Maniac Cop

Maniac Cop no va a ganar ningún premio. Pero es que tampoco lo ha intentado nunca. Lo que el director William Lustig se trajo bajo el brazo fue una mezcla gloriosa de acción y terror, con el suficiente éxito de conseguir dos entregas más, todas muy homogéneas en su corte serie B sin tapujos.

A finales de los ochenta el crimen era todavía un problema en Nueva York, y la leyenda de la serie B Larry Cohen (La sustancia maldita, La serpiente voladora) supo verlo. Su guión hace un gran uso de esta premisa, mediante la ejecución de las ideas acerca de la histeria que causarían las personas que abusan de su figura de autoridad y poder. Lo cortés no quita lo valiente, y aparte de la parte sátira, están también los boquetes en la trama, pero ¿quién no los espera con un nombre como Maniac Cop?

Rescatar esta cinta sucedió de un modo que viene siendo habitual últimamente: forzado por la amenaza de un remake. Aunque menos traumático que otras veces (ya que el responsable parece ser el talentoso Nicholas Windig Refn, experto en resucitar el espíritu de neón ochentero) sí es cierto que va a ser difícil que se supere la magia de la original.

Para empezar tenemos a un plantel de lo más granado, en donde no faltan las sorpresas en forma de muertes y devenires de lo más inesperado. El veterano Tom Atkins resulta muy creíble en su papel de inspector de vuelta de todo, y lleva el peso interpretativo que Bruce Campbell y Robert Z’Dar complementan. El primero vuelve a interpretar a un héroe muy peculiar y moralmente discutible, mientras que el segundo deleita con su mejor cara de desquiciado. Gracioso es que ambos parecen nacidos para encajar en esta película, debido a sus angulosas facciones y a un mentón sin igual (no en vano a Z’Dar le apodaron “The Chin” por algo) Varias mujeres también tienen un peso fundamental en la historia, y la canadiense Laurene Landon volvería a salir en la secuela. Incluso hay cameos de gente tan dispar como Sam Raimi o el boxeador Jake La Motta, que no se lo quisieron perder.

Otro gran mérito de Maniac Cop es la citada conjugación de slasher con acción. Tiene incluso pasajes que podrían llegar a considerarse “urban survival”, un subgénero muy típico de los ochenta, con Los amos de la noche como estandarte. Lustig demuestra saber rodar acción, y la manera con que lo marida con el suspense es de nota. Desde los créditos a las escenas de diversión nocturna del particular agente, todo rezuma un talento que se entiende a la perfección con una mentalidad abierta.

No hay que olvidar que esto es serie B pura y dura, pero aún así hay aspectos que pueden considerarse universalmente loables. Está el logrado aspecto sórdido de la ciudad, que destila la inspiración de los mejores thrillers de los setenta como Serpico. Está también una historia mucho más elaborada de lo normal dentro de los slashers. Y por su puesto está ese villano carismático como pocos, todo un alarde de imaginación que inspiró copias de menor calidad como Samurai Cop (también con Robert Z’Dar) o Psycho Cop.

Concluyendo, una película que aguanta muy bien el paso del tiempo, y que demuestra una vez más lo bien que Lustig supo retratar la inseguridad en las calles de Norteamérica en los años 80.

¡A disfrutar!