Kill Command

Cuando un grupo de marines, de maniobras en una remota isla, descubra que los blancos con los que van a hacer prácticas son mucho más inteligentes de lo que esperaban, se darán cuenta también que están programados para terminar con ellos de forma rápida y eficaz. Será el momento entonces de unir fuerzas y hacer equipo. Y también tocará dar un voto de confianza a Mills, una joven con implantes cibernéticos, que trata de desentrañar el misterio tras los ataques de la máquina.

Pese a lo poco sorpresivo de su argumento y su discurrir por los manidos paisajes de cintas como Predator, Alien, Virus, o Hardware, lo cierto es que Kill Command es una de esas producciones a las que te acercas con pocas expectativas y terminas su visionado gratamente sorprendido. El motivo de este agrado radica, principalmente, en que su factura y diseño de criaturas y armamento es sorprendentemente solvente para tratarse de un film de escaso presupuesto. Pero además cuenta con unas actuaciones más que aceptables y un resto de aspectos técnicos (fotografía, edición, vestuario, banda sonora) correctos que evitan desafines.

Desgraciadamente lo justito de su guión y su corrección en cuanto a los descartes del reparto por los robots, donde algo más de salvajismo no habría venido nada mal, restan enteros a la producción. Es decir, Kill Command aprueba donde la serie B suspende y en cambio se queda cortísima en los excesos de sus compañeras. El director Steven Gomez debuta en el largo tras una dilatada experiencia en el campo de los efectos especiales para televisión. Y podemos decir que tiene buen ojo para el encuadre y la construcción de escenas de acción y que se maneja con soltura en la composición de escenas 3D con personajes reales. Una excelente carta de presentación que tendría que abrirle las puertas a proyectos mucho más ambiciosos, a ser posible, escritos por guionistas de más talento.

Poco más que añadir; Kill Command es un entretenimiento muy recomendable para cualquier amante de la imaginería de los videojuegos futuristas y del comic. También resulta solvente para una tarde tonta de cine y pese a no aportar nada, tampoco te deja con la sensación de tiempo perdido. Ojalá pudiésemos decir lo mismo de la cuarta parte de las películas que vemos habitualmente.