Once Upon a Time at Christmas

Querido Papá Noel,

Te escribo como cada año para pedirte regalitos. Sé que recibir peticiones absurdas de todos los niños del planeta es una tarea poco grata, pero piensa en la felicidad que repartes por millones de hogares creyentes en Coca–Cola™. Este2017 he sido muy, muy bueno. He aguantado a los trolls de Almas Oscuras que me desean lo peor, incluso creo que me he ganado el respeto de alguno, como AZOTE; he hablado sobre más de cien películas, casi todas ellas una mierda, y lo he hecho con el mayor estoicismo a mi alcance; he controlado los accesos de bilis mientras veía como el género se iba por el sumidero entre propuestas más y más pedantes. En definitiva, he luchado contra corriente en un entorno nada beneficioso para la salud mental de nadie. Todo esto sólo y sin el apoyo del resto de “colaboradores”, probablemente porque han desaparecido aburridos de mis chorradas o porque practican una forma diferente de entender el “cine de terror”. Entonces, con toda esta mochila a la espalda he pensado en pedirte algo muy sencillo: una buena película que echarme a la boca. ¿Cuándo bajarás de la chimenea para llenarme el calcetín, por muy mal que suene, con algo de terror de verdad? Y si se trata de una condición emocional asociada a la edad, ¿podrías hacer desaparecer este cinismo que me carcome?

Sé que pido una ardua tarea, casi imposible con las nuevas generaciones de tarugos detrás de las cámaras, algunos carentes siquiera de una pizca de talento o presupuesto para poner a un loco enmascarado persiguiendo a una pandilla de cretinos adolescentes, la reducción al absurdo del séptimo arte. Entonces, si ves imposible inyectar buen juicio en los productores modernos, los cuales terminaran siendo todos asalariados de Disney™, ¿podrías tal vez impedir que obras como “Once Upon a Time at Christmas” viesen la luz? No sólo ha sido horrible en casi todos sus aspectos formales, además ensucia la extensa tradición de películas de género ubicadas en época navideña. ¡Diablos! Han usurpado tu rojiza estampa para fabricar un bodrio de los de campeonato. Cuando nos referimos a “Christmas Evil”, “Black Christmas” o “Noche de Paz, Noche de Muerte” tampoco es que hablemos de un grupo de producciones legendarias, todas tirando más bien hacia el suficiente raspado, pero noventa minutos de un psicópata vestido de Papá Noel, que se cree el Joker, y de su ayudante, igualmente fabricada con el molde defectuoso del que salió la Harley Quinn de ese desmán cinematográfico llamado “Escuadrón Suicida”, han sido un castigo digno de un campo de concentración nazi. Si por lo menos hubiese estado cañón, pero esa es otra aventura que le contaré a los Reyes Magos.

Quizás con tus poderes mágicos, montado a lomos de un trineo que vuela y comandando hordas de renos cocainómanos, puedas impedir que gente como Paul Tanter, director de “Once Upon a Time at Christmas”, vuelvan a realizar películas. Así evitaremos aberraciones como una aportación de capital británico invertida en suelo canadiense para intentar imitar el estilo de cualquier slasher norteamericano de medio pelo. Peor todavía, ¿cómo han podido insertar tantos chorros de sangre generados por ordenador cuando cualquier efecto especial artesano de andar por casa saldría más a cuenta? Un total despropósito que merece tu atención únicamente para secuestrar en tu saco a sus creadores, personas que se escudan en un villancico del otro lado del charco para construir un guión infecto con demasiados paralelismos al de cualquier telefilme de sobremesa.

Entonces, dejemos a un lado trenes de juguete, coches, cocinitas y ve preparando a tus duendes para desollar al grupo de actores que insulta nuestra perpleja mirada de espectadores inocentes con unas actuaciones dignas del paredón. ¿Ya le he hablado de una Mamá Noel sacada del club de barra americana más infecto de Detroit? Ya no sólo porque no tengan nada interesante que declamar, gracias a las pueriles líneas escritas por Christopher Jolley, si no porque sus prosaicos rostros merecen encarnar a empleados del Mercadona de la esquina antes que a vecinos de una pequeña población donde hasta el alcalde prefiere el calor de una estríper de confianza antes que imbuirse del espíritu de un slasher navideño. Por llamar de alguna forma a “Once Upon a Time at Christmas”, que tampoco entiende sus orígenes y por eso destaca inútilmente una trama policial más del estilo de “Rex, el perro policía”. ¿Por qué no habrá seguido una línea de humor negro que le hubiese sentado de perlas?

No quiero molestarte más, querido Papá Noel. Quedamos entonces en que evitarás más atropellos fílmicos de este tipo, ayudando con tu buen hacer a la ímproba tarea de un servidor. ¿Cómo si no voy a seguir sacando fuerzas para realizar reseñas? Cada nueva película de terror es peor que la anterior, y no me quiero reducir a hablar de obras que ganan premios en festivales, a cultivar la lírica para soltar bondades como si fuese un anunciante de “Días de Cine” o a reseñar las mismas obritas molonas que no guardan ningún elemento de valor bajo su florido exterior. Con todos mis respetos, he sido lo suficientemente paciente como para merecer estrenos de calidad, con más de veinte años a mis espaldas siguiendo el género con devoción, ¿en qué momentos pasamos de alucinar con “Videodrome” a soltar maravillas de “Thelma”?

Y, por favor, no te olvides del resto de hombres de buena voluntad. Tráeles también un puñado de sentido común. Especialmente a Joan, otórgale el don del habla y haz que vuelva a la página de la que él mismo paga religiosamente el mantenimiento cada año. Sé que nunca ha sido pródigo contestándome, pero creo que merece ver como Almas Oscuras termina con cierto gusto antes que por la puerta de atrás.

Muchas gracias, Papá Noel.