Skinless

Peter Peel es un brillante oncólogo que descubre una posible cura para el cáncer de piel dentro de un exótico parásito. Tras unas primeras pruebas, decide aplicárselo el mismo sufriendo una horrible reacción que lo convierte en un monstruo.

Ecos de la magistral Cosa del Pantano (personaje de comic creado por Len Wein y Bernie Wrightson, pero popularizada por Alan Moore) resuenan en la breve introducción de esta película de serie Z: “Skinless” (conocida anteriormente como “La balada de Skinless Peter”) se presenta como una producción de bajo coste (2.000 dólares de nada) que promete un triste cuento de locura, asesinatos, monstruos y amor. Aunque lejos estamos de la poesía y tragedia romántica del monstruoso héroe de DC Comics; pues la narrativa pasa por un festival gore de la vieja escuela capaz de saciar la sed de aquellos nostálgicos hartos de tanto CGI.

Dustin Mills dirige y escribe una película rodada bajo la premisa de gastar el mínimo posible con tal de contar una historia lo más sangrienta posible, hacer de sus efectos especiales prácticos su gran baza y atraer al espectador clásico del cine de horror. Curiosamente alejado del sentido del humor tan característico de su ópera prima, la infravalorada: Zombie A Hole. Un hombre ocupado, este joven norteamericano, y un amante declaro del cine de género, lo que nos hace apreciar su carrera todavía más.

Para más inri, directa a vídeo (aunque sin fecha concreta) como no podía ser de otra forma. De nuevo los tiempos de Fangoria, coca-cola y bocata saltan a la palestra; resulta innegable reconocer que una corriente subterránea lucha por resucitar el estilo de décadas anteriores, pese a la falta de medios. Otra cosa sería debatir el acierto de esta corriente, pues no todo lo que se hizo en los ochenta y los setenta fue bueno, ni mucho menos.

Sea como sea, estad atentos este verano a las insolaciones. Siempre podréis acudir a la consulta del Dr. Peel (ejem) para curaros esos incómodos sarpullidos.