he empleado la primera persona, que sería lo lógico, en efecto, y en cuanto a otro apunte que haces, si, me gusta el heavy y una buena banda sonora para mi obra creo que sería el Enter Sandman de Metallica: un chiquillo asustado por recurrentes pesadillas, donde cierto Hombre de Arena quiere llevárselo a un inenarrable “País de Nunca Jamás”…

3. 21 ago 2011, 12:14 | Bob Rock

MASP.- Acertado comentario al que no se le puede apostillar nada más. Bien lo sabe uno es sus propias carnes. Pero la literatura es como cualquier otro producto humano: existe la capa superficial (que a veces está muy bien, también hay que ser justos) y tras ella todo un ecosistema con rarezas tan encantadoras como la novela de Beatriz.

Beatriz.- ¡Vaya! ¡La dama dezana del pulp!

Muchísimas gracias por pasarte y hacernos esos apuntes tan interesantes. Sinceramente creo haber hecho una reseña justa. Tu libro me gustó y además nace desde una independencia difícil de mantener. ¿Cómo no alabarlo? Me gustaron, precisamente, el tiempo y el ritmo del que hace gala “La Busqueda”. Tranquilo pero profundo, se nota mimo, amor por la palabra escrita y no existe piropo suficiente para esa filosofía vital, que te aseguro compartimos.

Por motivos de carga de trabajo, no entra en mis planes a corto plazo hacer ninguna entrevista. Además se hacen sosas las entrevistas electrónicas, tristemente resultan algo robóticas y no es justo aproximarse a un autor de una forma tan fría. ¡Vamos! Cara a cara, vino a vino. Eso es una entrevista. Aunque es cierto que tengo ganas de saber porque usaste la tercera persona y de donde provienen los nombres y lenguajes de tu panteón lovecraftiano privado. Acepto correos contandome los últimos secretos de la humanidad ;)

No voy a ser yo el que reniegue de los grupos que produce mi primo americano (en este caso, Metallica), pero tu obra estaría muy bien ambientarla con una banda sonora tan ambiental como extraña. No obstante, tu eres la que lo tiene claro ;)

Un abrazo y gracias por pasarte por ésta, la que ya es tu casa.

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