Grabbers

Un pueblecito pesquero de Irlanda recibe la visita de una extraña especie extraterrestre. Sedientas de sangre, estas bestias tentaculadas, se verán las caras con Ciarán O’Shea, el policía borracho del pueblo, y con la agente recién llegada Lisa Nolan, una mujer sobria y racional. Una vez asumido el peligro, nuestros agentes descubren que el alcohol destruye a las criaturas, planteando emborrachar a todo el pueblo mientras esperan que la tormenta pase.

Grabbers es una comedia de horror que basa su premisa en el ataque sobre un pequeño pueblo irlandés de pescadores, por parte de unas agresivas criaturas marinas tentaculadas. Sobre el papel, nada nuevo, a excepción del típico talón de Aquiles que todo monstruo cinematográfico debe poseer. En este caso, los monstruos verán acabar sus días si ingieren alcohol, la mejor excusa para que el pueblo entero se coja la cogorza de su vida y acentuar el elemento cómico de la cinta. Como siempre, la sensación general es que la comedia es el género preponderante durante todo el metraje, pero el magnífico diseño de las criaturas, su voracidad y la seriedad con que se trata su presencia, son más que suficientes para satisfacer el hambre de horror del aficionado.

Destacaría por encima de todo, el buen hacer de los creadores de las bestias, así como los técnicos en efectos especiales, buena parte de ellos digitales y, sin embargo, genialmente introducidos en pantalla, mezclados con efectos prácticos siempre al servicio de la historia con constantes guiños a otras películas sobre monstruos o al humor universal detrás de este tipo de proyectos. Los monstruos tentaculares y su progenie son dignos de contemplar: una raza alienígena compuesta tan solo de boca y tentáculos, muy “lovecraftiana” pero pensada con una mentalidad propia del cine post-Hiroshima. Así tenemos reminiscencias del Crawling Eye mezcladas con cualquier deidad primigenia al uso, por ejemplo Cyaegha. En particular, creo que se erigen en los verdaderos protagonistas de la función por mucho que su aparición se dilate hasta la mitad de la película y su presencia en pantalla esté cuidadosamente dosificada. Ya sea tanto por una cuestión de presupuesto (medio/alto para una producción descaradamente “undergorund”) como de control narrativo, es precisamente esta dosificación lo que les confiere un terrible “carisma” a estos monstruos chupadores de sangre.

Así pues tenemos una película que no engaña a nadie, hora y media de entretenimiento de género con mucho toque de serie b. Diversión simple y directa que basa su eficacia en seguir los parámetros, incluso robando muchas ideas, de otras películas análogas que ya contaron con su momento, más o menos pequeño, de gloria. Su director, Jon Wright, se ciñe al guión escrito por el desconocido irlandés Kevin Lehane, interpretándolo en su sentido más lúdico y, sin hacer alardes, busca una aproximación propia del comic en sus encuadres. A esta sensación de estar leyendo un buen tebeo ayuda la excelente iluminación y fotografía que incluso desprenden cierto aroma retro, volviendo a ser evidentes esas raíces con respecto a otras cintas. Pero esto se hace más patente en la propia historia: tenemos un chico y una chica que no parecen llevarse bien, secundarios divertidos de una sola línea, los monstruos, las persecuciones, el romance, los chistes sobre borrachos… siempre desde una perspectiva bastante inocente heredera directa del cine de los ochenta. Justo lo contrario que la anterior cinta de Wright, Tormented, “slasher” sobrenatural ciertamente más nihilista, pero también bastante eficaz.

De hecho, y hablando de las similitudes con otra películas, Grabbers tiene mucho en común con Critters/Temblores, la forma de desarrollar su argumento en increíblemente parecida. A esto unámosle los paralelismos con Attack the Block (atención al uso que hace el guión sobre el sexo de los alienígenas), la atmósfera barata de Jack Brooks, con los personajes aislados de Feast y con la bichería presentada en Slither… por cierto, todas películas muy entretenidas y valoradas, a cuyo clan, el de las comunidades atacadas por monstruos salidos de “vaya usted a saber dónde”, tiene un nuevo miembro en Grabbers. Por supuesto que todos estos parecidos razonables minan el potencial de Grabbers, más allá de la premisa alcohólica, nada sorprende de la cinta, incluso sus fallos son propios de las “monster-movies” de serie b. Resulta bastante predecible, pero sigue manteniendo la magia de esas producciones que transmiten buen rollo. Insisto, originalidad muy poca, hasta los personajes son igualmente propios de los comics baratos: sencillos, poco profundos, pero cercanos al fin y al cabo. Aunque hay que reconocer que los actores principales ayudan a mantener el aura cómica bastante viva, con unas interpretaciones que, sin ser especialmente sesudas, divierten y hermanan al espectador con la historia. Tanto Richard Coyle (Outpost: Black Sun, Franklyn), interpretando a un policía adicto a empinar el codo, como la televisiva y guapa Ruth Bradley, haciendo de contrapunto a la adictiva personalidad del poli “Coyle”; mantienen la historia viva con cierta candidez y la heroicidad propia del cine.

Una nota con respecto al alcoholismo: puede que esta película la tome algún estúpido cruzado de la salud universal como una vil apología al consumo de alcohol, o, si acaso, como un insulto a la proverbial afición por el bebercio que ronda en Irlanda. Bueno, creo que resulta obvio que los chistes que funcionan son aquellos sobre tópicos y más cuando el origen del chiste es local, como en el caso de Grabbers donde su guionista es irlandés (y el que esto suscribe ha vivido unas temporada en Dublín y os puede asegurar que la capacidad de los irlandeses para reírse de si mismos, rivaliza con su capacidad para beber Guinness). Es cierto, que las bebidas corren de mano y mano durante la segunda mitad de la película, pero lejos de resultar apología o burla de nada, considero que es parte sustancial de un argumento que, como he repetido varias veces, se adscribe al humor propio de las películas de serie b. Quien quiera tomarse muy en serio una película, que lo haga con inteligencia y perspectiva.

Sobre la edición física poco os puedo contar puesto que no existe, un servidor tuvo acceso a la película gracias a una versión promocional. Ni siquiera existe fecha de edición pese a haberse estrenado este agosto en cines de Irlanda. Crucemos los dedos para que llegue a España y Latinoamérica, porque realmente este es el cine de entretenimiento simple, eficaz y divertido, que dignifica nuestra afición por el terror. Recomendada con los ojos cerrados.