The Battery

The Battery es un encomiable film indie dirigido, escrito y protagonizado por Jeremy Gardner que ya se encuentra disponible en itunes y otras plataformas VOD. A pesar de ser una producción de medios precarios y reducido reparto, The Battery es capaz de acuñar cierto término que acabo de inventar en este preciso instante: “el dogma del cine indie”; es decir, una forma estúpida de deciros que estamos ante un título imprescindible.

Estos últimos años nos han llegado producciones de costes muy limitados como Absentia, Ghost from the machine o The Dead Inside entre otras. Títulos que cargaban con un peso emocional descomunal, capaces de abrir recovecos en el corazón de los espectadores más arraigados a este tipo de cine (como es mi caso); algo que pocos títulos comerciales son capaces de lograr, al menos en un servidor. Y ése mismo flechazo lo he tenido con The Battery. Por razones que no sabría explicar de forma razonable, mi corazón estaba junto a Ben y Mickey…, y Ben y Mickey estaban junto a mí. Palpas la complicidad y ese vínculo tan cercano que existe entre los protagonistas de la película, hasta tal punto que vives es relación como si fuese real. Y es que es tan sencillo como eso: Mickey pone el guante, Ben pone el bate y nosotros ponemos la pelota; siempre y cuando queramos y podamos.

No os voy a mentir, formar parte de The Battery no ha sido una tarea fácil. Me he sentido muy distante y algo aburrido durante sus primeros minutos. No pensé siquiera que pudiera llegar a conseguirlo; tal es así, que estuve a punto de abandonar la partida antes de tiempo. Tened muy en cuenta que la película no nos depara nada que no hayamos visto antes. Sus primeros minutos son algo tediosos y la narración resulta demasiado parsimoniosa; eso sí, todo bajo una sobresaliente atmósfera teniendo en cuenta que se trata de un título rodado con medios muy precarios. Pero, como os comentaba, confluye en el arranque de The Battery una patente falta de alicientes.

Porque en realidad The Battery es tan simple como eso: dos amigos perdidos en un mundo zombi. Ni gore, ni originalidad. Básicamente se trata de contar una historia que, por un lado, refleja la dureza de una situación que impide al ser humano ser sedentario y encontrar la felicidad; y por otro muestra la fuerza de una amistad capaz de darle sentido al día a día. Lisa y llanamente eso es The Battery. Sin embargo, a medida que pasan los minutos, enseguida empieza a existir esa reciprocidad de la que os hablaba antes; esa magia empática tan inusitada que nos hace sentir tan humanos y que tanto envidian producciones mayores. En ese momento supe que The Battery era una película excepcional (o por lo menos para mí lo fue…), cuando me sentí parte de ella. Es evidente que no gustará a todos y no todos podréis conectar con ella de la misma forma; ni siquiera yo he conectado con la historia todo lo que me hubiese gustado. Pero es un hecho fehaciente que cumple con lo propuesto. Me costaría creer que alguien pudiera llegar a sentirse decepcionado con The Battery.

Asimismo destacar los últimos minutos de la película, que son realmente opresivos y absolutamente brillantes. The Battery se vuelve claustrofóbica, atrapante, poética y perdurable durante una media hora final que no tiene desperdicio alguno. Es tal la angustia sufrida en este último tramo de la película que enseguida notas como te falta el aire. Sin duda alguna, son lo mejor de The Battery: 30 minutos finales rotundamente inolvidables. Es como si ese drama que habíamos experimentado hasta ese preciso instante, se volviese, en cuestión de prácticamente “nada”, en una verdadera película de terror.

En definitiva, lo que es notorio es que si no ponéis la pelota, The Battery os resultará plomiza; porque esa pelota es lo que le da significado a todo: a la amistad, a la dureza de la situación… a The Battery. Así que quien apueste por ella que sepa que apuesta por una bonita historia de amistad enclavada en un mundo repleto de zombis. Probablemente The Battery no sea perfecta, ni mucho menos; pero es evidente lo humana y emotiva que puede llegar a resultar para un buen número de espectadores. Quizá me haya faltado un poquito más de ritmo y una afinidad más vigorizada e intimista en determinados momentos; pero aun así ha sabido compensar cualquier pequeño defecto, de manera muy digna, con sus opresivos 30 últimos minutos. Altamente recomendable. De lo mejorcito de un insípido y decepcionante 2013.