La sociedad de la nieve

Recuerdo, cuando era un niño, el impacto que me produjo ¡Viven! (1993). La vi en casa, avisado de lo que iba a encontrarme y que, quizás, no estaba preparado para ver una película así todavía. Sin embargo, ese niño ya estaba dando sus primeros pasos con el cine de terror, y pensó, oye, si he sido capaz de ver películas con fantasmas, asesinos que atacan en los sueños o niñas poseídas, ¿por qué me va a impresionar la historia de unas personas que se pierden en la nieve? Pero, desde los primeros minutos en los que ese personaje en la sombra nos cuenta la historia, algo empezó a inquietarme. Cuando llegó el accidente de avión, empecé a pasarlo mal, y esto me duró hasta que al final, con el Ave María sonando, me encontré chorreando lagrimas abrazado al cojín.

Si, ¡Viven! marcó a muchos, niños o adultos. Conocimos la historia de la tragedia de los Andes. Conocimos la historia del milagro de los Andes. Vista hoy, 30 años después, es cierto que Viven tiene algunas carencias en el desarrollo de los personajes a la hora de mostrar el drama que vivieron, introducirnos más en su cabeza, y no sólo en las situaciones que tuvieron que hacer frente. Y, si has leído el libro La sociedad de la nieve que Pablo Vierci publicó en 2008, te das cuenta que se quedan muy en la superficie. Ojo, que me sigue gustando Viven, sobre todo entendiéndola dentro de su contexto. Sin embargo, si conoces el libro, si investigas más sobre la historia, entiendes lo necesaria que es la nueva película.

La sociedad de la nieve es la mejor y más redonda película de J.A Bayona.

Prácticamente todo funciona. Son 140 minutos del mejor cine de supervivencia, que te tienen con el corazón en un puño, sufriendo, enganchado a sus personajes, a sus voces en off, sus vivencias, sus recuerdos... Y todo, conociendo el final, los que llegarán y los que quedan en el camino. Gran acierto la decisión de rodar con actores poco conocidos, o directamente desconocidos, de Uruguay y Argentina, que lo dan todo. Hay escenas como el accidente del avión y el de la avalancha que se quedan grabados en la retina.

Y luego está el controvertido tema del canibalismo, que tanto dio que hablar con la película previa. Bayona, sin necesidad de mostrar, nos lleva el horror a la imaginación, igual que a los personajes que están esperando en el interior del avión que a otros corten y lleven los trozos de los fallecidos para poder alimentarse. Se desarrolla más y mejor.

Ahora sí, los supervivientes tienen su historia en el cine, tal como debía contarse.