Apartment 212

Huyendo de una relación abusiva, Jennifer Conrad abandona su pueblo natal para comenzar de nuevo en la gran ciudad. Pero cuando se levanta por la mañana en su flamante apartamento encuentra pequeñas heridas en su cuerpo que no estaban allí cuando se fue a la cama… sus horas de vigilia, una vez llenas de esperanza, comienzan a dar un giro horrible. Pronto se ve atrapada en una espiral insomnio, paranoia y un miedo paralizante a lo oculto, descarrilando su nueva vida e incluso obligándola a reconsiderar la opción de volver a su relación abusiva pero estable. Su única oportunidad es descubrir el misterio de los extraños mordiscos, un misterio que parece brotar del apartamento contiguo y de la mujer torturada que una vez vivió allí. ¿Pero está lista para enfrentarse al terror del más allá y librar una batalla final por la supervivencia antes de que alguien se tome el último y sangriento bocado?

Hoy se estrena “Apartment 212” en VOD, otra nueva película de casas encantadas que parece querer salirse de la norma enfrentando al espectro o demonio de turno con una mujer de armas tomar, añadiendo cierto toque cómico a la ecuación. Una muestra de esta dirección la tenemos en la presencia de una mitad de la banda “Tenacius D”. Kyle Grass no es que sea el actor más conocido del mundo, pero sirve más de reclamo que una protagonista llamada Penelope Mitchell y que no ha tenido muchos momentos de gloria en la gran pantalla, aunque hay que reconocer su capacidad para alegrar la vista del cansado hombre de mediana edad.

La verdad es que resulta complicado añadir algo más de interés sobre esta producción de bajo presupuesto. Hablamos del escenario de siempre, alguna pequeña variación en la fórmula y la inquietante sensación de que detallar noticias sobre al panorama actual de cine independiente tiene menos atractivo que mi pene disfrazado de pitufo. La culpa la tiene gente como Haylar Garcia, que dirige y escribe calcos del estilo de “Apartment 212”, curiosamente llamada previamente “Gnaw”, supongo que por el tema de los mordisquitos. Le habrán cambiado el título para no confundirla con aquella infamia de 2008 que, creo recordar, llegamos a distribuir en España.