Enemy

Me muero de gusto al escribir sobre esta película: porque lo que os estoy presentado hoy es, en mi opinión, una de las mejores películas que he visto en los últimos años. Un título que será de culto en un futuro pero que, aviso desde ya, polarizará las opiniones, pues su ritmo y lentitud (pese a durar sólo 90 minutos) pueden ser imposibles de soportar para muchos espectadores. Me atrevo a decir que esa lentitud ha sido la causa por la que su distribución ha estado pendiente de un hilo hasta que la cinta ha comenzado a cosechar críticas y algunos galardones. Enemy es un drama disfrazado de thriller que avanza lento pero seguro, como una apisonadora, hacia uno de los finales más abruptos, sorprendentes y poéticos de la historia del cine. Solamente por eso tenéis sí o sí que verla.

Jake Gyllenhaal interpreta a Adam Bell, un personaje gris y monótono que vive una vida gris y monótona, apenas iluminada por algún orgasmo ocasional con su novia y alguna visita a los submundos sórdidos de la capital. En resumen: Adam está atrapado. Un día, siguiendo la recomendación de un amigo, alquila una película y en ella, interpretando a un personaje de relleno, descubre a un actor que es exactamente igual a él. Lo que comienza como una curiosidad poco a poco se transforma en una obsesión por conocer a su otro yo y saber cómo es su mundo.

Jake Gyllenhaal interpreta también a Anthony St. Claire, el actor secundario al que Adam insiste por conocer. Un personaje que ha intentado triunfar y que afronta con inquietud el estancamiento de su carrera y su próxima paternidad. Cuando Anthony descubra a Adam , el miedo y las reticencias por encontrarse y charlar con su doble tensarán la cuerda entre ambos y sus respectivos mundos.

El director Denis Villeneuve se encarga de esta adaptación de la obra del premio Nobel José Saramago “El hombre duplicado”, muy en la línea en esta obra de Patricia Highsmith o de Iam Mcewan; Saramago, en su libro, perturba lo cotidiano e introduce a sus personajes en un remolino donde la amenaza se hace cada vez más palpable pero a la vez más impredecible. Con esta base, el director construye una cinta plagada de simbolismo, crítica moral y social que, a pesar de su cambio de registro, la emparenta con sus dos títulos anteriores: la notable Prisioneros (que comparte protagonista) y la indispensable Incendies (una de las mejores películas del cine reciente). Pero, mientras que en estas dos Villeneuve no despega nunca de la realidad, en la que nos ocupa el director juega con elementos del fantástico, dando al conjunto un carácter onírico que la aproxima, por un lado, al cine de David Lynch y por otro al el hermetismo y complejidad sicológica del David Cronenberg de Inseparables. Enemy podría ser una versión febril, adulta y retorcida de “Tú a Boston y yo a California”.

Para entender el estado de los cuatro vértices de esta trama, los protagonistas y sus parejas, el film apuesta más por sugerir que por explicar. Mediante escenas desvestidas apenas de diálogos y necesariamente lentas, nos introduce en los bloqueos mentales de cada uno de los personajes y permanece el tiempo suficiente para que el espectador entienda su pesar y tribulaciones… bloqueos que, desgraciadamente, son sencillos de encontrar en cada uno de nosotros: miedos que nos hacen incapaces de verbalizar la infelicidad que nos proporciona nuestra pareja, o lo poco que nos gusta nuestro trabajo, o reclamar a gritos que alguien descubra o aprecie nuestra singularidad dentro de la enorme trampa de arañas que es nuestra sociedad.

Sin ser una cinta de terror, ni pretenderlo, la respuesta a los interrogantes que plantea Enemy es, personalmente, tanto o más terrorífica que cualquier monstruo o ser que se pueda mostrar en una pantalla. Y la sensación que se transmite al espectador tras el visionado del título es tan dolorosa que no es recomendable si lo que se busca es pasar un buen rato. Repito: “Enemy” es dolorosa, y su trama se te quedará pegada al alma como una garrapata a la carne y con el tiempo regresará a tu cabeza.

Pero no todo el mérito de esta pesadilla corre a cargo de su director o del guión; Jake Gyllenhaal ha logrado sin duda insuflar de veracidad y desesperanza a sus dos papeles dotándolos de la suficiente entidad para que el espectador los perciba de forma independiente sin necesidad de recursos de vestuario. Por sus rictus faciales y su actitud corporal sabremos quién es quién en todo momento (cosa fundamental para su tramo final tanto por el lado del espectador como por el de la historia en sí). Son también excelentes las actuaciones de las 2 bellísimas parejas de nuestros protagonistas la francesa Mélanie Laurent y la canadiense Sarah Gadon, ambas tremendamente afinadas en sus papeles.

Como decía en párrafos anteriores la cinta se vale de elementos del cine de género pero los usa de una forma particular y única. A este respecto, en su conclusión, tenemos el típico susto final propio de películas como Carrie o Viernes 13 que no por anunciado en estas líneas dejará de sorprender y que supone la guinda final de una pieza de cine con Mayúsculas. Mi primer 5 sobre 5 en Almas oscuras, aunque para los amantes del cine comercial Enemy puede ser un canapé imposible de tragar.