Silent Night

Una pequeña población famosa por su concurso anual de Santa Claus (lo que provoca que sus calles estén infestadas de tipos vestidos de rojo y con barbas postizas), se verá desbordada por un maníaco asesino vestido, precisamente, de tan insigne personaje, que se dedicará a asesinar todo aquel que se le cruce por delante sin piedad alguna.

Todavía no tengo claro si los popes del terror sienten una necesidad entre morbosa y enfermiza por pervertir a su antojo todos los valores positivos que transmiten unas fiestas tan señaladas (sí, ya sé que mucha gente odia la navidad y que el porcentaje de suicidios se dispara en estas fechas), o si sencillamente sienten una especial animadversión hacia el gordo de barba blanca que sienta en su regazo a miles de niños de todo el mundo mientras les susurra secretos al oído (nunca me ha gustado Santa Claus. No me inspira confianza). Sea como sea hay algo que resulta evidente: si estás metido en una película de terror y de pronto te cruzas con un mastodonte vestido de Santa Claus - o Papá Noel, como se le conocía en mis tiempos – que probablemente sujete un enorme hacha en su mano derecha (en la izquierda sujeta un saco en el que guarda las cabezas de sus últimas víctimas), no lo dudes ni un instante… huye. Huye como si acabaras de ver al mismísimo diablo reclamando tu alma a gritos.

De esta manera Silent Night, presunto remake del Silent Night, Deadly Night que dirigiera Charles E. Sellier en 1984 y que fue el inicio de una longeva saga (en España se conoció como Noche de Paz, Noche de Muerte), viene a engrosar la ya de por sí extensa lista de Santa Claus asesinos que pueblan el universo del horror: To All a Good Night, Don’t Open Till Christmas (No abrir hasta Navidad), Santa’s Slay, Santa Claws, etc…

En esta ocasión dirige Steven C. Miller, un viejo conocido de la casa que debutó en 2006 con Automaton Transfusion y del que recientemente pudimos disfrutar el thriller The Agression Scale. Vaya por delante que Silent Night tiene muy poquito de remake - de ahí lo de “presunto” – . Contiene apenas un par de guiños al film original que en absoluto son suficientes, a mi entender, para considerar la película como un auténtico remake del popular slasher ochentero. De manera que, sin manías de ningún tipo, prescindiré en la presente reseña de futiles comparaciones con la obra de Seiller… lo cual, debo reconocer, me supone un alivio, porque odio tener que pasarme toda una reseña estableciendo comparaciones entre un remake y el original.

Empecemos con un par de detalles que a priori dan la impresión de hacerle un flaco favor a Silent Night: el guión es un puñetero desastre y todo los personajes de la película conforman el plantel de estereotipos más sangrante que he tenido la oportunidad de ver en los últimos tiempos. En lo que se refiere al guión, un par de torpes flashbacks, la presencia de un anciano en estado catatónico que de pronto suelta una frase acojonante, el uso del lanzallamas y un final tramposo y bastante absurdo; son los únicos elementos que, por un lado, intentan establecer débiles puentes con la película original y, por otro lado, intentan abastecer al asesino de un background, de una historia y un pasado, que doten de una mayor entidad y entereza al personaje. El problema es que dicho guión no logra ni una cosa, ni la otra.

Y en cuanto a los personajes, poco que contar. Todos los que han comprado boletos para que su cuello acabe sacándole lustre al hacha de Santa Claus merecen el terrible destino que les espera. De esta manera tenemos a un cura pervertido, una modelo porno, una parejita que a pesar de estar metidos de lleno en un slasher deciden que la mejor manera de pasar el rato es follando (hay algunos que nunca aprenderán…), una niñata repelente… y en especial un sheriff, interpretado por el siempre venerado – al menos por un servidor – Malcolm McDowell cuyo nivel de estupidez en cada una de sus apariciones te hace dudar realmente de si el guionista es un cachondo que se está quedando contigo o si realmente sus diálogos son tan tremendamente malos como aparentan.

De manera que, hasta el momento, lo único que tenemos es un guión deficiente y una colección de personajes estándar. Las buenas noticias es que nada de esto impide que estemos ante un slasher capacitado, en última instancia, para entretenernos y divertirnos. Así que echemos un vistazo a Silent Night desde una perspectiva distinta: sangre, sexo y un asesino disfrazado de Santa Claus. Y bajo estos términos es cuando la cosa empieza a mejorar. Las muertes, sin situarse, ni de lejos, en el top 10 de lo que nos ha ofrecido el subgénero slasher a lo largo de su historia, son en su gran mayoría resultonas, juguetonas (el humor negro es una constante a la hora de ejecutar las diversas muertes), con unas dosis aceptables de sangre y gore (… aunque sin exagerar), y absolutamente disfrutables en términos generales. ¿Se le podía exigir más en este apartado? Por supuesto. Los aficionados al slasher siempre solemos querer más. Más muertes. Más salvajismo. Más gore. Pero en cualquier caso, la oferta que Silent Night puso sobre la mesa, no me decepcionó.

A destacar la jovial y cachonda ejecución, a plena luz del día y en mitad de la calle, de una modelo porno semidesnuda que pasará a formar parte, de una manera cruel y sangrienta, de la espléndida estampa navideña de la que disfruta el pueblecito donde acontece la acción. Muy divertida.

Por otra parte gran acierto de Miller y su equipo en la caracterización del asesino. Un tipo enorme ataviado de Santa Claus y con una especie de máscara de plástico que le confiere un aspecto realmente aterrador. Lo extraño, a pesar de que el pueblo esté repleto de tipos disfrazados de Santa Claus a causa del concurso anual, es que las personas que se cruzan con semejante bestia vestida de rojo y blanco, apenas presten atención a su amenazante figura. ¿Necesitan realmente que sus cabezas rueden por la nieve para darse cuenta de que el gordo barbudo es una auténtica máquina de matar? ¿Quizás esperaban que les dejase alguna sorpresa bajo el árbol? ¡Pero si tiene toda la pinta de Michael Myers disfrazado, pobremente, de Santa Claus…! Cosas del slasher.

Me gustó Silent Night. A pesar de sus numerosos defectos - comunes, por otro parte, al grueso del subgénero – cumplió las escasas espectativas que me había creado: superar el bajón pre-navideño (la que nos espera…) gracias a un mastuerzo vestido de Santa Claus convencido de que desmembrar, decapitar, electrocutar, churrascar o simplemente destrozar, son una manera tan buena como cualquier otra de hacer estas fiestas más llevaderas.