El profesor Jack Adventure, científico y aventurero, junto a sus compinches Buddy y Preciosa Penny, deberán desentrañar la misteriorsa trama urdida por unos seres interdimensionales empeñados en esclavizar a la raza humana.

IT came from yesterday es el resultado de tres años de duro trabajo a cargo de los productores Steve Tolin y Jeff Waltrowski (este último figura como director de la película), quienes crearon en 2008 la productora Clear Conscience Pictures y, a medida que fueron avanzando en el complicado proceso de creación de IT came from yesterday (su primer y dilatado proyecto), fundaron también la empresa de efectos visuales Visual FX. Y es que la película, todo un homenaje a la sci-fi clásica, al cine de aventuras (señalan a Indiana Jones como una de sus máximas inspiraciones) y a los seriales televisivos de los años 50, está creada casi por completo en un entorno virtual gracias al uso de pantallas verdes. En total se rodaron cerca de 1.500 tomas que implicaban, todas ellas, el uso de composición, modelado, animación y efectos especiales por ordenador. Lo curioso del caso es que, a excepción de unos pocos modelos que fueron creados por artistas externos, el resto de elementos creados por ordenador fueron obra de los mismos Steve Tolin y Jeff Waltrowski. Únicamente algunos de los trajes de los diversos monstruos que aparecen en IT came from yesterday no fueron creados por ordenador.

Un científico, el Dr. Vaseegaran, crea el robot humanoide más avanzado jamás hecho, Chitti. Sus habilidades son múltiples, desde ser una eficiente máquina de combate hasta cantar y bailar. Sin embargo, el robot comienza a desarrollar emociones al interactuar con la gente, y especialmente con Sana, la novia del Dr. Vaseegaran, que ha quedado en parte marginada por la obsesión de su pareja en finalizar el robot. Sus nuevas e inestables emociones llevan a Chitti a enfrentarse con su creador, un conflicto que es aprovechado por Bohra, un rival del Dr. Vaseegaran. Chitti recibe modificaciones, y es utilizado como modelo para fabricar clones robóticos que causarán el caos por toda la ciudad.

Endhiran The robot es la película más cara hasta la fecha del cine hindú. Dirigida por S. Shankar, cuenta con parte de los actores más representativos y mejor pagados de su industria , como son Rajinikanth, un ídolo allí en su país y la bella Aishwarya Rai, más conocida fuera de sus fronteras por ser además de actriz , modelo y miss mundo en el año 1994 y en el 2000, demostrando que con 38 años en la actualidad es una mujer hermosísima y atractiva.

El porqué se confía de primeras en una persona es un asunto delicado. Quien más y quien menos, tiene un par de personas a su alrededor de las que se ha hecho amigo sin saber muy bien porqué en un primer momento. Sólo después, cuando pasa el tiempo, se es capaz de encarar con relativa sinceridad el motivo por el que uno se abrió al otro. El motivo real, me refiero: qué tipo de impresión o interés fue la que provocó el acercamiento.

Desde luego, no es un tema sencillo. Y montar una película en torno al mismo es complicado. Quizás, requería un poco más de profundidad o inspección psicológica que la que ofrece “In Their Sleep”.

Este es el camino. No cabe duda. Desde finales de los noventa, aunque sea con cuentagotas, una serie de talentos locales se están haciendo notar en el panorama del cine de género. No siempre los resultados artísticos y/o comerciales han ido de la mano, pero ya es un paso. Desde el éxito a todos los niveles de Juan Antonio Bayona, Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró o Paco Plaza, hasta nombres, esperemos en próximo auge, como Eduardo Chapero Jackson o Paco Cabezas, pasando por oportunidades perdidas, aunque no sin falta de (agradecido) riesgo, como José Luis Alemán, la cantera de nuevos valores empieza a tener notoriedad. Otros han emigrado, como el cada vez más interesante Juan Carlos Fresnadillo o el más irregular Luis Berdejo. Y otros no han trabajado nunca en España, aunque no les va nada mal en Estados Unidos, como es el caso de Jaume Collet-Serra. A todos estos nombres, y algunos que faltan, unamos ahora con fuerza el de Miguel Ángel Vivas.

No cabe duda de que este cambio generacional, esta nueva mina de talentos relacionados con el cine fantástico y el terror, se debe a que los jóvenes directores actuales llevan consigo unas influencias, un recorrido como aficionado, muy diferente al de las llamadas viejas glorias (o, en todo caso, directores veteranos). Esta gente, al fin y al cabo, es como nosotros. No todos, aunque en su mayoría, se nota a la legua que eran y son fans y consumidores compulsivos del cine que nosotros, al menos el que esto suscribe, nos llevamos tragando desde la adolescencia. Ese cine de casas encantadas, de zombies, de psicópatas. Ese Giallo de hace unas décadas, o el Torture Porn actual. Y, en el caso de Miguel Ángel Vivas, casi puedo afirmar que se ha visto unas cuantas de la llamada Nouvelle Horreur Vague, y también de aquel movimiento de violencia hiperrealista y contenido social/auto-critico iniciado, o puesto de moda, por Funny Games (1997).

Después de la trágica muerte de su esposa e hijo, el famoso escritor estadounidense Joseph Crone viaja desde los Estados Unidos a Barcelona, España, para reunirse con su hermano Samuel y su padre moribundo, Richard. Sin embargo, el destino tiene un plan diferente para Joseph cuando su vida se convierte en una sucesión de extraños sucesos marcados por el avistamiento constante del número 11.

La curiosidad pronto se convierte en obsesión, y Joseph pronto se da cuenta que este número tiene un significado terrible, no sólo para sí mismo, sino posiblemente para todos los religiosos. Aislado en un país extranjero con sólo el apoyo de su compañero, Sadie, Joseph pronto se da cuenta de que el 11-11-11 es algo más que una fecha… ¡es una advertencia!

He de confesar una malsana afición a las películas de “engendros mecánicos”, esos robots desmelenados que se cargan a todo bicho viviente que se ponga por delante, incluso si es su creador (alegoría nietzscheana capturada de forma definitiva en la magistral Blade Runner). No en vano me amamanté cinematográficamente a la sombra de una década, los ochenta, donde la fiebre “terminator” creó una nueva forma de entender el cine de acción fantástico; un espíritu malsano, claqueteante y punk que hunde sus profundas raíces en glorias como Robocop, Hardware, Soldado Universal o en el abuelo Hal-9000. A su vez, esta trasgresión cibernética tampoco le hizo ascos a la serie B más rancia, especialmente a “la caspa de la mia mamma”, o la explotation italiana para más señas, que colmó de replicas robóticas las estanterías de los video-clubs ochenteros, llegando a cristalizar en la delirante Shocking Dark (estrenada en España como Terminator 2), una mezcolanza de Aliens y Terminator que tarde o temprano será encumbrada al olimpo del cine fantástico.