Charles ha comprado una caravana “vintage” con la esperanza de llevar a su familia en un viaje por carretera para reconciliarse con sus dos hijos, una promesa que le hizo a su esposa antes de que ella falleciera recientemente. Durante el camino, la familia recoge a Samantha y a su hermano, que están averiadas en un lado de la carretera. Sin embargo, antes de llevarlos a una estación de servicio en la ciudad más cercana, Charles insiste en tomar un desvío por el desierto para visitar un mirador y pronto se pierden. Ahora, desamparado en el desierto, el grupo se siente atormentado por los terribles secretos que descubren tras las paredes de la casa rodante y pronto se encuentran luchando por sus vidas.

Alucino. En la modalidad de nuevas ideas para revitalizar el subgénero de casas encantadas hoy conocemos una de cuyo resultado dudo, no por ser una memez de partida, que otras muchas lo son, si no porque su realización parece un tanto casposa. Hablamos de una caravana que ha sido poseída por todos los demonios del puto infierno.

El terror se extiende en un tranquilo pueblo después de que el demonio más destructivo del más allá sea liberado accidentalmente, poniendo en marcha una serie de eventos cuyo efecto mariposa afectará a los ciudadanos de la localidad de maneras misteriosas y horribles. Por ejemplo a James Diamond, un excéntrico presentador de televisión que expone a depredadores sexuales, ahora debe enfrentar el mayor desafío de su carrera cuando uno de sus objetivos no es lo que parece.

No nos andemos por las ramas, cine basura de la mano de Corey Feldman. Eso es “The Sunday Night Slaughter”, una antología de horror sobrenatural que no esconde ni siquiera en su título los humildes y casposos orígenes de los que proviene.

A pesar de la evidente decadencia que el terror sobrenatural vive actualmente en oriente, cuando hacía poco más de una década marcaba el revival del interés que los grandes medios de todo el mundo demostraban por el cine de género, de vez en cuando nos encontramos con alguna obrita, principalmente tailandesa o coreana, que vuelve a transmitir las emociones fuertes que Jee-woon Kim (“Dos Hermanas”), los Pang Brothers (“The Eye”), Takashi Shimizu (“La Maldición”) o Banjong Pisanthanakun (“Shutter”) lograron transmitir con su particular versión de fantasmas y dramas familiares. Hablamos del germen de cultivo para lo que hoy, incluso menos original, se lleva el gato al agua de la mano de productoras como “Blumhouse”. Una de estos raros largometrajes sería la tailandesa “Take me home”, película que no va a revolucionar ni aportar ningún destello de originalidad al cine de terror, pero al menos se muestra con la suficiente calidad y bondades como para disfrutarla siempre que el cine asiático no te provoque urticaria.

Llevamos unos años moviditos en cuanto al tema de las brujas o los límites de sus poderes. Si “The VVitch” llamó poderosamente la atención del respetable gracias a su gran trabajo ambiental, que supo desvincularse con acierto de los amaneramientos del cine de género, “The Autopsy of Jane Doe” lo hizo precisamente por lo contrario, pues volvía a traer al candelero el estilo narrativo y visual de leyendas como John Carpenter. Entre estos dos importantes pilares de la presente década encontramos diferentes proyectos que tratan la brujería con mayor o menor acierto: “The Love Witch”, “The Lords of Salem” o “Las brujas de Zugarramurdi”; por citar las tres primeras que me han venido a la mente. Dentro de tan convulsa compañía, recientemente hemos asistido al estreno digital de una producción canadiense que quiere aportar su propio grano de arena dentro de ese universo poblado por malvadas hechiceras, mero reflejo de la incomprensión de tiempos más oscuros.

Lewis Barnavelt, después de perder a sus padres, es enviado a Michigan para vivir con su tío Jonathan. Allí descubre que su tío es un brujo, el cual le enseñará un mundo de magia y hechicería inimaginable. Pero este poder no se limita a las personas buenas: Lewi descubrirá la existencia de Isaac Izard, un mago malvado que quería causar el Apocalipsis para poder ver lo que sucedió después. Para hacer esto, construyó un reloj con magia negra, mientras sus manecillas se muevan seguirá contando hasta el fin del mundo. Murió antes de que pudiera terminar el reloj, pero ocultó el reloj en una mansión, donde ahora vive el tío Jonathan. Lewis y su tío deben encontrar el reloj antes de que sea demasiado tarde, antes de que la esposa de Isaac, Selena, lo haga.

En el despiadado pero hermoso páramo australiano vive una bestia, un animal de tamaño asombroso, con una necesidad implacable que le lleva en pos de la sangre humana como medida para defender su habitat. Considerado nada más que un mito, una leyenda únicamente recordada por un borracho local, la bestia se aventura más y más cerca de la civilización, cerca de sus odiados enemigos bípedos, más y más cerca de las próximas víctimas de sus afilados colmillos.

Es brutal, es sanguinario… ¡es “el cochino jabalí!”