Bad kids go to Hell

No fue una peli que gustara especialmente, pero yo me lo pasé bastante bien con Detention. Me pareció, por encima de todo, divertida. Por esa época, también vi la española Promoción Fantasma (Javier Ruiz Caldera, 2012), e igualmente me sorprendió: bien hecha, ágil y entretenida. Creo que ambas pelis son dos divertimentos hechos con honestidad, cada uno a su manera. Desde el principio, dejan claro qué tipo de producto son; pueden gustarte más o menos, pero no te engañan.

“Bad Kids Go to Hell” tiene puntos en común con ambas: es un nuevo homenaje al cine de los ochenta, con “El Club de los Cinco” (The Breakfast Club, John Hughes, 1985) a la cabeza, y el cine fantástico de por medio. Ahora, si alguno de los dos títulos anteriores te pareció una gilipollez, no deberías ni molestarte en ver ésta, porque ambas son obras maestras al lado de la que nos ocupa.

Seis estudiantes de un exclusivo colegio americano, Crestview Academy, acuden a una tarde de castigo. Sin embargo, poco a poco irán muriendo uno a uno; todo parece tener que ver con el espíritu de un viejo indio a quien expropiaron sus terrenos para hacer la biblioteca en la que ahora se encuentran los alumnos castigados.

Ese es el resumen, la información ahí vertida se nos suministra durante los veinte primeros minutos de película; hasta el final, vía flashback, no se producirá ningún avance. El principal tramo de la película es, por tanto, un punto muerto, una calle sin salida. Sus responsables han dicho de ella que es un cruce entre “El Club de los Cinco” y “La Maldición” (The Grudge/Ju-On, Takashi Shimizu, 2002), pero tiene poco, o nada, de ninguna de las dos. Si en el año 2013 seguimos hablando de “El Club de los Cinco” es que, más allá de que diera en la diana en algunos asuntos de la época, como la radical diferencia de clases sociales y estereotipos habida en USA (y por ende, en el resto del mundo occidental) durante los ochenta (ahora es guay ser un freaky, pero antes te llamaban “pringado” y era una putada), acertó al describir dichos estereotipos, al imaginar un mundo adolescente, cruel por naturaleza, en el que el malote podía hacerse colega del empollón. Básicamente, preferías estar en el instituto de esa película antes que en el tuyo.

Y “La Maldición”… pues, bueno, para bien o para mal, se trata de una película que ha sido un referente para el cine de terror durante los últimos diez años. Para mí, la gran virtud de la misma fue el desarmar completamente de lógica la narrativa a la historia, dejando al espectador en medio de un páramo donde podía venir el terror de cualquier lado, sin ningún asidero de los habituales a los que agarrarse.

Decir que “Bad Kids Go to Hell” es un cruce de estas dos pelis está a la altura de cuando Roland Emmerich aseguró que su “Godzilla” era una metáfora del lado oscuro del ser humano. NO.

Cualquier atisbo de suspense o terror es inexistente. Los protagonistas van siendo eliminados uno a uno, sin ningún tipo de emoción. Probablemente, la culpa sea de un presupuesto ridículo: no vemos casi ningún crimen. No tendría porqué ser un problema, pero lo es. No sólo eso, es que apenas existe el “antes”, los preliminares, para crear un mínimo de tensión o ambiente. Si un slasher está bien, no suele ser problemático que sea mecánico: o sea, siempre sabes que si un personaje se queda solo es porque va a morir asesinado. Aquí pasa igual, pero las expectativas por los asesinatos son tan bajas que, cada vez que un personaje se queda sólo, lo que provoca son unos bostezos terribles: venga, otro que va a caer.

La vena cómica, que tan importante suele ser en películas de poco presupuesto, apenas está desarrollada. Y eso que el material bien lo permitía: se trata de un colegio privado y exclusivo: el tópico de los jóvenes de clase alta descarnados estaba servido. Incluso, se las han apañado para que haga un par de cameos Judd Nelson, el macarra de la película de John Hughes… pero no sirve de mucho. Más allá de algún insulto entre dos chicas que provoca alguna sonrisa, poco más hace reír.

Varias reseñas de la película han señalado, además, la existencia de un final sorpresa. Bueno, sí, es verdad que no se lo ve venir. Pero, al margen de que esté mejor o peor hilvanado, es que no tiene ningún mérito: cuando la historia no avanza durante casi una hora de película, CLARO que sorprende el final. Y cualquier cosa que hubiera pasado. La película está basada en una novela gráfica en tres partes de 2009, escrita por los responsables de la película, director y guionista. Sinceramente, creo que es bastante más productivo leerse el material impreso: desde mi punto de vista, “Bad Kids go to Hell” no merece un visionado.