Cut and Run

Como reza el epígrafe, este título cerró la trilogía caníbal/selvática del iconoclasta Ruggero Deodato, especialista en sacudir a la sociedad de los setenta y ochenta con su cine extremadamente sádico, gráfico y violento. Se me ocurrió verla después de conocer el homenaje descarado de Eli Roth en The Green Inferno; director, el norteamericano, que por cierto no oculta su veneración por el italiano, a quien otorgó un cameo en la segunda parte de Hostel.

Nunca estrenada en España (de ahí el título en ingles/italiano), esta cinta de 1985 supuso un cambio de registro frente a las brutalmente explícitas Mundo caníbal, mundo salvaje y la madre del cordero, Holocausto Caníbal, tan controvertidamente célebre. Cut and Run: Inferno in diretta se desmarca decididamente de las dos obras anteriormente mencionadas, no sólo porque no hay canibalismo por ningun parte, sino porque Ruggero decidió no cargar tanto las tintas y ofrecer algo que, aun siendo salvaje en términos generales, no levanta cejas para el espectador medio. Es más, su escena más cruenta fue censurada en casi todos los países en los que la película logró estrenarse, pero de eso ya hablaremos más adelante.

Sin destripar mucho del argumento, tenemos a un occidental al frente de un letal escuadrón de indígenas amazónicos que roba droga a varios cárteles. Paralelamente seguiremos la historia de un grupo de norteamericanos que se halla preso de uno de esos cárteles de la droga y que, tarde o temprano, les hará frente. En el plantel destaca el veterano neoyorkino Richard Lynch (de otros grandes sub-productos como Invasión USA o Max Force) y el irrepetible cabeza de cono Michael Berryman (inolvidable en las originales Las colinas tienen ojos y su secuela). El resto sólo les sonará a enfermos de la exploitation italiana, (como la bella Valentina Forte, co-protagonista del plagio transalpino de Rambo: Acorralado que es Bastfigher, La furia de la venganza).

Es curioso como el género exploitation ha conseguido dar la vuelta a la tortilla y hacer valioso aquello que originalmente era visto como amateur. En aquellos tiempos el doblaje infame, el mejorable trabajo de edición y post-producción, y las historias inconexas y con más agujeros que un queso Gruyére, eran factores ridiculizados. Ahora se aprecian y se agradecen, como una auténtica denominación de origen. Todo esto es más que palmario en Cut and Run: Inferno in diretta, en especial ese guión que hace aguas por todas partes. A la habitual ensalada de personajes sin mucho que ver entre sí, se añade aquí una línea argumental de tráfico de drogas que no acaba en ninguna parte. Las decisiones inexplicables y poco realistas están también a la orden del día.

Podríamos definir esta cinta como un thriller especialmente violento, que no tardó en coleccionar críticas de xenofobia y misoginia. Los indígenas se muestran de un modo maniqueísta, sin saberse muy bien porqué actúan de manera tan sanguinaria o disfrutan con la tortura de sus enemigos. Por suerte para el director, nada fue comparable al aluvión de críticas, cinco años atrás, con Holocausto Caníbal; así que suponemos que estaba ya curado de espanto. Con todo, la violencia en Cut and Run: Inferno in diretta esta muy, muy espaciada. Aparte del principio, sólo escenas puntuales resultan crudas, aunque hay una que se lleva la palma, incluída en antologías de Internet de muertes gloriosas. Se trata de un hombre partido en dos logitudinalmente, escena que llama la atención tanto por el realismo de los efectos como por el diferente tratamiento de la imagen. Investigando en la red supe que la escena se añadió después, recuperada de una beta de inferior calidad, y de ahí la diferencia en la imagen.

Detalles como el de arriba dan una idea del discutible valor de Cut and Run: Inferno in diretta. Objetivamente, sólo la música del genio Claudio Simonetti puede ser aclamada. El resto se queda en material para fanáticos de la exploitation, o quienes perdonen una historia inconexa con interpretaciones mediocres. Si estás en alguno de estos grupos… ¡A disfrutar!